María Martinón, médica y paleoantropóloga, directora del CENIEH, investigadora en Atapuerca: «Hace un millón de años había muchas menos infecciones por la menor densidad poblacional»


JUAN RIERA ROCA / María Martinón Torres es una médica y paleoantropóloga española. Es fundadora de la European Society for the Study of Human Evolution, directora del Centro Nacional de Investigación Humana (CENIEH) y uno de los científicos más importantes que investigan los yacimientos de Atapuerca. El miércoles 17 pronunció la conferencia inaugural en el 40º Congreso de la SEMERGEN, sobre las claves de la supervivencia entre aquellos homínidos y los actuales humanos.

P.― Médica y paleontropóloga, y con plaza en Atapuerca… ¿Los huesos fósiles nos enseñan Medicina?
R.― La gente se cree que el interés de una ciencia como la Paleoantropoligía es solo por los muertos, cuando en realidad lo que tenemos nosotros es un interés por los vivos y por los vivos de hoy. A través del estudio del pasado tenemos una perspectiva mucho más completa sobre nuestro día a día, sobre los retos contra los enfrentamos y sobre si difieren en mucho o no sobre los restos contra los que se enfrentaron nuestros antepasados. Y uno de los observatorios más complejos para poder estudiar cómo vivían nuestros antepasados se encuentra en Atapuerca, un conjunto de yacimientos con unas colecciones fósiles excepcionales que nos cuentan muchas historias, personales y de la especie, sobre el ambiente, sobre los retos, sobre el estrés que tenían.

P.― ¿Éramos tan diferentes, médicamente hablando?
R.― Gracias al estudio de esos homínidos sabemos que en algunos casos sufríamos las mismas situaciones. Tenemos en común con ellos un gran número de traumatismos, de accidentes. Eran cazadores y recolectores y estaban preparados para vivir al aire libre, pero con una vida muy físicamente muy exigente. Para nosotros los traumatismos son una de las principales causas de muerte no natural, aunque cambien los escenarios, las causas siguen siendo las mismas.

P.― ¿Nos morimos de lo mismo?
R.― Pues hay una serie de causas de muerte de estos momentos que fueron muy escasas en el pasado. Y los estudios al respecto nos revelan que somos una especie que se ha adaptado a un estilo de vida completamente diferente. Hace unos 200.000 años era una especie optimizada para estar al aire libre, para cazar, para correr. Hoy seguimos siendo ese mismo homínido, pero hemos cambiado radicalmente nuestra forma de vivir, de forma que podemos decir que nuestra anatomía ha entrado en obsolescencia. Por ese desgaste que sufrimos, las principales causas de muerte y morbilidad son las cardiopatías isquémicas y otras patologías que están relacionadas con estilos de vida no saludables. La exposición a nuevos ambientes que son diferentes a aquellos en los que se originó nuestra especie están desarrollando una serie de patologías que nos hablan de un cambio importante respecto a nuestro pasado.

P.― Al menos contra las infecciones nos defendemos mejor, ¿no?
R.― Otro de los grandes problemas que afectan a la población actual es el de las enfermedades infecciosas, hasta el punto que es una gran amenaza de nuestra especie a día de hoy. Sin embargo, durante el último millón de años apenas encontramos registros que nos indiquen que aquellos homínidos sufrieran enfermedades infecciosas.

P.― ¿Pero cómo puede ser eso?
R.― Pues porque las enfermedades infecciosas necesitan una densidad poblacional suficiente para que el patógeno pueda contagiarse y persistir en el tiempo y eso solo sucede con nuestra especie desde hace unos 50.000 años, cuando ya somos bastantes como para vivir próximos, para expandirnos por todo el planeta y cuando empezamos con prácticas como la ganadería, la agricultura y la convivencia muy estrecha con los animales, lo que posibilita que esos patógenos que antes solo afectaban a los animales puedan afectarle también al hombre.

P.― ¿Pero eran más débiles o más fuertes?
R.― Cuando leemos la enfermedad en los registros fósiles leemos una historia de fortaleza. La cicatriz la tiene el que ha ido a la batalla y ha sobrevivido. Y paradójicamente la enfermedad es la respuesta, el intento de reparación, cuando nosotros encontramos enfermedades estamos viendo a los fuertes, a los que se enfrentaron a retos y durante un tiempo fueron capaces de sobrevivir; estamos viendo la fortaleza de ese individuo y probablemente también la fortaleza de esa especie. Individuos que cuidaron a personas que tuvieron discapacidades u otras dificultades.

P.― ¿Había viejos?
R.― En Atapuerca tenemos muchos casos de individuos con edades avanzadas y que sufrieron muchas dificultades y que a pesar de ello sobrevivieron. Tenemos el caso de una niña con una deformidad que probablemente le supuso un retraso psicomotor y que sobrevivió. Y todo eso significa que ya entonces, hace 500.000 años, los humanos se preocupaban por las personas. Por ello creo que el estudio de esas etapas nos da muchos conocimientos no solo sobre el sufrimiento, sino precisamente sobre compasión y humanidad.

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