Era fácil entonces entender tanto interés por el desprestigio ajeno por parte del mister. Era sencillo imaginarse a manos de quién iban a recaer esos euros socialistas no aptos para recortes, tanto que no se nos ocurrirá analizar concretamente los proyectos de investigación ganadores.
Ya le pedí sin éxito a Juli Fuster, el amoroso, que me diera una subvención para investigar a esos investigadores. Debe ser que finalmente se me ha adelantado la Sindicatura de Cuentas, curiosamente un organismo que se dedica a investigar a los ya investigados por Salut i Força.
Leo el informe de ese grupo de inútiles síndicos sobre los devaneos de aquel conseller metido a niño llamado Sansaloni, y me acuerdo de lo que le escribimos a él, a su ambulancero director general del Ib-Salut, y a su secretario general de entonces, hoy imputado o como se diga que le están investigando por el tema Rocamar, Bartolomé Alcover.
Leo el inútil informe de la inutilidad capacidad ejecutiva de los síndicos, y entiendo que sólo sirve para señalar descuadres sin poner ni quitar un solo epíteto ni conclusión con cierta capacidad ejecutiva, eso sí, cobrando la friolera de 89.328,86 euros al año. Se leen sin embargo frases como “falta de control en las cuentas”, “descontrol en la contratación del día a día” o “irregularidades tanto a la contratación de los trabajadores como a la adjudicación de servicios”.
Una dedicación poética e intensiva que de llegar a la Fiscalía anticorrupción debería revisar los artículos que desde aquí les fuimos dedicando a la cuchipanda, porque es precisamente este el lugar desde dónde se les avanzó lo que sería ese informe y lo que concluye en que aquello no fue un error o un despiste. El error es esporádico y sin previo aviso: lo demás es voluntad deliberada, y a cada cuál su razón.
Si usted gana la nadería de 89.328,86 euros al año tiene muchas probabilidades de que alguien pueda incluirle dentro de ese club selecto que no sirve para otra cosa que dedicarse a señalar. Si esos síndicos no tienen la dignidad suficiente como para remitir el esfuerzo que debiera compensar ese sueldo a la Fiscalía, deberían dimitir todos a la vez para que no tuviéramos que pagarles lo que no se ganan. Sobre todo Toll-Messía, o cómo se llame la sospecha.
Suerte que aquí tenemos anotada la dirección de Ca´n Horrach/Carrau para cuando nos citen. ¿Llorarán como Munar?