COVID, más gripe, más atracones de Navidad, un cóctel que puede ser mortal para los diabéticos

Los diabéticos saben que no pueden bajar la guardia ni un solo día. Eso no significa darse una alegría de vez en cuando, sino que esas excepciones sean, de verdad, excepcionales y vayan seguidas de los necesarios procedimientos de compensación de la subida de azúcar prescrita a cada uno por su médico. La Navidad que se acerca es, pues, terreno pantanoso, ya que es fácil dejarse llevar por las tentaciones.

Y como la diabetes, sobre todo en estados incipientes, no duele ni molesta demasiado, a más de uno le parecerá bien comer y beber de todo y mucho, porque, total, es Navidad y eso solo pasa una vez al año. ¡Gran error! A todo hay que sumar –por si a alguien se le había olvidad – que estas serán las “Navidades del COVID19” (esperemos que las últimas y las únicas) por lo que es mala idea ponerse en riesgo de complicaciones que pueden ser triples y cruzadas: un efecto secundario de la diabetes mal controlada, más COVID, más gripe. Igual…

La pandemia ha revelado, además, la vulnerabilidad de quienes sufren diabetes, muchos de los cuales no tienen con demasiada frecuencia planes de prevención y tratamiento, lo que está provocando cada día y en todas partes «miles de muertes evitables», según expone un estudio publicado el mes pasado por The Lancet.

463 millones de seres humanos de todo el mundo son diabéticos, principalmente en países de ingresos bajos y medios en los que se concentra el 80 % del total de estos enfermos. El año pasado murieron 4,2 millones de personas por complicaciones derivadas de la diabetes (infartos, ictus, problemas renales…) El nuevo coronavirus SARSCoV-2 que provoca la pandemia de COVID19 multiplica por dos, según los cálculos más optimistas de los médicos especialistas, el riesgo de muerte o de sufrir «enfermedades graves» en pacientes con complicaciones derivadas de la diabetes o que la tienen aunque aún sin una patología asociada.

Como ya se ha reiterado, la obesidad es el gran factor de riesgo desencadenante o catalizador de la diabetes y los especialistas médicos insisten en que la reducción constante de peso en 15 kilogramos o más en pacientes con obesidad puede hacer desaparecer la diabetes tipo 2 durante dos años.

Otro factor para prevenir entre el 20 y el 40% de las crisis cardiovasculares y renales en diabéticos es la reducción de los factores de riesgo mediante medicaciones como las estatinas e inhibidores de RAS, oncogenes más frecuentes y que inician muchos de los tumores más letales, enemigos de los diabéticos.

Nadie es ajeno ya al hecho de que nuestra sociedad vive inmersa en una alarma sanitaria que no se conocía desde hace más de 100 años. La principal característica de esta pandemia es que afecta en mayor medida a determinados grupos de riesgo, caracterizado por la edad y por el estado de salud. Con ello, el colectivo de personas diabéticas forman parte de los colectivos de riesgo, más en función de lo mejor o peor que se haya cuidado el enfermo y de los estragos que haya podido hacer (o no) el azúcar en su organismo si es que no se lo ha controlado y le ha permitido desarrollar su silente labor asesina.

Según recuerda la Asociación Diabetes Madrid (ADM), la distribución por edades de la tasa de letalidad de la infección, indica que el riesgo es muy bajo hasta los 50 años, incrementándose progresivamente hasta llegar a casi un 15% en los mayores de 80 años, con una media del 7% entre los mayores de 50 años. Especialmente si se presentan factores de riesgo, como enfermedades crónicas, especialmente las pulmonares o una diabetes mal controlada. A juicio del Dr. López Alba (ADM), “la necesidad de que los diabéticos mantengan el mejor control metabólico posible, para estar preparados ante un posible episodio infeccioso” El doctor Alba advierte con estas palabras de “los riesgos derivados del SARS-CoV-2 o de cualquier otro virus, con los que a diario convivimos”.

