La primavera la sangre altera, por culpa del amor… y de las alergias

Lo de “la primavera la sangre altera” es por las alergias, no por el amor, no se engañen. Llegan los primeros rayos de sol y las flores y pese a que este invierno se recordará como uno de los más fríos y lluviosos y con unos índices de gripes y resfriados más virulentos, casi son solución de continuidad vamos a cambiar los estornudos que nos generaban las infecciones respiratorias por los que nos generarán los pólenes.

Vivimos para moquear. Poca broma: quienes sufren alergias saben que una afección de este tipo mal tratada puede acarrear desde días enteros tirados en el sofá sin parar de estornudar y de sonarse las narices a molestas picazones en piel y ojos o problemas derivados que pueden —por increíble que parezca— ser muy inesperados: Se han dado casos de pinzamientos vertebrales por un estornudo. Y eso sin hablar de lo limitante y hasta mortal que puede llegar a ser el asma y sus inesperados ataques.

La alergia primaveral afecta aproximadamente al 10% de la población. La alergia es una respuesta del organismo ante el contacto con determinadas sustancias que provienen del exterior. En la alergia primaveral es el polen el principal causante de esta hipersensibilidad.

Las alergias más comunes se presentan con la exposición al polen, a los ácaros y al polvo doméstico. Por este motivo, las medidas preventivas se dirigen a evitar el contacto con estas sustancias.

Puestos ya en manos del médico (¡ahora, cuando aún la cosa no está en su peor momento) le indicará una serie de pruebas como unas micro punciones en la piel con una serie de alérgenos para descubrir cuáles hacen reaccionar al paciente, unos análisis de sangre específicos, y si el problema genera asma una espirometría para determinar la capacidad pulmonar del paciente.

De ahí se derivarán tratamientos que irán desde los antihistamínicos y broncodilatadores a la terapia inmunológica.

Los primeros —antihistamínicos y broncodilatadores— tienen por objeto evitar los efectos de la alergia, es decir, las descargas de estornudos y la congestión nasal, además de otros efectos en la piel o en los ojos, bloqueando el desenlace del ataque alérgico y dejando los bronquios dilatados para que desarrollen su normal función sin que la inflamación que produce el asma (la alergia es inflamatoria) impida el correcto y suficiente paso del aire y produzca ahogos.

DIVERSAS TERAPIAS

La terapia inmunológica se basa en detectar a qué es alérgico cada paciente y desarrollar una vacuna para esa alergia. De ese modo el cuerpo no reacciona a la entrada del alérgeno —ácaros del polvo, pólenes, pelos de animales, etcétera— “confundiéndolos” con agentes nocivos y desatando una respuesta de rechazo que llega a ser inflamatoria y genera los accesos de estornudos, tos, mocos, asma, irritaciones oculares, etcétera.

Durante años los especialistas en la materia han optado por unos o por otros medios de curación o de contención. Hay quien rechaza las vacunas contra la alergia alegando que la enfermedad es en su base una predisposición del sistema inmune de cuerpo a desarrollar respuestas patológicas, de modo que si se “cura” una alergia a una cosa, lo más probable es que en pocos años el cuerpo desarrolle una alergia a otra cosa, y hay que volver a empezar.

Por ello se limitan a recetar antihistamínicos y si es necesario broncodilatadores. No es que exista una controversia propiamente dicha. El médico especialista en alergología, inmunología o neumología, que son las especialidades que tratan este problema, además de en casos especiales los dermatólogos, decidirá lo que vea más conveniente para cada caso. Sin embargo, cabe señalar que un estudio desarrollado sobre 10.000 personas está dando nueva luz al tema: Según informa la Agencia SINC un megaestudio sobre los anticuerpos de 10.000 personas de pacientes seleccionados en diversos estados de EE UU ha dado una sorpresa a los alergólogos al revelar que la proporción de personas alérgicas es la misma en cualquier zona del país, lo único que varía es la sustancia que cada una rechaza. ¿La predisposición importa más que la exposición? De confirmarse, los médicos tendrían que revisar algunas terapias.

