
Alarcón de Alcaraz.
Médico-Forense.
Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense
Como esta columna es sanitaria y busca sobre todo la paz mental, la psico-génesis explosiva de la tranquilidad, nos preguntamos así -a la brava- por la visita del primer ministro de sanidad saharaui, Sr. Baba, a nuestras costas, a nuestro fervoroso costal de estos días. Le vemos entrevistándose con nuestras autoridades sanitarias y como sabemos de qué va la cosa, como sabemos que nadie ha hecho tanto daño al pueblo saharaui como este socialismo nacional arrodillado frente a Marruecos, traicionando a quien fuera su aliado conceptual y político en Argelia, redondeamos esa incomprensión con el titular que un medio nacional nos dejaba días atrás. “Sánchez consuma la ruptura con la historia del PSOE mientras se pliega al plan de anexión de Marruecos…”. Suficiente para no dar ninguna explicación en su ausencia, definitivo para desconocer qué razones oscuras han podido llevar no ya a un gobierno sino a un partido a cambiar el rumbo de sus acontecimientos. Si no conociéramos la turba mental del presidente a la que nos dedicamos en primicia hace ya muchos años estudiando su psicopatía preferida, nos inclinaríamos a pensar que es otra de sus mentiras.
A cambio, viajamos desde ese argumento nacional al argumento cercano, comunitario, al nuestro. Vemos a todo el mundo muy feliz acampando a sus anchas en nuestras instituciones, vemos ese titular, lo comparamos con la recepción que damos a la gente del Sáhara y no vemos a esta izquierda ramplona que moría y mataba por ese espacio en ninguno de nuestros desiertos a la redonda. Como tenemos mala memoria coleccionamos las fotografías de todos con sus pañuelos, los momentos en tienda de campaña de todos estos mudos izquierdistas baleares que ante la ofensiva de su jefe no musitan su indignidad, no levantan la voz no sea que se les caiga de vergüenza, que no se les devuelva el eco en una tienda entre arena de dos por dos.
Que tenga que ser el partido popular con Ureña y su compañía a la cabeza los que campen a sus anchas con uno de los bastiones de la izquierda tradicional balear (ese que nos ha llevado a preguntarnos en algunos momentos qué le pasa a esta izquierda con los saharauis, qué les ocurre con los niños del Sáhara) nos sirve para diagnosticar la sordera, para saber hasta qué punto todos estos herederos de Armengol viven acampanados en el silencio cómplice al que ya estamos demasiado acostumbrados. Si el otro día hablaba, alzaba la voz muy indignada por el plan del govern de la Sra. Prohens de construir veinte mil viviendas a precio asequible, tal día después silenciaba el suyo, el del armengolato 15/23 en el que prometió catorce mil y entregó cuatrocientas treinta y ocho. Igual silencia el Sáhara de Sánchez y sus miles de tiendas aparcadas.
Es saber que sangre filial corre por las venas de la expresidenta, que Tinduf queda lejos del montaje aquel de la liga internacional socialista, y es preguntar si en la sanidad de Argelia queda espacio para impedir las muertes que nos trae el mar de entre los suyos, si Ureña le enseñó al ministro el orto-pantomógrafo en el que su hospital de referencia estudia la edad de sus menores vivos, y si a cambio de la visita va a impedir tanta muerte y tanto menor alejado de sus familias.
Si alguien le preguntó al ministro, si prefería la arena de Tinduf o la del fondo del mar de este Sáhara balear bajo tierra.