Miss Son Banya

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz
Médico-Forense Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense

Si la semana pasada nos mirábamos el ombligo hablando sobre la colonoscopia infecto contagiosa de la lengua en nuestras islas, ésta simplemente sonreímos. Por fin nos han devuelto la esperanza, por fin el Gran Poder Catalán nos devuelve el ninot de Puigdemont arrastrándose por las cuatro esquinitas del mundo.

A quién se le ocurre quitarnos un estado adicional al nuestro; a quién se le ocurre pervertir una esperanza perpetua de cadena metiéndolo en una cárcel de ladrillo rojo alemán. Por fin podemos seguir con el espectáculo de su libre evolución psíquica, de su enfermedad a escape libre y engorde vacuno. Necesitamos a Puigdemont libre y errante, convencido de que es él quien elige estar donde no le corresponde. Es él quien nos dice quiénes somos. Lo necesitamos libre.

Nadie prefiere la estática de unos barrotes pudiendo quedarse con la estética de una persecución. Nadie quiere que la sombra carcelaria perturbe la posibilidad de que puedas ver la desdicha de tu asesino sufriéndola.

Entendido el verdadero argumento de la diversión, entendamos ya de una vez el verdadero argumento de la nación española al delito. Eres español si puedes permitirte descojonarte ante lo peor, y ésa no es tu salvación, no te equivoques, es la gran condena del otro.
Eres la grandeza de la madre de Gabriel cuando no intentas meter a su asesina en el lugar del que no va a poder salir el resto de su vida, y no me refiero a una cárcel de ladrillo rojo más cercana.

Si hay risa hay Estado español. Si hay descojono hay Nación. Si sonríes existes en todo lo que fuimos, porque -a falta de rebeliones y sediciones- la condena es sonreír a todo lázaro amarillo. La risa no sólo hace que seas indefectiblemente español, atrapa a Puigdemont a la malversación de sus peores arrastres.

No necesitamos a Llarena pudiendo descojonarnos de nosotros mismos. No necesitamos más años de cárcel que todos aquellos en que no podrá volver a ver a Cristóbal Colón señalándole. El canje es la risa, y la risa es tu salvación.

Y de risa a risa vemos la cara de Patriciamiamor, nuestra consellera de ladrillo rojo. Por fin la llamamos por su nombre: Patricia Gómez Picard.

Como a falta de lengua de exclusión siempre nos queda la denuncia, ojo a que la legión española de Son Banya acaba de denunciar públicamente la relación entre la mis, socialista e inquisidora lingüística, y su hermano, casualmente el director del centro comercial FAN, un tal David Gómez Picard. Sospechar recalificaciones de terrenos en Son Banya es un delito menor que el de hacer conjeturas sobre la cualificación del hermanísimo para ocupar ese destino después de dos años de cargo socialista y a dedo en Ports de les illes balears. Sospechar que del desmantelamiento del narcolugar pueda beneficiarse alguien es peor que imaginarse qué nivel de titulación catalana no habrá necesitado el hermanísimo para llegar a ese poblado despoblado.

Si la fe mueve montañas y fue el opio del pueblo, la fe en la lengua impuesta debe ser el sustitutivo natural para casos de urgencia en el tema pelotazos. Terrenos, familia, políticos. Empieza el descojono.

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