

Miguel Lázaro Ferreruela
Psiquiatra HUSE
Coordinador del Centro
de Atención Integral de
la Depresión.
Está todo inventado. Solo se trata de copiar lo bueno que otros hacen. No olvidemos el objetivo: generar buenos profesionales médicos. Bien preparados, bien entrenados y adaptados al nuevo paciente que nos llega a las consultas. Paciente bien informado, exigente, sabedor de sus deberes y de sus derechos, comprometido y corresponsable con el tratamiento y que exige una relación médico- paciente horizontal y donde su autonomía y sus valores sean reconocidos. No debemos caer ni repetir los ‘errores’ que lastran de forma endémica la dinámica universitaria: endogamia, nepotismo, amiguísimo, politización, apriorismos ideológicos… No se implanta la Facultad de Medicina para que los intereses particulares, por otra parte legítimos, se puedan satisfacer . Ni para saciar los egos . Ni por supuesto para calmar y contentar grupos de presión de la UIB, que no tiene que ver con la Facultad de Medicina ni con los médicos.
Los estudiantes y los ciudadanos deben de prevalecer sobre maniobras orquestales en la oscuridad de determinado lobby de la UIB para desempeñar su actividad docente. No toca. Sería una lástima, incomprensible y será motivo de debate el que determinadas asignaturas que se van a impartir sean dadas por profesionales cuyo ámbito docente no es el ámbito médico. Tenemos buenos biólogos, bioquímicos, químicos, médicos clínicos e investigadores, expertos en salud pública y sobre todo gestión clínica que pueden perfectamente impartir toda la materia docente de primero.
Y si no traemos de fuera a algún docente. La gestión clínica es clave en el nuevo profesionalismo médico donde el liderazgo médico es incuestionable y reconocido globalmente.
Tenemos competencia, capacidad, conocimientos, ciencia, conciencia, responsabilidad y exigencia ética. Los médicos sabemos complementarnos con otros profesionales sanitarios desde el enfoque biopsicosocial y el abordaje multidisciplinar. Ahora bien esta complementariedad o sinergia, en bien del paciente, exige un respeto escrupuloso de las competencias y de los límites de cada profesional. No puede haber confusiones en este aspecto. Lealtad, respeto, tolerancia.
Defender nuestro profesionalismo, competencia y asumir nuestro liderazgo no es el ‘manido y simplificador corporativismo’. Queremos que los docentes sean buenos clínicos, buenos investigadores, expertos profesores en biología, bioquímica, física, matemáticos y con gran capacidad pedagógica.
Y por supuesto deben de ser médicos quienes impartan la gestión clínica a los futuros médicos, tal como se hacen las facultades de medicina de todo el Estado. No se entendería ni sería razonable que no fuera así. Los experimentos con gaseosa y en verano. La UIB debe de tenerlo claro, así como la decana Margarita Gili y el comité asesor. ¡Ah! Y es paradójico y sorprendente de que todavía no está establecido el departamento de Medicina.
La dinámica interna y la homeostasis grupal y los conflictos de poder de la UIB no debe de escenificarse en la selección del profesorado de Fa facultad de Medicina de les Illes Balears. Nos jugamos mucho.