Una vida libre de adicciones

Educar a niños y adolescentes en los principios y valores que deberán regular nuestra vida, tales como el respeto, la responsabilidad, la lealtad y la perseverancia, influirán a lo largo de los años en nuestra toma de decisiones, condicionando nuestra calidad de vida y lo que es más importante, la salud.

Dr. José Mª Vázquez Roel / José Luis Zunni

Las personas que padecen la enfermedad adictiva, sea el alcoholismo o el consumo de otras sustancias, ven cómo sus vidas, mental y físicamente, están siendo arrastradas al abismo. Son los momentos en la existencia de cualquier persona en los que ya no le quedan más opciones que rendirse y estar entregado a este mal que le destruye poco a poco.

Cuando una persona que padece una determinada adicción tiene la percepción de que nunca va a encontrar una solución positiva a su enfermedad, entra en una fase depresiva porque es consciente por fin, de que no puede controlar lo que creía que controlaba.

Con programas como Capistrano, fundamentado en el aprendizaje que los pacientes hacen de la que debe ser su nueva personalidad, podrá mirarse al espejo y decirse a sí mismo: ‘Esa persona de ayer no es la misma de hoy’. Es posible y, sobre todo, aconsejable.

Se puede abrazar el cambio y comenzar a vivir sin adicción.

Hoy damos réplica a uno de los más destacados psicólogos estadounidenses y mundiales, Wayne Walter Dyer (1940- 2015), psicólogo y escritor de libros de autoayuda, psicoterapeuta y doctor en psicología, que fue profesor en la St. Johns University de Nueva York y autor del bestseller ‘Tus Zonas Erróneas’ (1976).

Dyer pertenece a una rama de la psicología que el desarrolló que entra de lleno en ese ámbito en el que prevalece lo humano por encima de cualquier otra consideración, de ahí nuestra absoluta compatibilidad con la filosofía humanista que aporta el programa Capistrano.

Hagamos una reflexión

Dyer nos recuerda que “uno de los principios esenciales para vivir una vida inspiradora, es recordar que nuestros deseos no llegan porque los tengamos en agenda, sino cuando se suponen que tienen que llegar”, una manera de establecer parámetros de conducta para no desesperarnos innecesariamente porque los objetivos que nos hayamos impuesto no los hayamos alcanzado.

No importa, porque todo lleva su tiempo. Pero lo sustancial que debemos tener en cuenta en las acciones de nuestra vida es que esa agenda depende en gran parte de nuestro esfuerzo, voluntad, dedicación y responsabilidad.

Por ello, si a la persona que sufre una adicción (es una enfermedad) le sigue afectando su entorno y no sabe sacar fuerzas de su interior porque cree que no las tiene, es el momento del derrumbe psicológico, la depresión y vuelta a caer en la terrible adicción que le puede llevar a la muerte. Es el preciso instante en el que un buen programa terapéutico debe volver a marcar la agenda que le señale ese camino de salida hacia una vida normal libre de adicciones.

Son también frecuentes las situaciones en las que la percepción del adicto es que la causa por la que lucha está perdida. Ni Dyer hubiera cedido ni un milímetro para ayudar a sus pacientes en esta lucha, ni Capistrano tampoco cede jamás, porque justamente la auténtica lucha está en el conocimiento y la toma de consciencia que produce nuestro programa.

Es por ello que Dyer dice: “Cuánto más veas en ti mismo lo que te gustaría ser y actúas como si lo que quieres ya está ahí (que lo has alcanzado), más estarás activando esas fuerzas que tenemos dormidas que nos ayudarán a transformar nuestros sueños en realidad”.

Lo recomendable es actuar lo mejor que se pueda (nuevo aprendizaje) mientras, simultáneamente, se está creando en la mente del paciente el escenario en el que le tocará llevar a cabo acciones futuras (trabajo, relaciones personales, etc.) con esperanza porque está trabajando para ello, aunque dicha circunstancia todavía no se haya dado.

Anticiparse mentalmente también es una forma de darnos energía. Y esta filosofía de Dyer es la que enseñamos en nuestro programa Capistrano para que las personas sientan que ha renacido un nuevo hombre o mujer.

Nos parece interesante cuando Dyer afirma que vale la pena tener en cuenta “una mente en paz, que está centrada y no focalizada en hacer daño a otros, ya que es mucho más fuerte que cualquier otra fuerza física del universo”.

También se trata en el caso de los adictos de no hacerse daño a sí mismos, ni a los familiares directos.

La paz y la felicidad se encuentran siempre cuando aflora en nuestros sentimientos y emociones esa sensación de esperanza, de que es posible lograr lo que anhelamos. Se trata de generar en el paciente la energía necesaria para que vea que poco a poco su actitud hacia las cosas y personas en su vida cotidiana, y perciba claramente que todos estos ámbitos están mejorando.

No hay que deprimirse en exceso porque los logros obtenidos no son los que esperábamos, ni tampoco exagerar nuestra alegría al primer éxito que obtengamos, porque la vida se encarga ella solita de darnos el revés, como si de un partido de tenis se tratase.

La clave está en ser siempre conscientes de que estamos jugando el partido, de que hay sets que perdemos y otros que ganamos. Pero, al final del camino, contará en el balance de nuestra felicidad cómo hemos afrontado cada punto de juego, que es cada uno de los días de nuestra vida.

Dr. José Mª Vázquez Roel Director médico y fundador de la Clínica Capistrano José Luis Zunni Coordinador del Departamento de Estudios e Investigaciones de la Clínica Capistrano.

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