La intuición llevaría a pensar que en zonas con mayor cantidad de polen se producen más alergias. Pues no es así. El censo más amplio realizado hasta la fecha, con una muestra de 10.000 personas repartidas por toda la geografía estadounidense a quienes se les midieron anticuerpos de 19 alérgenos diferentes, establece que la prevalencia de alergias en mayores de cinco años es la misma en cualquier región de EE UU.

NO VA POR ZONAS

“Este fue el resultado más inesperado del estudio”, explica a Sinc Darryl Zeldin, líder del trabajo y director del Instituto Nacional de Salud Ambiental del NIH, según se incluye en un amplio reportaje publicado en la página web de la Agencia SINC. “Imaginábamos —añade— que en unas zonas la población sufriría más alergias.

En cambio, la prevalencia es prácticamente idéntica a lo largo de EEUU, cosa que nos hace pensar que lo importante no son los factores externos, sino los internos”.

“Es un dato verdaderamente interesante”, opina Josep Maria Antó, director del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona y coordinador del proyecto europeo MeDall para entender los mecanismos de aparición de las alergias, según refleja el reportaje de la Agencia SINC: “Desde10 diez años sospechamos que no son tanto el resultado de una exposición a alérgenos específicos, sino más bien una predisposición previa que se manifiesta cuando hay exposición.” “El estudio apoya esta hipótesis”, apunta Antó. “Si alguien tiene predisposición a sufrir alergias, reaccionará ante lo que haya en su ambiente, ya sea polen, comida o pelos de gato”, dice Zeldin. Los investigadores estadounidenses han confirmado que el tipo de alergia sí es diferente en una región u otra. Por ejemplo, en la costa este hay más alergias a sustancias propias de interiores, como pelo de gato o ácaros del polvo, y en la costa oeste a sustancias de exteriores, como hierbas o polen.

Según los investigadores, que la prevalencia final sea tan similar indica que “si alguien tiene predisposición a sufrir alergias, va a reaccionar ante lo que encuentre en su ambiente, ya sea polen, cucarachas, comida o pelos de gato.

Lo importante no es a qué te expongas, sino la sensibilidad de tu sistema inmunitario a sobrerreaccionar”, sentencia Zeldin, avalando las tesis de quienes preferían evitar los síntomas a eliminar unas alergias que reaparecerían, aunque diferentes, con el tiempo.

“Y también nos hace pensar que los factores genéticos pueden ser más determinantes y generales de lo que creíamos”, añade este médico e investigador. La gente se hace alérgica antes de la exposición, no después. ¿Hay, pues, que seguir descubriendo las causas de la alergia y vacunar como piedra angular del tratamiento? ¿Ofrece algún tipo de riesgo o efecto secundario vacunar contra diferentes alergias a lo largo de la vida? Los especialistas lo están estudiando.

MÁS ALERGIAS EN LA “CIVILACIÓN”

Josep María Antó —refleja la Agencia SINC— matiza que “una cosa son los datos y otra las interpretaciones”, y cita estudios a escala europea y mundial en los que sí se observa variación en la prevalencia de las alergias. “Tanto en países industrializados como en el mundo en desarrollo hay más alergias en las ciudades que en las áreas rurales. Esto está bien establecido. Los países nórdicos sufren más alergias que los mediterráneos, aunque desconocemos las causas y mecanismos”.

Cuando una persona es alérgica a una sustancia, su sistema inmunitario se defiende de manera exagerada ante lo que considera una amenaza, produciendo inmunoglobulina E (IgE), que provoca la reacción alérgica.

Por eso se miden en sangre los niveles de distintas variantes de la IgE. Antó destaca que el estudio estadounidense haya analizado la presencia en sangre de 19 anticuerpos IgE diferentes, mientras que de momento los estudios europeos han utilizado solo entre 5 y 7.

“No me sorprendería que si ampliáramos el número de sensibilidades medidas observáramos también más homogeneidad en Europa”, dice Antó. “Cuanto más sucio está el ambiente en que te crías, menos riesgo de alergias tendrás”, establece Zeldin. Parece que la práctica de exponer a los niños a los virus y bacterias de otros niños en las escuelas para fortalecerlos, podría funcionar, al menos a nivel de la misma filosofía, con las alergias.

