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«Las enfermeras siempre seremos indispensables porque las personas siempre necesitan cuidados»

ROSAMARÍA ALBERDI / ENFERMERA, POLÍTICA, PROFESORA, PRIMERA ENFERMERA DOCTORA 'HONORIS CAUSAE' DE ESPAÑA

ROSAMARÍA ALBERDI / ENFERMERA, POLÍTICA, PROFESORA, PRIMERA ENFERMERA DOCTORA ‘HONORIS CAUSAE’ DE ESPAÑA

Rosamaría Alberdi es la primera enfermera ser investida con el título de doctora honoris causa por una universidad en España, concretamente por la Universidad de Murcia (UM) tras un proceso iniciado hace un año por el Departamento de Enfermería de la UM que ha logrado la adhesión de más de 100 entidades y figuras relevantes de la profesión enfermera de España, América Latina y Canadá. Se reconoce el trabajo de una de las enfermeras que lideraron los cambios que dieron a los estudios de Enfermería el nivel universitario y que impulsaron un desarrollo de la profesión sin precedentes en España. Rosamaría Alberdi es diplomada en Enfermería y licenciada en Psicología. Comenzó a cursar Enfermería porque quería añadir conocimientos de fisiología neurológica a sus estudios, pero cuando acabó las dos carreras se sitió arrastrada a la profesión de los cuidados. También es máster por las universidades de Antioquia, Medellín, Barcelona y la de les Illes Balears (UIB), donde es profesora titular de Ética y Administración de Servicios desde 2000. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la docencia en escuelas de Enfermería de Madrid, Barcelona, Sevilla, la UNED y la UIB. De 2003 a 2012 se dedicó a la política (sin abandonar la docencia) de la mano del PSIB-PSOE, partido en el que además desempeñó cargos de gran relevancia organizativa. Fue consellera en el Consell de Mallorca y diputada en el Parlament balear y presidenta de la Comisión de Salud. Sus principales líneas de investigación son el desarrollo de la profesión enfermera, la ética del cuidado, el género y la competencia política profesional. Es miembro del Grupo de Investigación Crítica en Salud (GICS) del Institut Universitari d’Investigació en Ciències de la Salut (IUNICS).

Juan Riera Roca
P.- Vivimos unos momentos de eclosión de la Enfermería. Se desarrolla la sociedad de los cuidados. Las enfermeras son universitarias. En Baleares la consellera de Salut es enfermera, las enfermeras investigan, influyen… pero todo eso no habría sido posible probablemente sin ese salto a la Universidad de lo que comenzó siendo un oficio. ¿Cómo comenzó todo?

R.-En los años 50 se unifican en España los estudios de practicante en Medicina y Cirugía, enfermera y comadrona y se crea el título de Asistente Técnico Sanitario (los ATS). Muchas de las enfermeras del momento habían obtenido su titulación en la guerra y otras lo habían hecho en escuelas que les habían dado una formación muy sólida. Esta unificación en el título de ATS duró hasta 1977.

P.- Cuando llega el primer salto a la Universidad.

R.- El título de ATS había sido importante porque unificó las tres carreras, dando a todos la misma formación reglada. Pero las enfermeras perdimos el nombre, pasamos a ser parte de ese bloque de los ATS, que no tenía mucha identidad. En los años 70 comenzó un movimiento de hombres y mujeres (fundamentalmente mujeres) que nos sentíamos enfermeras sin tener el nombre. Había que decidir si se pasaba a una Formación Profesional o a la Universidad. Ese gran movimiento consigue que en 1977 las enfermeras entren en la Universidad, en aquel momento como Diplomado Universitario en Enfermería (DUE), recuperando además el nombre de enfermera.

P.- ¿Cómo cambia la Enfermería en la Universidad?

R.- Creo que lo más importante fue el cambio de orientación. Y entender que debíamos asumir unas responsabilidades que tenían que ver con las necesidades de las personas, en continuo cambio. En 1977 se había producido la Conferencia de Alma Atta, auspiciada por la OMS, que supuso cambió la orientación hacia la prevención de la enfermedad y sobre todo hacia la promoción y la educación de la salud. Fue la conferencia que promovió la Atención Primaria. En España, se propició una reforma sobre dos ejes: la reforma de la Atención Primaria y la reforma psiquiátrica (la desinstitucionalización). Había que entender que la puerta de entrada al sistema sanitario no eran las Urgencias, sino los centros de atención comunitaria, los centros de salud de las redes de Atención Primaria. Los enfermeros entendimos esto inmediatamente.

