Marga Prohens

La mayor parte de los lectores de esta abundante columna se están preguntando en este momento el por qué Prohens en lo más alto de aquí mismo, por qué Prohens justo en este momento de pacto conformado. Pues porque llega también el momento en que las columnas se hacen realidad, porque llega el instante en que las letras construyen una nueva forma de vivir, de darle forma a la palabra.

Sabemos desde ayer, desde antes de ayer y desde hace -al menos- dos años y medio de ayer, que estos que están en funciones haciendo lo que no deben, que estos que no estaban en funciones haciendo lo que no debían, estaban en tiempo de descuento. Narrar desde aquí durante los últimos ocho años de periplo todas las vicisitudes que no han ido apareciendo en ningún otro lugar, que desde aquí, desde la dirección del amado Joan Calafat y de su descendencia, se haya permitido que se hiciera, ha sido el premio suficiente para cualquier otro desenlace.

Aquí, por ejemplo, se gestó una encerrona para allanar en un momento determinado -sin resultado alguno, claro- estas letras con un conseller popular. Desde aquí se apuntó también a la necesidad de cesar con inmediatez a un director general del Ib-Salut popular, a un secretario general del partido popular, y desde aquí hemos hecho un recorrido hasta el divorcio político a patadas entre Patricia y entre Juli. Dios sabe que el fair play de nuestra relación ha sido poner la cara sin intermediarios, escribir sin red, contar sin tapujos los entresijos de un desastre original, de un pecado original que nació nombrando algo a una mujer y a su marido, o viceversa.

Los míos saben que simplemente han sido figurantes en una parte de mi tiempo, que les he prestado la atención y la importancia insuficiente como para haberles señalado -gratuitamente, a través de esta revista, que además distribuían- el camino elemental de la normalidad en la gestión, de recrearles preventivamente la delitología de sus firmas, de promover -en definitiva- que alguien les leyera lo que nadie les decía.

Hoy llega el cambio de verbo, cambian las letras, y de igual forma que lo que Juan dice de Pedro dice más de Juan que de Pedro, dice más de quien pregunta si voy a ser conseller que del que no va a serlo. Recuerdo en esa pregunta aquello a Camilo Cela sobre qué escritor le parecía el más influyente -ponga dos o tres, le contestó al periodista, los que más le gusten. Ponga tres o cuatro cargos, los que desee el más avezado de los lectores, aquellos con los que sería posible cargar sin el sentido más preciso de la incompetencia.

Armengol se va al Madrid y a la España de la que rebuzna, y el drama no es su huida sin perder un solo mes de sueldo conservando el acta balear hasta ser candidata oficial española, sino lo que deja. Silencio isoeléctrico en un partido miedoso y sin autocrítica, y al teleñeco de Andreu Manresa en IB3 para que le haga los coros suficientes mientras llega la reválida de sus francinos a las generales. Curioso que se sienta tan cómodo con un gobierno de ultradretadetraultra como para no dimitir.

Llega Marga Prohens, enhorabuena. Llega el recambio de la que dijo que lo haría en solitario y -empeñando su palabra- la ha convertido en un proyecto de sí misma. Sin trucos, sin trolas, sin los lametones de todos los medios debidamente financiados. Anuncia auditoria en Salut. La disfrutaremos desde aquí. Como a ella.n proyecto de sí misma. Sin trucos, sin trolas, sin los lametones de todos los medios debidamente financiados. Anuncia auditoria en Salut. La disfrutaremos desde aquí. Como a ella.