Expertos del mundo sanitario y científico balear explican en el programa Salut 4.0 que la investigación policial se centra en una presunta venta de un producto no autorizado como medicamento, pero que no entra a valorar su potencial terapéutico, que los primeros indicios avalaban, pese a que se ha distribuido antes de superar todos los ensayos clínicos preceptivos
Juan Riera Roca /
Fue el pasado Martes Santo cuando estalló la bomba periodística de lo que ya se ha dado en llamar ‘Caso Minerval’: la prensa publicó la noticia de que dos catedráticos de la Universitat de les Illes Balears (UIB), los profesores Pablo Escribá y Xavier Busquets, investigadores en Biología Celular, habían sido interrogados por la Policía por un presunto caso de fraude con agravantes.
La Policía investigaba desde un año atrás y gracias a una denuncia de la propia Universitat si estos profesores estaban vendiendo un producto, patentado bajo el nombre de ‘Minerval’, como medicamento eficaz contra un tipo de cáncer muy agresivo, un tumor cerebral denominado glioma, y como paliativo de los efectos degenerativos de la enfermedad del Alzheimer.
Dado que el ‘Minerval’ aún no había pasado los ensayos clínicos ni recibido su autorización como medicamento, su uso y más aún su venta como tal, podría constituir un delito grave. Tras conocerse la noticia, la sociedad científica y civil en general rechazaron los hechos que se fueron conociendo, aunque poco a poco se ha ido viendo que no todo lo que ha aparecido en prensa es exacto.
Tras conocerse el interrogatorio en sede policial de los dos profesores, el Consell de Direcció de la UIB hizo público un comunicado en el que se puso de manifiesto el papel de la Universitat en el proceso, que de hecho activó la investigación, ya que fue la propia institución docente la que llevó los documentos y sospechas sobre lo que estaba sucediendo a la Fiscalía, tras ser informada por los oncólogos de Son Espases.
Posteriormente la UIB suspendió la actividad docente de los profesores Escribá y Busquets, a los que se conserva su actividad investigadora y sus salarios. Esta suspensión limitada no es proteccionista ya que al ser funcionarios, hasta ahora ni imputados ni mucho menos condenados, la simple sospecha que pende sobre sus cabezas no permite apartarlos de sus puestos más allá de la docencia.
Salut 4.0
Para hablar del ‘caso Minerval’ Salut 4.0, el programa de Canal 4 Ràdio que presenta y dirige Joan Calafat, reunió al presidente del Colegio de Médicos, doctor Antoni Benassar, el presidente de la Asociación Contra el Cáncer belear, doctor Javier Cortés, el director del IUNICS, profesor y doctor Félix Grases y la doctora Margalida Frontera, directora general de Acreditación, Docencia y e Investigación en Salud.
Las conclusiones, que el lector (y el oyente que recupere el programa) puede sacar, apuntan a que el ‘caso Minerval’ se ha mediatizado de forma inexacta y que hay que separar la parte científica, que no ha sido cuestionada, y cuyo desprestigio no debe salpicar ni a la UIB en general, ni a sus investigadores biomédicos en particular, cuya solvencia científica —ni aun en el caso de Escribá y Busquets— se ha menoscabado.
Escuchando a los expertos queda claro que Fiscalía y Policía investigan un presunto caso de fraude grave, pero no por la difusión de un producto falso o dudoso, sino por su presunta venta a cambio de grandes cantidades de dinero, por personal no médico y sin que el mencionado producto, cuyos primeros estudios parecen avalar su potencial terapéutico, hubiera superado los ensayos clínicos para convertirse en medicamento.
El director del Laboratorio de Investigación en Litiasis Renal de la UIB y del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud (IUNICS), doctor Félix Grases, centró el debate advirtiendo que en la investigación policial “no se ha entrado en temas científicos. Los investigadores del ‘Minerval’ llevaban años trabajando con resultados que han sido publicados en las revistas científicas.” “No es por esos resultados —dijo el químico, profesor e investigador —que este tema ha llegado a la Fiscalía y a la Policía –sino porque un grupo de oncólogos de Son Espases escribió a la UIB informando que se estaba dando ese producto como tratamiento a pacientes con cáncer, siendo un producto de síntesis (y esto es crucial) y no un ‘nutricéutico’ (o producto natural que se encuentra ya en la alimentación del ser humano).” “Que el ‘Minerval’ sea un producto de síntesis (que e sintetiza en un laboratorio de Valencia) implica que para su uso ha de pasar por una serie de ensayos clínicos —siguió explicando el catedrático e investigador —y de hecho se encuentra en la fase II de esos ensayos, pero no habiéndolos todavía superado no se puede denominar, prescribir ni utilizar como medicamento. Y eso es lo que hay que investigar si se ha producido”.
