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Las putas

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz
Médico-Forense Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense
Es poner ese titular y no estar seguro de si alguna vez lo hemos utilizado aquí, en lo más alto de tod@s nosotr@s, como si fuera una cabecera de almohada. A estas horas del verano y de legislatura no sé si puede nombrar la “puta” en la casa del gobierno. Me da que es posible, que así sea, por que está el mundo tan poético que nada es descartable.

En un mundo donde las putas, las clásicas -el genérico del concepto que se diría en la farmacopea y en esta revista- andan en práctico desuso, notamos que todo siempre se supera en la terminología.

David Muñoz el artista culinario que siempre opina hacia delante, espeta en muchas ocasiones mientras valora algunas de sus creaciones que “le explota la puta cabeza”, la más ligera de todas sus capacidades. La puta rabia, el puto asco, el puto random, la putensia (mezcla de potencia y putería) han venido a quedarse como variante de zorra, lumi, fulana, furcia o jalona. Cualquiera de las múltiples variantes no hacen honor a ninguno de sus ejercicios, a ninguna o ninguno de sus también ejercitantes desconocidos, jamás insultados por el palabro.

Las scorts, las onlyfan ocupan el resto de cualquier forma de ejercicio al que alguien quiera referirse. Te pueden llamar cualquier cosa de esas -a mí mismo, incluso, en el mejor de los supuestos-, ya seas del sexo que seas, ya adoptes la postura que adoptes. Puede ocurrir todo eso, o puede incluso ocurrir que la cosa esté dentro de la llamada como a modo de revelación, como ha ocurrido.

Ha sido llamar a Son Espases, nuestro hospital de referencia, y advertir que las putas estaban dentro de mi teléfono, en lo más profundo del objeto de la llamada, siendo parte del entramado de todo este putiferio nuestro llamado sanidad. “Son Espases investiga por qué aparece como puticlub en el registro de llamadas”, titulaba la noticia Diario de Mallorca.

O sea, saber quién putas ha hecho posible que -cuando llamas a urgencias, después de que la amable señorita que te atiende diga eso de “un momento, le paso”- aparezca en la pantalla de tu móvil la palabra “puticlub”, merece en primer lugar descartar a Koldo y su banda en todo esto. Sabemos que las mascarillas que contrataran Juli, Patricia y el resto de Armengolianos nos habían salido a precio de las fulanas, a la altura de su camarada Ábalos. Sabíamos que tanto descontrol en la contratación, en los recursos humanos, en las sospechosas contrataciones de locales, era eso, una especie de casita de muñecas de alterne, que diría Sabina. Lo que no sabíamos es que algún día nos llegarían mensajes de texto certificándolo desde el más acá.

Ets un puta, me decía mi querida y manacorina amiga Magdalena Parera cuando notaba la influencia de lo que ella interpretaba como ingenio en cualquier vestigio de nuestra etérea relación. Le mandaré ahora un mensaje al buzón del viento de su inexistencia física contándoselo, que seguro que resucita como la dama, como la señora, como la intocable sombra de una mujer llamada simplemente mujer. Lo demás está de más.

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