-Parecía usted predestinado, por vía familiar, a combatir los problemas relacionados con la boca….
– Es cierto que, a la hora de decidirme por la Estomatología, pesaron indudablemente los antecedentes familiares, tanto el de mi abuelo como el de mi padre, e incluso el del primo de este, el Dr. Santiago Forteza, que fue mi primer maestro en cirugía bucal. Todos ellos fueron dentistas.
-¿Qué grado de desarrollo tenía la profesión en esa época?
– Las intervenciones bucales más frecuentes entonces eran las extracciones de las muelas del juicio y los quistes de boca; el tratamiento de la traumatología de los maxilares lo realizaba solo Santiago Forteza y por eso solicité ser su ayudante, como también lo fui -en la Seguridad Social- del Dr. Pedro Aguiló, que era cirujano general, para adquirir una cierta práctica en materia quirúrgica, aunque yo seguía con la idea de dedicarme a maxilofacial y con ese propósito solicité trabajar como voluntario, durante un año, en el hospital La Paz de Madrid, donde estuve con el Dr. Víctor Sada, prestigioso especialista en la materia y jefe del primer servicio de Cirugía Maxilofacial en España. Fue entonces cuando realmente se reafirmó mi interés por esa nueva disciplina que en aquellos momentos, a finales de los años sesenta, empezaba a tener un mayor protagonismo en el campo médico. Poco después -primeros años setenta- se fundó el hospital 12 de Octubre y el Dr. Castillo de la Paz fue nombrado jefe de servicio de Cirugía Maxilofacial: entonces comprendí que era mi oportunidad, así que solicité la plaza como cirujano maxilofacial; como tenía la familia en Palma iba a trabajar a Madrid los días laborables y volvía a pasar el fin de semana con mi mujer y mis hijos. Así durante tres años, que fueron muy intensos y que me confirmaron en mi vocación de Cirujano Maxilofacial.
-Sin embargo, regresó a su tierra…
– Mi intención era desarrollar mi especialidad en Mallorca, cuyos enfermos en tema bucales eran habitualmente derivados a Barcelona, porque aquí no había forma de tratarlos. Recuerdo que en aquella época (primeros años setenta) me entrevisté con Josep Meliá, secretario de estado del gobierno de Adolfo Suarez, que estaba en Madrid, y le hice ver la necesidad de que Son Dureta contase con un servicio de Cirugía Maxilofacial. Al año siguiente se creó la sección y yo me presenté y obtuve la plaza. A partir de ese momento pudimos atender, por ejemplo, a pacientes aquejados de cánceres bucales o de fracturas complejas de la cara y boca, algo que en esos momentos era muy común, ya que los conductores no estaban obligados a ponerse el casco y los accidentes de tráfico a menudo ocasionaban graves daños en el rostro del herido. También fue posible empezar a tratar eficazmente los tumores de parótida, cosa que hasta esos momentos no había sido posible en Mallorca.
-¿Qué supuso, en su opinión, la aparición de la Cirugía Maxilofacial desde el punto de vista del paciente?
– Sin duda representó una mejora de la calidad asistencial del enfermo muy importante, en un tipo de patologías y de lesiones que hasta entonces eran muy poco tratadas y siempre con escasos medios y conocimientos dispersos. Piense un momento en el caso de las fracturas de cara: de tener que sujetar los huesos del rostro lesionado mediantes alambres -con la incapacitación que eso suponía para el paciente- se pasó a utilizar las microplacas de titanio inventadas por el especialista francés Dr. Champi, con quien por cierto estuve durante un mes en su servicio en Estrasburgo y a quien invité a visitar Mallorca, donde impartió un curso sobre nuevas técnicas en cirugía maxilofacial. El cambio a mejor que supuso esta sola innovación ya fue muy importante. También se avanzó mucho, en aquellos primeros años, en el tratamiento de los tumores bucales -hasta entonces apenas se trataban- y de labio; este último presentaban un grado de mortalidad muy superior al actual, en parte por la costumbre tan arraigada en aquellos años (hoy ya apenas se da) de llevar permanentemente el cigarrillo en la boca mientras se realizaban otras tareas. Como curiosidad, recuerdo que mi tío Santiago Forteza y yo fuimos los primeros en intervenir quirúrgicamente un cáncer de labio en Mallorca, concretamente en el hospital de Son Dureta.
-¿Hasta qué punto la intervención facial era importante pare el paciente?
– En algunos era determinante para que el enfermo pudiese continuar con una vida más o menos normalizada, como ocurría por ejemplo en el caso de las deformaciones faciales como el prognatismo (mandíbula saliente) o la micrognatia (mandíbula encogida), unas deformaciones que aquellos años condicionaban mucho la vida social y personal del enfermo. En este aspecto puedo decir que tuve la suerte de ver en el quirófano de la Paz al Dr. Letterman -uno de los más prestigiosos especialistas de aquellos tiemposoperar estas anomalías faciales tan complejas, que tantas molestias ocasionaban a los pacientes y que hasta entonces prácticamente no tenían tratamiento.
-Pero no sólo se trataba de un problema de estética…
-No, en absoluto; de hecho este tipo de deformaciones también afectaban, y mucho, a la masticación y por consiguiente a la propia alimentación de la persona afectada, pero lo que ocurría es que hasta entonces se ignoraba que, por ejemplo, el prognatismo se podía operar y por tanto el enfermo tenía que resignarse a convivir con este problema funcional y estético. Por eso cuando empezaron las primeras operaciones de este tipo, psicológicamente aportó mucha confianza y bienestar a los afectados, desde el momento que les proporcionaba una posible salida a un problema que aparentemente no tenía solución.
-Casi medio siglo después de haber empezado a mostrar interés por su cuidado y tratamiento, considera que la boca sigue siendo la gran desconocida desde el punto de vista médico?
-Actualmente ya no. La boca es un órgano muy importante para el ser humano, no sólo por una cuestión de estética (los labios, la boca son fundamentales en la imagen que damos), sino también porque es la primera estación en el proceso alimentario: por ella entran los alimentos y empiezan a ser triturados para ser mejor digeridos. Pero incluso nuestra fonética, la forma de comunicarnos mediante las palabras, viene muy condicionada, moldeada diría yo, por la boca. Y tampoco podemos olvidar el papel fundamental que juega la saliva en tantos procesos del cuerpo, para empezar en nuestra alimentación, porque sin saliva, de hecho, no podríamos comer. En general creo que se ha avanzado mucho, en estos últimos cuarenta años, en lo que se refiere al estudio, cuidado y tratamiento de la boca, de la cara y de toda la patología (traumatología facial, deformaciones, cánceres bucales…etc) y lo ha hecho además en un espacio de tiempo relativamente muy breve, lo cual es una muy buena noticia.
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Hola yo tengo una operacion maxili facial hecha en la fundacion Lopez Perez por el Doctor Rodolfo Villaseca Hoffman esto fue el año 1982v