Vicenç Thomás, por fin

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz
Médico-Forense Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense

Cuando se elige a un personaje como a Vicente Thomàs presidente del Parlamento balear, usted sabe, tú sabes, que va a haber columna. Incluso él mismo sabe, desde su ya poltrona, que va a asomar por aquí esa pata seria y aburrida por esta letra.

Cuando al Dr. Thomàs se le nombra Presidente del Parlamento Balear, es porque todos sabemos que la enfermedad insular, que el gran mal de todos los males que nos afectan, llega a esa institución para que él pueda tratarla. Llega el compañero con su bata plisada gris funerario, con su corbata de 45 grados a la sombra en ese coche azul de traslados mortecinos y oficiales, y entonces ya sabemos que por fin llega el médico a la asistencia pudenda de nuestra primera cámara. No hay mejor arreglo para el muerto -para todos esos muertos vivientes y camerales de las señorías diputadas- que un funerario socialista recién nombrado: rojo y negro, como buen mallorquinista, como un buen infierno.

Siempre supimos que detrás del aburrimiento de Thomàs se hidrataba un presidente parlamentario, un miembro de cualquier mesa con cualquier silla que no fuera la antesala de cualquier sala de espera. Siempre vimos detrás de ese flequillo caído y triste a un medico que trata la enfermedad no con seriedad sino con la seriedad. Ningún paciente rechista de su tumor con alguien peor a su lado. Nadie puede hacer otra cosa que sonreír estando junto alguien tan severo.

Es darse la noticia de que por fin Thomàs es lo que siempre ha querido ser, que uno no puede más que alegrarse de que haya podido nombrarse a sí mismo, de que -finalmente, y tras tanto esfuerzo- pueda verse en las fotos como segunda autoridad autonómica, como parte de la lista de espera del Monarca en cuanto llegue estos días, como el segundo a su derecha empalizando aburrimiento con la aburrida reina.

Mi corazón se alegra de que pueda oírse retumbar en los pasos perdidos esa voz de ultratumba diciendo un “se levanta la sesión” o un “se sienten, coño” o como lo diga en mallorquín.

Siempre nos los hemos imaginado practicando la maniobra de estar abriendo y cerrando la sesión, frente al espejo, como en una autopsia a todos esos difuntos llenos de violencia verbal y de navajeo eco-soberanista que últimamente nos da tanto por el saco. Orden, Vicente, pon orden en la sala, pinta de negro el deterioro de la clase a la que ahora representas.

Por fin sabemos que la sesión que Vicenç levanta es la de la llegada del medico general a la quinta planta del hospital parlamentario para su resurrección, la llegada del general al patio cervecero de la farra de los votos que pagamos siempre los mismos. Pasamos de la camiseta del persianero mallorquín de Balti -el anterior presidente, por llamarlo de alguna manera- al atuendo color escaño, al camaleónico president que confundiendo cariátides con carótidas y traje con triaje, nos traiga días de gloria durmiente, sueños profundos como los que un día nos dedicaba él aquí cual fenecido sobre su escaño.

El príncipe durmiente y adecuadamente dormido de Vicenç Thomàs ya es presidente de Parlamento balear. Enhorabuena, compañero.

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