Con todo, añaden, el mensaje principal de la Sociedad Española de Diabtes (SED) es de tranquilidad, la calma y aplicar el sentido común, es decir, lo que se sabe que funciona: “No debemos alarmarnos”, indica la Dra. Anna Novials, presidenta de la SED, ya que “la mejor actitud consistiría en seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias, especialmente las medidas de higiene de manos, evitar aglomeraciones y alimentación y estilos de vida saludables, para superar la infección, si ésta llega.”

“La prevención, la información y la correcta gestión racional, basada en el conocimiento científico, son las mejores herramientas para evitar el pánico que, desde tiempos inmemoriales, las epidemias provocan en el ser humano”, asegura Alfonso López Alba, quien confía en la preparación para afrontar este reto.

Los síntomas para pacientes que enferman tras infectarse de SARS-CoV-2 van de una enfermedad respiratoria leve a severa, con fiebre, tos y dificultad para respirar como primeros síntomas, además de otros, como pérdidas de olfato y gusto, problemas gástricos y otros menos frecuentes.

Según recuerdan desde Federación Internacional de Diabates (IDF, por sus siglas en inglés) las personas con diabetes Tipo 1, especialmente aquellas con niveles más elevados de glucosa en sangre, tienen un mayor riesgo de contraer una variedad de enfermedades infecciosas. También advierten que si desarrollan una enfermedad infecciosa, puede ser más difícil tratarla debido a la variabilidad glucémica y la presencia de otras complicaciones.

Si una paciente con diabetes se enferma, es particularmente importante acudir al médico para un diagnóstico y tratamiento. Si alguien con diabetes no puede retener los líquidos, debe buscar atención médica para poder recibir líquidos intravenosos. En términos generales, cuando una persona con diabetes se enferma, el manejo puede dificultarse. Por ello se aconseja mantenerse hidratado, alimentado y revisar constantemente los niveles de glucosa.

Hay que asegurarse de no presentar cetoacidosis y medir los niveles de cetonas en caso de niveles elevados de glucosa en sangre. Es conveniente que las personas con diabetes planifiquen con anticipación que hacer si contraen el virus, como conocer los números de teléfono de su equipo médico. También es aconsejable tener en casa la cantidad necesaria de suministros, tanto de medicación como de monitorización de glucemia, para que no tengan que salir de casa en caso de enfermedad. Si se contagian con el virus pueden presentar un deterioro del control durante los días de enfermedad.

En resumen, los diabéticos tienen un mayor riesgo de complicaciones con el coronavirus, dado que uno de estos pacientes puede sufrir las fluctuaciones del nivel de glucosa en la sangre y ello genera complicaciones advierte la Federación Internacional de la Diabetes: “En primer lugar, el sistema inmunológico está débil, lo que dificulta combatir el virus, y es probable que lleve a un tiempo de recuperación más largo. En segundo lugar, el virus podría fortalecerse en un medio ambiente elevado de glucosa en la sangre”. El control de la diabetes y de las medidas contra el COVID son básicos.

El libro de las enfermedades conocidas está lleno de “asesinos silenciosos”. La diabetes, ese exceso de azúcar en el organismo por mal funcionamiento del páncreas, es uno de ellos, especialmente en el caso de la que afecta a las personas mayores, fruto de una vida de deficiente alimentación.

Lo que caracteriza a los “asesinos silenciosos” es que cuando la enfermedad aparece no duele nada ni causa otros síntomas hasta que manifiesta el daño en los órganos –en ocasiones ya irreversible –que en el caso de la diabetes son, especialmente, los ojos, los riñones y las complicaciones cardíacas. Y lo que también caracteriza a este tipo de enfermedades es que la ausencia de molestias hace que nadie se preocupe por prevenirlas. Es algo que “les pasa a otros”, hasta que en el caso de la diabetes, sobreviene la ceguera, la insuficiencia renal, el infarto de corazón o cerebro o la gangrena de heridas.

