“No necesariamente existe un trastorno mental ni patología psiquiátrica en los terroristas”

El doctor Miguel Lázaro, especialista en psiquiatra y la especialista en psicología clínica, Mariona Fuster, analizan cómo convivimos con la tragedia del terrorismo yihadista

P.- ¿Cómo asimila el ciudadano un atentado cuando afecta a una localidad tan cercana como Barcelona?

R.- M.F. En España, lamentablemente tenemos antecedentes de atentados terroristas, por lo que la ilusión de invulnerabilidad es menor que en otros países que no han vivido este tipo de catástrofes. Nunca es un golpe fácil de encajar, por lo que es desestabilizador y perturbador. Se podría decir que la sociedad pasaría por los diferentes estados propios del estrés postraumático, que van desde el estado de shock y confusión, a entrar estados de pánico y realización de acciones parar recobrar el equilibrio y la sensación de seguridad/control, procesos de duelo en los que aparecería la negación, la ira y estados depresivos, para ir, con el tiempo, recobrando la homeostasis.

R- M.L. La proximidad y la familiaridad del contexto de los atentados influye mucho en el tsunami emocional que nos desborda ya que la identificación con los afectados es mayor, por lo que aumenta la inseguridad y el miedo.

P.- ¿Detectan cierto miedo, cierta inseguridad? Estos días la gente no habla de otra cosa.

R.- M. F.Hay miedo y hay inseguridad, y es natural que lo haya. Pero sobre todo hay mucha compasión y mucho dolor. La muerte de personas y niños inocentes, el que se arrebate la vida de personas por motivos pesudopolíticoreligiosos, no se entiende y es desgarrador.

R.- M.L. En la vida no hay riesgo 0 y la incertidumbre es nuestra compañera de viaje. Cuando la realidad externa tan dramática, brutal y mutiladora, se nos muestra con gran sobreinformación y con multitud de imágenes pro tierra, mar y aire, desestructura nuestra realidad interna generándonos sentimientos intensos de temor, pánico, falta de control y ausencia de dolor. Rompen nuestra creencia e ideales sobre la seguridad. Compartir la experiencia es bueno para todos. Somos seres sociales y los vínculos soportan nuestras vidas.

P.- ¿Produce mayor miedo ver esas imágenes tan crudas o es mejor ver la realidad como es sin maquillaje?

R.- M. F.- Rotundamente no se deben mostrar las imágenes de los fallecidos en primera plana, y me cuesta no entrar a valorar este gesto cuando el que ello se haga corresponde a fines mercantilistas y no informativos. La realidad hay que mostrarla pero sobre todo hay que explicarla. Informar. Pero en la era del sensacionalismo, lo que se busca, precisamente es eso, provocar sensaciones, y cuanto más intensas mejor. Llevamos décadas exponiéndonos y alimentándonos, entre otras, de imágenes de elevada violencia, por lo que tenemos una tolerancia a las mismas grandísima. Después está Internet, con las redes sociales, que es un generador contante y descontrolado de imágenes. Seamos responsables; por respeto a las víctimas y a los familiares.

R.- M.L. La sobreexposición a las imágenes en un contexto de sobreinformación eleva el riesgo psicológico inmediato y posterior en forma de recuerdos recurrentes postraumáticos. El impacto en los niños es mucho mayor.

P.- ¿Necesita el lector o espectador ese contenido? ¿O es puro morbo?

R.- M.F. Sin duda, hay imágenes que han aparecido en los medios y son compartidas en las redes sociales que ni informan ni sensibilizan, que solo sirven para alimentar el morbo de algunas personas y generan todavía más sufrimiento y dolor a víctimas y familiares.

R.- M.L. No es necesario ese bombardeo visual por parte de los medios y de las redes sociales. No debemos consumir morbo ni basura visual. Los medios deben de ser muy cautos en la difusión masiva de las imágenes, por respeto a la dignidad de las víctimas y de sus familiares. Y los espontáneos deben de abstenerse de grabar y difundir las imágenes.

P.- ¿Se cree el lema «No tenim por» empleado por las instituciones catalanas y nacionales para salir a la calle?

R.- M.F. Dos necesidades psicológicas esenciales del ser humano son la necesidad de seguridad y la necesidad de libertad. Entiendo que es un alzamiento, frente a personas/ organizaciones/sociedades que utilizan el terrorismo, para manifestar que no nos las van a arrebatar.

R.- M.L. Es un mantra o mensaje adaptativo que estructura una narrativa global, resistente y esperanzadora. Cohesiona al grupo. Es un mensaje que aumenta la vinculación con el prójimo. Claro que tenemos miedo pero el eslogan pone énfasis en que juntos lo afrontamos y que acompañándonos lo venceremos.

P.- ¿Qué enfermedad mental radicaliza a una persona para que emplee la religión como excusa para matar a cuantas más víctimas mejor?

