Alimentación saludable y ejercicio regular: las claves para combatir la obesidad

Este viernes 4 de marzo tiene lugar la celebración del Día Mundial contra la Obesidad, un evento destinado a concienciar a la opinión pública sobre los terribles efectos que el peso excesivo y desproporcionado acarrea para la salud.

Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) invitan a llegar a la conclusión de que la obesidad debe ser considerada ya, hoy en día, una epidemia, dado que casi dos mil millones de personas adultas y casi 350 millones de niños, en el conjunto del planeta, sufren esta patología.

Estos registros se han triplicado respecto a las cifras existentes hace apenas menos de medio siglo, en 1975, siendo Estados Unidos y Egipto los territorios que se hallan a la cabeza de esta estadística, con una incidencia del 13 por ciento en la población infantil en el primer caso, y del 35 por ciento en los adultos, en el segundo.

Enfermedades relacionadas con la obesidad

El principal problema que presenta la obesidad es su influencia directa en la aparición de otras enfermedades, algunas de ellas claramente contraproducentes para la salud, el bienestar y la calidad de vida del paciente. Entre estas patologías destacan especialmente la hipertensión arterial, la diabetes tipo II, la hipercolesterolemia (índice elevado de colesterol), los triglicéridos, y, por supuesto, los problemas cardiovasculares y el cáncer, dado que existen pruebas científicas de la interrelación directa entre la obesidad y  el desarrollo de determinadas dolencias oncológicas.

Alimentación y ejercicio físico

La alimentación saludable y equilibrada es la mejor arma de que dispone la humanidad para hacer frente a la epidemia de la obesidad. Hay que apostar por una nutrición que favorezca la ingesta de productos naturales, bajos en grasa y completamente ajenos al modelo de comida ‘fast food’ que tanto predomina, desgraciadamente, en los tiempos actuales.

Junto a la nutrición, el otro gran factor para combatir la obesidad es hacer ejercicio regularmente, adaptándolo plenamente a las necesidades y las posibilidades físicas del practicante. Todos los científicos coinciden en afirmar que el sedentarismo es uno de los hábitos que más directamente influyen en la elevada incidencia de la obesidad.

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