‘no es un placebo”
El director del IUNICS negó en su participación en Salut 4.0 que el ‘Minerval’ sea considerado un placebo ya que tras esa molécula “hay un trabajo de investigación y estudios publicados” e insistió en que lo que están investigando Policía y Fiscalía es “si se ha hecho un uso del producto, que no deriva de la dieta habitual de las personas, sin culminar los ensayos que prueban que no es tóxico y que tiene efectos terapéuticos”.
Otro de los invitados del programa, el doctor Javier Cortés, médico experto en oncología ginecológica, investigador y presidente de la AECC en Baleares, destacó que ante casos como éste desde la prestigiosa asociación que dirige “ponemos el foco en primer lugar en proteger al enfermo y a su familia y en segundo lugar a los investigadores y a la Universitat de les Illes Balears, que no se vean salpicados porque son muy buenos.” Del ‘Minerval’, a cuyos promotores la AECC concedió una ayuda de casi 200.000 euros, que ahora el Dr Cortés ha encargado a los abogados de la asociación que intenten recuperar para dedicar a otros proyectos de la UIB, el oncólogo dijo que “era un proyecto que inicialmente pintaba muy bien, pero parece que se han precipitado. Por ello insisto que lo primero es proteger a los enfermos y a sus familias”.
El doctor Cortés recordó que inicialmente el ‘Minerval’ “parecía que funcionaba, pasó la fase I y está en la II [hay varias más] de los ensayos clínicos, en los que cada vez se implican más voluntarios y hospitales.
Son unos estudios muy controlados que con frecuencia acaban en negativo. Y esto es lo que presuntamente se han saltado, iniciando una comercialización de la molécula sin una evidencia científica que la respalde”.
El doctor Antoni Bennasar, presidente del Colegio de Médicos de Baleares (COMIB) hizo por su parte hincapié en que el ‘caso Minerval’ había estallado en una tormenta mediática que de alguna manera deformaba los hechos. Bennasar dejó claro, para centrar la cuestión “que en primer lugar los únicos que pueden prescribir un medicamento son los médicos, y en este caso, además, solamente los médicos oncólogos”.
Que personas que pese a su categoría universitaria no sean médicos hayan podido prescribir un producto como si fuera un medicamento es “la primera violación de los códigos establecidos que hay que esclarecer” dado que además se trata de “un producto con base científica pero aún sin desarrollar”.
Bennasar insistió en “defender la capacidad investigadora de los científicos de la Universitat de les Illes Balears”.
El doctor Bennasar hizo especial hincapié en la tragedia que supone “utilizar la desesperación de personas enfermas que están buscando cualquier tipo de solución, de personas que sufren y que irán a dónde sea que les digan. Y además — añade el médico y presidente colegial —no estamos hablando de páginas de Internet extrañas, sino desde la Universidad y de que hubo personas que llagaron a pagar grandes cantidades de dinero”.
Testimonio
Precisamente en este sentido fue muy valiosa la aportación a este espacio radiofónico del ex político y activista social Cecili Buele, quien relató cómo su esposa, hoy ya fallecida, estaba enferma de Alzheimer y unos amigos “me dieron el teléfono de un profesor de la UIB que investigaba el Alzheimer. Lo llamé y me dijo que se estaban haciendo unas pruebas con un producto y con enfermos para investigar esa enfermedad”.
Sin embargo, las participación no era gratis: “Me dijo que iba a costar entre 1.500 y 2.000 euros al mes, algo que con la pensión no podíamos pagar”.
Buele declaró ante los micrófonos de Canal 4 que “ahora quiero plantear además si las instituciones, colegios profesionales, Govern, UIB… han hecho todo lo que tenían que hacer, porque ante casos así los familiares de los enfermos nos sentimos desamparados y desesperados.” La doctora Margalida Frontera, directora general de Acreditación, Docencia e Investigación en Salud del Govern balear participó en el programa mediante una intervención telefónica en la que explicó — contextualizando problemas como el del ‘caso Minerval’ — que “en materia de financiación de la investigación queda aún mucho por hacer: estamos lejos de la UE con su 3% del PIB, que en España es solo el 1,4 y aquí un 0,4”.
