Información con emoción para que todo el mundo se vacune

Joan Carles March
Profesor de la Escuela
Andaluza de Salud Pública

Tenemos buenas noticias sobre la covid-19: Los casos están en caída libre, así como los brotes detectados en residencias, que han bajado de forma importante. Con los medicamentos la precaución aún es la norma, pero los ensayos clínicos dan por primera vez resultados esperanzadores.

La vacuna demuestra su eficacia e inmuniza con contundencia frente a la variante británica y la experiencia de Israel genera optimismo Ante ello, vale la pena plantearse cómo informar sobre las vacunas y neutralizar mitos falsos, en una situación de fatiga pandémica, que identifica buena parte de la población tras meses de restricciones y sin una certeza absoluta sobre cuándo se acabará la crisis sanitaria y llegará la «nueva normalidad» que nos prometieron en verano y duró menos de dos meses. La fatiga pandémica remite a un problema de resistencia de la ciudadanía, de confianza en las instituciones y en cómo están gestionando la pandemia. Las malas noticias golpean. Y la salud mental se resiente.

Y además tenemos que los primeros resultados de la vacunación está ayudando a mejorar el posicionamiento a favor de vacunarse. Así los brotes en centros sociosanitarios, han caído. Representaban, en pleno pico de la tercera ola (22 de enero), el 17,88% del total de brotes detectados por los rastreadores. Una semana después pasaron a ser el 14,12%, y siguieron decreciendo: 11,39% el 5 de febrero y el 7,51% el pasado día 12. Las vacunas de Pfizer y Moderna, en principio, no evitan el contagio sino la enfermedad.

España es uno de los países europeos donde el porcentaje de población que simpatiza con el movimiento antivacunas es menor, aunque ha subido en los últimos años hasta situarse alrededor del 6%.

El porcentaje de población española que muestra dudas ante una vacuna contra la COVID-19 ha ido disminuyendo de forma importante en los últimos meses.

Para conseguir una inmunidad poblacional de cerca de un 80% de población vacunada, la estrategia debiera centrase en asegurar que nadie que tenga dudas frente a una vacuna pase a formar parte del grupo de quienes se oponen firmemente a ellas, evitando entrar en una discusión estéril que no va a convencerles y que en sí misma constituya un altavoz de difusión de su mensaje entre los que dudan.

Entre el 92% de la población que cree que las vacunas son seguras y efectivas, cerca de un tercio expresa preocupaciones por sus posibles efectos secundarios o incluso por la rapidez con la que, en el caso de la COVID-19, se han desarrollado las vacunas.

Una manera de reducir dichas preocupaciones es confrontar a los que dudan con los sesgos que pueden estar causando la preocupación. Los sesgos que podemos tener están ligados a aceptar solo la información que cuadra con nuestras creencias a priori; un segundo ligado a que nos creemos que sabemos más sobre un fenómeno que lo que realmente sabemos, o un tercero por el que atribuimos relación causa-efecto a fenómenos que se producen en el mismo periodo de tiempo, como la vacunación y la detección de síntomas de autismo en la infancia, cuando no hay ninguna relación entre ellos.

Además de ello, podemos observar que alguna gente exige certezas al 100% de ausencia de efectos secundarios, cuando ningún fármaco ofrece certeza absoluta de no tener efectos secundarios. También encontramos a quienes apoyan en parte sus ideas sin mencionar la cantidad de estudios que lo refutan. Asimismo, hay quien ha hablado de vacunarse tras ver a quienes se han saltado la cola, generando una información ante el privilegio al que todos deberíamos tener acceso, propiciando la vacunación, además de la bronca política.

Es verdad que los datos estadísticos sobre efectividad y seguridad tienen poco poder de convicción por su falta de atractivo. Por el contrario, la persuasión requiere que la información se combine con la emoción para que la información llegue por sentirse cercana. También es importante empatizar con historias reales y próximas.

Por último, en esta pandemia todos queremos sentirnos parte de la solución. Para ello necesitamos ideas del tipo que es necesario enfatizar el componente de bien público y también el mensaje de no me vacuno por mí, lo hago por ti y tu familia que las vacunas nos ofrecen. Y eso ayuda a cuál es el comportamiento correcto que debemos seguir.

Por tanto, es importante que la gente se enorgullezca de haberse vacunado y que incluso pueda presumir de ello: Me he vacunado. Y además, el hecho de que para poder realizar ciertas actividades es necesario estar vacunado, podría tener también un efecto positivo mayor.

Por último, dado que la gran mayoría de las vacunas van a necesitar una segunda dosis, es fundamental un sistema de recordatorios eficaz. Es básico para que todo avance de forma sencilla y rápida.

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