Según el Atlas de la International Diabetes Federation, la incidencia estimada de diabetes tipo 1 en menores de 14 años en España para 2010 se estimaba en 14 casos por cada 100.000 habitantes y la prevalencia de 5 casos por 1.000. La incidencia de diabetes está aumentando en las últimas décadas.

Según el estudio Indicadores Clave del Sistema Nacional de Salud de Baleares (noviembre de 2011, (últimos datos epidemiológicos cerrados disponibles) señalan que en Baleares la prevalencia de diabetes mellitus por 100 habitantes mayores de 15 años era del 5,48 en 2006 y del 2,90 en 2009.

La tasa de mortalidad ajustada por diabetes mellitus, por 100.000 habitantes fue en Baleares de 12,4, 12,29, 12,83, 12,75 y 11,1 en los años 2005 a 2009. En esos mismos años, la mortalidad prematura por diabetes mellitus por 100.000 habitantes menores de 75 años fue de 3,66 3,3 3,94 4,27 y 3,1. Es decir, que la diabetes no es algo que “les pasa a otros”, sino algo muy cercano. La causa del mal funcionamiento del páncreas a partir de los 40 años es haber llevado una dieta, rica en exceso de grasas.

La prevención salva vidas. Pasarse a partir de los 40 años por las mesas callejeras de concienciación sobre la diabetes y hacerse allí mismo un rápido e indoloro análisis de sangre es una buena idea. Esa consulta se puede realizar en cualquier momento, e incluso en la farmacia. La sencilla pregunta que cualquier persona de más de 40 años, con o sin problemas de sobrepeso, debería formular al profesional médico, farmacéutico o enfermero es sencilla: “¿Podría ser diabético sin darme cuenta? Pero, ¿qué es la diabetes? La Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce. El efecto es la hiperglucemia (aumento del azúcar en la sangre).

La diabetes de tipo 1 (antes denominada diabetes insulinodependiente o juvenil) se caracteriza por la ausencia de síntesis de insulina. Es la menos frecuente, afectando a niños que presentan desmayos, exceso de hambre y sed y de necesidad de orinar. Será crónica e insulinodependiente.

La diabetes de tipo 2 (antes diabetes no insulinodependiente o del adulto) es la incapacidad para utilizar eficazmente la insulina, a menudo es consecuencia del exceso de peso o la inactividad física. La diabetes gestacional corresponde a una hiperglicemia que se detecta por primera vez durante el embarazo.

Los adultos con diabetes tienen un riesgo 2 a 3 veces mayor de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular. La neuropatía de los pies combinada con la reducción del flujo sanguíneo incrementan el riesgo de úlceras de los pies, infección y, en última instancia, amputación. Los mayores, especialmente añosos, dejan de sentir las heridas y éstas se llegan a gangrenar y a obligar a realizar amputaciones.

La retinopatía diabética – añaden desde la OMS –es una causa importante de ceguera y es la consecuencia del daño de los pequeños vasos sanguíneos de la retina que se va acumulando en el tiempo.

Se ha demostrado que medidas simples relacionadas con el estilo de vida son eficaces para prevenir la diabetes de tipo 2 o retrasar su aparición. Para ayudar a prevenir la diabetes de tipo 2 y sus complicaciones se debe alcanzar y mantener un peso corporal saludable.

También se aconseja: Mantenerse activo físicamente. Para ello, la recomendación – que su especialista tiene que explicarle es de al menos 30 minutos de actividad regular de intensidad moderada la mayoría de los días de la semana; para controlar el peso puede ser necesaria una actividad más intensa, una dieta saludable que evite el azúcar y las grasas saturadas y dejar el tabaco.

El tratamiento, siempre según los especialistas de la OMS, consiste en una dieta saludable y actividad física, junto con la reducción de la glucemia y de otros factores de riesgo conocidos que dañan los vasos sanguíneos.

Para evitar las complicaciones. Dejar de fumar, lo que reducirá el peligro cardiovascular.