Ayudas
La directora general recordó que desde el Govern se trabaja en incrementar esta financiación, con la convocatoria por primera vez de ayudas desde las Islas y que se han desarrollado otras iniciativas “como la adhesión del IdISBa a los acuerdos de la ONU al respecto y a una guía de buenas prácticas que define las metodologías de investigación que se desarrollan con humanos y con animales y cómo evitar las malas praxis”.
Frontera —cuyo departamento crea la figura del síndico o defensor del investigador— manifestó también que desde la Conselleria se ha venido trabajando desde hace años en acciones de control de prácticas contra hechos como los que ahora parecen envolver el ‘caso Minerval’ y que “hay que dejar trabajar a la Justicia”.
Frontera se solidarizó con los afectados y destacó que la mayoría de los investigadores “hace bien su trabajo”.
SALUT I FORÇA DIAGNOSTICA
Año 2030: ¿Dos profesores imputados ganan el Premio Nobel?
Ficción dramatizada basada en hechos presuntos: Año 2030, la Academia Sueca concede el Premio Nobel de Medicina a dos profesores de la Universitat de les Illes Balears por la síntesis de una molécula que tiene efectos muy positivos contra determinados tumores muy agresivos y contra enfermedades neurodegenerativas.
Los profesores, imputados en varios casos por presuntos delitos económicos, no saben si podrán acudir a Oslo a recoger el premio. Es más, dadas sus múltiples citas con los tribunales, no saben si ni tan siquiera estarán en libertad cuando se celebre la ceremonia de la entrega de premios. ¿Podría darse una situación como ésta, podrían ganar el Premio Nobel dos profesores imputados? Pues si nos basamos, aunque sea de lejos, en el ‘caso Minerval’, podría decirse que sí. Los profesores Escribá y Busquets no están aún ni imputados y desde luego es poco probable que en la Academia Sueca hayan oído hablar de ellos, a no ser que algún académico tenga casa en Mallorca –lo cual no es improbable –y lea estos días los periódicos y las soflamas amarillistas que se están publicando contra la ciencia. Insistimos: contra la ciencia, cuando se tendrían que publicar sólo contra el delito.
Que esa moléula de aceite de oliva hidrolizada llamada ‘Minerval’ reveló desde los primeros estudios propiedades potencialmente terapéuticas –llegó a declararse “medicamento huérfsno –es algo que una parte significativa de la marabunta mediática parece olvidar o despreciar. No se puede hablar en rigor científico de ‘placebos’ y mucho menos de ‘falso medicamento- curalo-todo’, aunque a falta de culminar los ensayos clínicos es cierto que el ‘Minerval’ no es aún un medicamento. Las tensiones históricas entre algunos médicos y algunos científicos de laboratorio no pueden justificar ahora una ‘caza de brujas’, aunque es del todo justificable una caza de (presuntos) delitos.
Otra cosa (aún presunta) es que paralelamente al proceso científico alguien haya captado fondos de forma irregular. No sabemos si se ha convencido o motivado a personas enfermas (o a sus seres queridos) para que dieran donaciones a una fundación para poder financiar la continuidad de los estudios. No sabemos si el ‘Minerval’ se ha vendido o a dónde han ido los dineros que presuntamente han cambiado de manos en todo este lío. Del mismo modo que no sabemos, pero sería delito, si el ‘Minerval’ se ha prescrito como el medicamento que aún no es, por profesores que por muy insignes que sean no son médicos. Y los médicos son los únicos que pueden prescribir medicamentos.
¿Y sí todas esas personas que se sospecha que han pagado por el ‘Minerval’ simplemente aceptaron entrar en un tal vez irregular ensayo clínico (movidas, sin duda por la desesperación) y dieron dinero precisamente para que esos ensayos pudieran continuar? Hace pocos años el padre de un joven fallecido por un tumor cerebral, que había tomado ‘Minerval’ seguía con la intención de organizar actos para recaudar fondos para la fundación, porque aunque el producto no hubiera llegado a tiempo de salvar a su hijo, creía en él. Como de decía Shakespeare la vida es “ruido y furia”. Ante el ‘caso Minerval’ no hay que hacer caso del ruido ni la furia mediática, hay que ver qué dice la Justicia y no dejar de creer en la Ciencia y en la UIB, que en el ‘caso Minerval’, si ha habido delito, ha sido una víctima más.