P.- Y eso se reflejó en la Universidad…

R.- Sí, el primer plan de estudios de 1977 ya tenía ese componente fundamental de la atención comunitaria. Entendimos que nuestra responsabilidad pasaba en gran parte por la educación en la promoción de la salud. Nuestra carrera se diferenció inmediatamente de las otras carreras sanitarias. Sucedió además algo muy importante. No aceptamos simplemente que nos convalidaran directamente el paso de ATS a DUE, como así fue en el terreno laboral, sin cambios en el puesto de trabajo. Con esa simple convalidación se limitaba la carrera académica (la especialización, el desarrollo profesional…), por lo que 80.000 profesionales hicimos un curso de nivelación a través de la UNED que nos abrió las puertas a la nueva orientación: a la promoción de la salud, pero también a comenzar la investigación, esa conciencia de que teníamos que ponernos al día en nuestros conocimientos, aunque laboralmente no fuera necesario.

P.- Y usted estuvo ahí.

R.- Sí, y después he seguido, vinculada siempre a la Universidad, vinculada a la consecución de los grandes logros que ha hecho la profesión. La influencia en las políticas. Los cambios en asumir que las enfermeras están capacitados para ser gerentes de hospitales, para coordinar equipos, por supuesto para diseñar políticas y para gestionarlas, que es en este momento mi principal línea de trabajo, lo que denomino la competencia política de los enfermeros.

P.- ¿A qué se refiere exactamente?

R.- El político siempre mira desde su orientación y valores de base. No es la misma la mirada de un médico, de un abogado o de una enfermera. Y creo que las enfermeras tenemos dos valores que nos hacen especialmente competentes para estar en el espacio público. Por un lado, estamos acostumbradas a mirar las necesidades de las personas, ese estado de salud, ese embarazo, ese envejecimiento… a preguntarnos qué cambia en la persona, qué necesita del sistema sanitario por estar viviendo esa circunstancia. Otro valor importantísimo para la competencia política es que siempre trabajamos para empoderar al otro. Siempre queremos ayudar a que nuestro paciente no nos necesite si él pueda curarse la herida, controlarse la tensión, diabetes… su situación de salud. Es fundamental en política ser conscientes de que el ciudadano tiene que poder tomar sus decisiones y participar. Y para ello hay que darle los derechos que permitan esa participación. Parte del Honoris Causa es también por mi trabajo en la Universidad, divulgación, conferencias, muchas sobre este tema.

P.- Es que las enfermeras hoy no solo ofrecen esos cuidadados al paciente –que pueden llegar a ser complejísimos a nivel técnico –sino que además llegan más allá, a la vida cotidiana del paciente. Por ejemplo, en temas como la violencia de género, en cuya detección la enfermera es fundamental.

R.- Así es. Acaba de aprobarse la Ley de Igualdad de Baleares en la que se ha reconocido que el informe que hace la enfermera cuando llega una persona a Atención Primaria es tan valioso en esa materia como el médico o el psicólogo. Las enfermeras son las que van a las casas y tienen el primer contacto con las mujeres, las que perciben que hay un problema de violencia. Creo que en estos momentos esta eclosión de la Enfermería tiene que ver en cómo han cambiado las necesidades del sistema y de la población. Cada vez tenemos más personas con polipatologías y polimedicación y que necesitan diversos elementos del sistema: urgencias, atención comunitaria, atención en el domicilio. Y la enfermera tiene esa visión global.

P.- Y también, según usted defiende, a nivel organizativo.

R.- Qué mejor gerente de un hospital que una enfermera que se conoce la planta en la que trabaja a la perfección, sabe de todos los servicios del hospital, porque no le queda más remedio, porque sus pacientes lo requieren: alimentación, rayos, análisis, visitas al especialista… Pero es que además los enfermeros hemos podido probar a través de la evidencia que cuando se nos dan las responsabilidades que podemos asumir el resultado es una mayor eficiencia. El sistema está empezando a escucharnos. Por eso es tan importante mejorar las ratios de enfermeras, que en Baleares, especialmente tras los recortes, son las más bajas de España. En la UE hay 8,4 por cada mil habitantes, en España 5,1 y aquí 4,9. Afortunadamente el IbSalut está concienciando de que hay que hacer un plan de choque para aumentar el número de enfermeras.

P.- Y a todo esto les quitan la prescripción. ¿Usted entiende, aunque no los comparta, los motivos de esta decisión, más bien, conoce los argumentos? Se lo digo porque sin entrar en valoraciones por mi parte yo aún no he sido capaz de conocer la explicación de esta medida.

R.- Yo es que creo que no hay explicación. Por eso no han sabido darla desde el Gobierno.

P.-Alguna razón habrá…

R.- Cuestiones de miedo y de poder que tienen que ver con lo económico. ¿Cómo se explica que las enfermeras, que son las personas más capacitadas para ello, no pueden prescribir, no pueden decir «usted tiene que tomar esto…» respecto a fármacos que se venden libremente en la farmacia? Aunque la prescripción alcanza también a otros fármacos que no son de acceso libre. Yo creo que en este tema hay una lucha de ceguera, de intereses corporativos e incluso comerciales que no se puede explicar. ¿Cómo explicas que se impida que las enfermeras hagan su trabajo y se dificulte enormemente la atención a los enfermos? ¿De verdad se cree el ministro que la enfermera que tiene que poner una eparina en una vía a un paciente hospitalizado para que no se coagule realmente necesita la receta de un médico? O cuando estás valorando el sintrom de una persona en Atención Primaria, ¿realmente cada vez necesitas que el médico te diga ahora lo bajamos, ahora lo subimos? Pero lo más grave es que tampoco se permite prescribir a las enfermeras lo que no necesita receta médica, como pañales, apósitos o cremas para curas.