Entre las intervenciones –señalan los mismos especialistas – el control de la glucemia, en particular en las personas que padecen diabetes de tipo 1, y los de tipo 2 que pueden tratarse con medicamentos orales; el control de la tensión arterial; y los cuidados podológicos.

Otras intervenciones posibles son las pruebas de detección de retinopatía (causa de ceguera), el control de los lípidos de la sangre (regulación de la concentración de colesterol). Como se ve, tener diabetes no es algo que se pueda dejar para mañana y la falta de síntomas iniciales hace que sea necesaria la prevención Ante la medicación a la que deberá someterse todo paciente diabético existen múltiples y variadas disposiciones farmacológicas para el tratamiento de la Diabetes. Lo importante es que el paciente observe escrupulosamente las normas que su médico le indique (dosis, horarios, comidas, alcohol, conducción, etcétera).

La mayor parte de los tratamientos farmacológicos de la diabetes pueden causar hipoglucemias (bajadas peligrosas de la cifra de glucosa en la sangre) y se debe saber cómo evitarlas y como tratarlas si se presentan.

Por todo ello cobra especial relevancia lo que hoy se denomina “paciente experto”.

El paciente diabético debe tener especial cuidado y dedicación y decidirse a desarrollar hábitos que permitan una vida regular y ordenada, con horarios de comidas y de sueño regulares, horarios para el ejercicio físico pautado etcétera. Son sumamente aconsejables para el control del problema.

Los cuidados e higiene de los pies del diabético y de la piel en general también deben ser considerados.

El exceso de azúcar afecta a los nervios, que pierden sensibilidad y no “avisan” de la existencia de heridas, de modo que éstas evolucionan hacia la gravedad y pueden obligar a la amputación.

Malos compañeros de viaje

Jaume Orfila
Asesor Científico de Salut i Força

Los datos recogidos en los registros nacionales de enfermos afectados por la COVID19 muestran que los pacientes diabéticos no enferman más que la población general. Para ser precisos, no se infectan más. Se tenía la percepción, la convicción, de todo lo contrario.Sin embargo, de una forma muy clara, la descompensación hiperglucémica se acompaña de un aumento de la gravedad y de la mortalidad de los infectados. De hecho, la posibilidad de fallecer llega a multiplicarse por tres en las personas infectadas que no controlan adecuadamente su diabetes. En la diabetes se establece un estado de inflamación crónica que debilita la respuesta inmunológica e incluso se ha descrito daño directo sobre el páncreas. Estos aspectos son muy relevantes.

Si miramos con la debida perspectiva el papel que está jugando la pandemia en la salud de las personas es demoledor más allá de sus efectos directos sobre la mortalidad directa.

En todos estos meses, por razones propias y ajenas, el estilo de vida ha empeorado de una forma muy importante. Los hábitos de vida se han vuelto obligadamente sedentarios. El balance entre las calorías ingresadas en el organismo y las invertidas en el ejercicio es claramente negativo. Fruto de este disbalance, sobreviene el sobrepeso y el aumento de la prevalencia de las enfermedades asociadas a él. El más fiel reflejo de la obesidad sobrevenoida es el aumento de la incidencia de diabetes.

Por otro lado, el seguimiento de la diabetes desde las unidades especializadas se ha visto afectada por las circunstancias derivadas de una atención sanitaria inevitablemente orientada a salvaguardar y a salvaguardarse de la infección.

La diabetes es una enfermedad muy sensible al trato que recibe. En estos casos los pacientes con más dificultades para su autocontrol, para detectar e identificar sus descompensaciones y con menor autonomía vinculada al control de la enfermedad se han visto más comprometidos.

El papel que aporta la posibilidad de compartir información sobre la salud, como el de la publicación que tienen ustedes entre sus manos y muy especialmente el papel de la asistencia comunitaria son valores en alza en nuestra sociedad y una garantía para nuestras salud.

La diabetes y el COVID son malos compañeros de viaje pero el camino mejora, es más saludable y con menos riesgos con una información sanitaria dirigida al autocuidado.

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