No debe confundirse, como ocurre frecuentemente, la anorexia (síntoma) con la anorexia nerviosa. El término anorexia se emplea, en general, para describir la inapetencia o falta de apetito, síntoma que puede derivar de circunstancias y enfermedades muy diversas.
La anorexia nerviosa por el contrario, no es un síntoma, sino una enfermedad específica caracterizada por una pérdida autoinducida de peso, acompañada por una distorsión de la imagen corporal, que puede tener consecuencias muy graves para la salud de quien la sufre. Incluso para su vida.
Aunque afecta a todas las edades y ambos géneros, el prototipo de paciente es una mujer muy joven que, influenciadas por las modas que preconizan tallas imposibles de alcanzar, busca una delgadez extrema. Esa búsqueda poco a poco la transforma y le nubla la razón.
El enfermo de anorexia nerviosa no busca una apariencia cadavérica como la que caracteriza a los casos más avanzados, casi sin masa muscular.
Lo que sucede es que en su delirio –por eso se trata de una enfermedad mental –el espejo siempre le devuelve la imagen de una figura gorda. Aunque esté –casi literalmente –en los huesos.
La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria.
Su definición establece como característica principal la pérdida auto-inducida de peso, provocada por una preocupación anómala por la forma y el peso del propio cuerpo.
Esta preocupación más tarde se manifiesta mediante el control excesivo de la ingesta de alimentos. Se presenta normalmente en la adolescencia (14-18 años de edad), también en edades más tardías (20-40 años). Es más frecuente en las mujeres, aunque existen casos en varones.
Las personas que padecen anorexia nerviosa disminuyen voluntariamente total o parcialmente el consumo de alimentos y seleccionan aquellos que ayuden a la reducción del peso. Llegan a realizar registro diario de las calorías consumidas y muestran un comportamiento obsesivo por las comidas.
El comportamiento de las personas que padecen este trastorno es muy variable dependiendo del paciente y la fase de la enfermedad. Al principio, mienten constantemente a los que les rodean, normalmente a la familia, como método para evitar las comidas y acelerar el proceso de pérdida de peso.
Exceso de ejercicio
Otros pacientes practican ejercicio físico en exceso o se provocan vómitos de forma intencionada. Algunos toman laxantes y diuréticos para intentar acelerar el proceso. Con el paso del tiempo, muchos pacientes van aceptando su enfermedad y dejando de mentir, otros no llegan a esa etapa.
El paciente puede morir. Al deterioro físico directamente relacionado con la ingesta insuficiente alimentos se une el deterioro ocasionado por los medicamentos tomados en exceso y sin control (laxantes, diuréticos que se toman para evacuar sólidos y líquidos, en la creencia de que eso adelagaza) o por la acción ácida sobre esófago y boca generada por los frecuentes vómitos auto inducidos para no asimilar la alimentación que el paciente cree que le obligan a ingerir.
En la anorexia nerviosa existe una sobrevaloración de la importancia que tiene la forma corporal. Los pacientes pueden sufrir además diferentes trastornos mentales: depresión, ansiedad, tristeza infundada, pensamientos irracionales y hábitos de autolesión física.
Algunas de las alteraciones más frecuentes que se producen en el organismo son los siguientes: Pérdida excesiva de peso cuando el índice de masa corporal es menor a 1,5 en los adultos, o el 85% del peso esperado para los niños. Retraso del crecimiento. Alteraciones hormonales que interrumpen la menstruación. Reducción de la libido e impotencia en los hombres. Síntomas de inanición tales como alteraciones del metabolismo, ritmo cardíaco lento (bradicardia), hipotensión, hipotermia, anemia, disminución del número de plaquetas (plaquetopenía), pérdida de cabello, aparición de lanugo y uñas frágiles. Anormalidad en los niveles corporales de minerales y electrolitos. Disminución en la función del sistema inmunitario. Todos estos factores pueden llevar, como es obvio, a un desenlace fatal. Por ello es necesario reconducir los hábitos del paciente, incluso mediante un internamiento. Los objetivos globales del tratamiento serán la corrección de la malnutrición y los trastornos psíquicos.
En primer lugar se busca un rápido aumento de peso y recuperar los hábitos alimenticios, ya que la persistencia del problema puede implicar un mayor riesgo de muerte.
Advertencia
Desde el primer momento se advierte que la recuperación total del peso corporal no es sinónimo de curación. La anorexia es una enfermedad psiquiátrica y debe tratarse como tal. El tratamiento debe basarse en la detección precoz de la enfermedad.
Debe instaurarse un seguimiento ambulatorio tras el alta, con visitas regulares. Las hospitalizaciones suelen ser prolongadas, lo que supone una desconexión del entorno que puede perjudicar el desarrollo del adolescente. Por ello son aconsejables, si es posible, los tratamientos ambulatorios.
El ingreso es necesario cuando la desnutrición es muy grave y hay alteraciones en los signos vitales, las relaciones familiares son insostenibles y es mejor aislar al paciente. El tratamiento ambulatorio es eficaz cuando se detecta de manera precoz, no hay episodios de bulimia ni vómitos y existe un compromiso familiar de cooperación.