Desoirán todas las propuestas que caerán en saco roto y se eternizará la progresiva desinversión que viene sufriendo la Enfermería. Las históricas reclamaciones, absolutamente justificadas, acabarán en promesas incumplidas.
La situación no es nada idílica para la Enfermería que sufre los mismos problemas que hace 40 años. Seguimos sin una ley de seguridad y calidad del paciente que permita aumentar las ratios de número de enfermeras/os por habitantes y pacientes. Adoleciendo de un desarrollo adecuado de las especialidades, continuamos excluyendo a las/os enfermeras/os del grupo A de funcionarios y, como una macabra constante, la ley contra las agresiones a sanitarios sigue brillando por su ausencia. La errónea sensación de mejora por la eventual situación postpandemia, por tanto, es un espejismo. La interinidad y la precariedad de los contratos que la provocan le confieren una fragilidad sobre la cual nuestra profesión no puede basar su paz social. Debemos ser conscientes estamos en un periodo de calma tensa, de que los problemas reales nos están afectando de forma crónica y que la Administración no se decide a resolverlos. La manifestación del pasado año 2022, el 18 de junio en Madrid, convocada por Unidad Enfermera –que integra diferentes estamentos de la profesión, entre ellos el colegial– no fue más que el germen de otras movilizaciones que se irán sucediendo en los próximos meses.
Desde la Organización Colegial de Enfermería de la Comunidad Valenciana, integrada por el CECOVA y los tres colegios de provinciales, vamos a seguir haciendo hincapié en que debemos sumarnos a las movilizaciones que se van a ir convocando. Y debemos hacerlo porque, aunque parezca que ahora no pasa nada, no podemos seguir asumiendo que los políticos nos ninguneen de manera ofensiva incluyendo obstáculos que suponen un lastre para nuestra profesión.
Señores políticos: ¿No creéis que la falta de enfermeras/os nos aporta una sobrecarga asistencial perjudicial para la calidad de la atención que prestamos a nuestros pacientes? ¿No consideráis que nos merecemos librarnos del tope que nos marca no poder tener la categoría A1? ¿No pensáis que las enfermeras/os que han estudiado una especialidad tienen derecho a ejercerla y a tener un adecuado reconocimiento económico? ¿No nos merecemos que se hagan realidad todas las promesas que se nos hicieron tras la pandemia?… Nuestras reivindicaciones requieren de un planteamiento político que nos oiga y nos escuche de verdad, pero, por encima de todo, se precisa de una movilización social. El papel que debe desempeñar la Enfermería ha de ser decisivo. Constituimos la profesión más numerosa en el ámbito de la población sanitaria y, en ese sentido, formamos una potente fuerza a la hora de inclinar la balanza electoral. Aunque, siempre se debe tener presente que invertir en Enfermería es obtener beneficios para la salud de nuestra sociedad y, en consecuencia, un importante ahorro para el futuro.