P.- ¿Hay aún médicos carcas que no valoran el trabajo y la potencia del profesional de enfermería?

R.- En todas las instituciones hay tensiones. Aún hay médicos carcas, pero también hay enfermeras carcas que pelean de modo equivocado. Las cosas van mal si no se plantea hacia quién estamos mirando, si no se formulan lo que yo llamo las dos preguntas excelentes: ¿Estamos solucionando el problema del paciente? Y ¿quién es el mejor para hacerlo? Si se trabaja con estos planteamientos no hay choque posible.

P.- ¿Qué le falta a la política para que solucione el problema de la sanidad española, cuya excelencia es mundialmente aceptada, pero que tiene unos problemas graves que no acaban de solucionarse?

R.- Efectivamente, la sanidad pública española es muy buena en cuanto a criterios, protocolos y resultados y es eficiente. Cuando en 2012 se promulgó el famoso decreto de los recortes, yo que trabajaba mucho en ese ámbito pensé que todos los argumentos que se dieron para justificarlo fueron falsos. Era mentira que no podíamos sostener nuestro sistema sanitario, era mentira que el sistema no era eficiente. Y aunque evidentemente se podía mejorar mucho, la propia OMS admitía que el sistema sanitario español era eficiente. Recordemos que cuando terminó la dictadura y comenzó la democracia se hizo una Ley General de Sanidad maravillosa, la de Ernest Lluch. Pero creo que tanto la sanidad como la educación -que también es algo que me preocupa enormemente -necesitan de una priorización por parte del conjunto de la clase política, entendiéndola como un servicio del que es responsable el Estado, que tiene que proveer tres derechos básicos: La educación, la sanidad y la atención social. Esas son las tres patas del Estado del Bienestar, a las que se une ahora la atención a la dependencia. Cuando se intenta comercializar esa responsabilidad básica a través de las privatizaciones estamos pervirtiendo derechos fundamentales. La política es una herramienta para el desarrollo y la cohesión social, porque establece los derechos y las condiciones en que pueden exigirse. Luego te toca, establecidas estas condiciones, proveer, hacer posible que se den estos servicios, estos derechos. Y ahí es dónde empiezan los problemas.

P.- ¿Cree que es posible un pacto por la sanidad y qué debería incluir? Y se lo pregunto como mujer política y como mujer profesional.

R.- Me pasa como con la prescripción, no entiendo que no pueda ser. Hay que plantear qué derechos hay que garantizar, iguales para todas las CCAA y para todas las personas, y cómo los proveemos, sin pensar en personalismos, pensando sí en la eficiencia, pero que esa eficiencia sea en base al objetivo que te fijas. Como enfermera lo único que le pido a ese pacto es que se utilice el recurso enfermero en toda su posibilidad, que no se recorten las posibilidades de las enfermeras por cuestiones que no tengan que ver con su competencia.

P.- Y en pleno periodo de matrícula… véndame un poco la carrera.

R.- Ayer se lo decía a las muchas alumnas que vinieron a matricularse, alguna de las cuales estaba como en duda. Les decía: habéis elegido una de las mejores carreras en el sentido de que siempre, en cualquier circunstancia social e histórica, los enfermeros somos necesarios. Pueden cambiar las tecnologías, y nos tendremos que poner al día, pero lo que nos hace indispensables es precisamente la necesidad de cuidados que tienen las personas. O porque son pequeñitas, o porque están en una situación como la vejez o el embarazo que hacen necesarios cuidados especiales, o porque tienes una enfermedad que ha alterado tu vida. Y además les decía: A veces puede ser que cualquier otro profesional de la sanidad crea que ya no tiene nada que aportar a un paciente, y eso habiéndolo hecho bien, habiendo hecho todo lo posible. Pero a las enfermeras nunca nos pasa esto, en cualquier circunstancia, hasta en la muerte, podemos estar ayudando a la persona. Nosotros no tenemos que girar en torno a la lucha contra la enfermedad, que es el fundamento de la profesión médica, sino que lo que hacemos los enfermeros es trabajar en la promoción de la vida en cualquier circunstancia, aún en la muerte, ayudando a que ese tránsito sea lo más humano posible.

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  • Teresa González
    8 agosto, 2016 9:10

    Enhorabuena por un más que merecido reconocimiento, Rosamaría, y una entrevista muy buena; siempre esa claridad mental y verbo ágil! Me alegro particularmente de que tú seas la primera, siempre abriendo camino, con humildad, perseverancia y entusiamo. Molts d’anys!

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