R.- M.F. No necesariamente existe un trastorno mental en las personas que cometen estas atrocidades. Podríamos plantearnos un perfil psicológico, pero la realidad es que se trata de una cuestión más compleja, que hay que contextualizarla. Existe una dinámica de guerra, en la que nosotros, como sociedad, también estamos contribuyendo. Matar por unos valores patrióticos se ha hecho y se seguirá haciendo, y cuando se trata de nuestras acciones bélicas, no nos plantemos si tras esas conductas hay radicalización, fanatismo, trastorno mental o psicopatía.

R.- M.L. Los asesinos no tienen ningún tipo de patología psiquiátrica ni de psicopatía. El fanatismo se sustenta psicológicamente en el mundo de las pasiones, que son esquemas mentales de gran calado afectivo, muy absorbentes, obsesivas, que polarizan totalmente la vida psíquica y que pueden romper el equilibrio psicológico y generar conductas muy violentas. Se alimentan de odio, venganza y resentimiento. Son seres deshumanizados y disociados de sus emociones. Aunque nos cueste entenderlos, ellos tienen su propio guión y relato en el que fundamentan su violencia indiscriminada. Es una guerra contra nosotros y por supuesto no caben ningún sentimiento positivo, empático o de culpa.

P.- ¿Puede ocurrir que la sociedad vea a un musulmán o árabe y sienta pánico si entra a un establecimiento?

R.- M.F. Puede ocurrir que personas traumatizadas por lo ocurrido, ya sea porque lo han vivido en primera persona o porque lo haya hecho un amigo o familiar, ante la detección de una persona árabe o musulmana respondan con respuestas de pánico y miedo. Nuestro cerebro está hecho para sobrevivir y después de un suceso traumático, estímulos asociados al suceso funcionan de disparador para que el organismo ponga en marcha respuestas de lucha/huida. Estaríamos hablando que esa persona sufre un Trastorno de Estrés Postraumático, y lo deseable es que buscara ayuda profesional.

R.- M.L Está claro que la sociedad está muy sensibilizada por toda una de secuencias de atentados globales, que utilizan la misma barbarie destructiva y cuyos protagonistas violentos son siempre los mismos. Es normal y muy humano que ante ciertos estímulos similares nos provoquen respuestas de pánico, miedo, ansiedad, sobresalto y rechazo.

P.- Estos atentados incrementan la islamofobia. ¿Cómo se combate eso?

R.- M.F.Aquí no hay buenos y malos, todos somos responsables. Siento que es fundamental dejar de entender esto como un problema asociado a la sociedad musulmana, y ver que es un deber de todos hacer autorreflexión y trabajar de forma conjunta y unida contra el terror, de cualquier tipo.

R.- M.L.Es normal pero no es deseable que se generalice una creciente islamofobia. Una parte no es el todo y el mapa no es el territorio. Los yidadistas son fundamentalistas islámicos cuyo objetivo es aniquilarnos a toda costa destruyendo nuestra democracia y los derechos humanos. Los musulmanes no yihadistas, que son la mayoría, tiene que mojarse ahora más que nunca y convertir sus palabras en un posicionamiento activo y mediático de escenificar su repulsa. El cáncer interno que supone el yihadismo tiene que ser detectado precozmente y denunciado por los propios musulmanes. Ahora o nunca deben escenificar de qué lado están.

P.- ¿Por qué nos conmueven los testimonios como el del vagabundo que dejó una nota en la zona cero o el turista que bajó para abrazar al niño australiano de 7 añitos?

R.- M.F. Es cierto, es conmovedor y nos conmovemos. Ésa es la buena noticia. Por eso somos seres humanos, y esto quiere decir que nuestras neuronas espejo funcionan. La compasión es lo que nos ayuda a acompañar al otro en su dolor y poder aliviarlo un poco.

R.- M.L. Los seres humanos venimos equipados en nuestro genoma con el circuito de la empatía que nos permite identificarnos con la vulnerabilidad, la indefensión y la soledad de nuestro prójimo. Nuestra capacidad de rehumanizarnos es muy potente, así como la bondad y la solidaridad. Nadie nos curará de ser humanos en lo peor y en lo mejor.

P.- El mosso d’esquadra que abatió a cuatro terrorista sigue en estado de shock. ¿Nadie, ni un oficial de seguridad, está preparado para matar?

R.- M.F. Nadie lo está. Lo más probable es que en el momento en que ocurrió sus reacciones fueran casi automáticas. El shock emocional sobreviene después, cuando todo ha acabado, el cerebro intenta entender, pero al ser tan incomprensible, tan inesperado, tan confuso, no se puede encajar. El trabajo psicoterapéutico en este caso, como en tantos otros, es imprescindible. Afortunadamente de cada vez más el papel del psicólogo de emergencias se hace indiscutible.

R.- M.L He aquí un profesional que ha construido una historia heroica. Supo controlar su miedo e hizo lo que debía en la defensa del bien común. Ahora bien, esta experiencia tiene una dimensión muy traumática que ha marcado su sistema límbico y su hipocampo, por lo que corre un alto riesgo de una gran resaca postraumática (es el famoso trastorno por estrés postraumático). Seguramente precisará ayuda especializada y como no, nuestro reconocimiento social e institucional.

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