Resulta obvio que en la aparición de alergias intervienen factores ambientales como el exceso de higiene, la contaminación y la obesidad. Los niños que van a guarderías desarrollan menos alergias que los criados en casa. Por su mayor exposición a gérmenes desde pequeños, los que tienen hermanos también sufren menos alergias que los hijos únicos, según se refiere en el extenso informe publicado hace un tiempo por la Agencia SINC.

En un estudio realizado en zonas rurales de Austria y Alemania —añade el mismo informe— se observó que la exposición a endotoxinas bacterianas procedentes del ganado generaba una notable protección frente alergias. Zeldin acaba de publicar otro estudio demostrando que la exposición a altos niveles de NO2 y partículas en ciudades contaminadas incrementa la cantidad de alergias.

La sociedad del bienestar y de la asepsia tiene sus riesgos.

EL AMBIENTE, DETERMINANTE

El ambiente en el que una persona se desarrolla modula el sistema inmunitario para hacerlo más resistente o frágil ante las alergias. Pero el nuevo paradigma indica que genes y ambiente pueden terminar configurando un organismo susceptible de manera genérica a las alergias, que después reaccionará ante el contacto con alérgenos.

No habría genes o sensibilización inicial a sustancias específicas, sino mecanismos más generales que harían a una persona alérgica o no.

La predisposición sería más importante que la exposición, creen los expertos: “Si tras más investigaciones confirmamos que esto es así, nos tocará replantear algunas terapias basadas en evitar la exposición”, apunta el Dr. Antó. Otro aspecto interesante derivado del trabajo de Darryl Zeldin es que el aumento de alergias en las últimas décadas puede haberse detenido. Los especialistas creen que seguramente por la hipótesis de la higiene, las alergias en países desarrollados han crecido.

“Pero no tenemos datos precisos para demostrarlo, porque los test cutáneos con los que se medían las alergias hace 30 o 40 años no eran tan precisos como los análisis de IgE en sangre que hacemos en la actualidad”, explica Zeldin. Para solucionar esto, investigadores del Instituto Nacional de Salud Ambiental del NIH están recogiendo muestras de sangre de antiguos estudios guardadas durante décadas, en las que quieren analizar la concentración de IgE.

“Lo que nos parece estar observando es que efectivamente hubo un gran aumento, pero que en los últimos años se ha estabilizado”, concluye. “Podría ser que hubiéramos llegado a cierta saturación poblacional en la prevalencia de alergias. Esto encajaría en la hipótesis de que hay mecanismos más genéricos. No todo el mundo es susceptible a todo”, confirma Antó. De momento todo son hipótesis. Lo que funcionaba antes funciona ahora.

Es cuestión de enfoques, de mejorar protocolos.

Otro estudio, también publicado por la Agencia SINC señala que los alérgenos necesitan colaboradores para producir alergia.

Aún se ignoran cuestiones fundamentales sobre el origen molecular e inmunológico de las alergias, pero ahora, un nuevo estudio encuentra evidencias directas de que los ligandos, unos compuestos transportados por alérgenos, participan de forma activa en la fase de sensibilización alérgica.

COLABORADORES NECESARIOS

Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) han descubierto que ciertos compuestos transportados por las proteínas alergénicas serían agentes colaboradores necesarios en los procesos que disparan la cascada de respuestas inmunológicas que se manifiestan con los síntomas alérgicos, fenómeno que atravesará su momento anual en pocos días.

En el estudio también han participado investigadores del Hospital Monte Sinaí en Nueva York, del Instituto Suizo de Alergia y Asma en Zurich y del Instituto de Medicina Molecular Aplicada de la Universidad San Pablo CEU en Madrid. Los resultados obtenidos facilitarán el desarrollo de métodos preventivos y de tratamientos definitivos de las alergias. A pesar de que se está llevando a cabo un enorme esfuerzo de investigación, aún se ignoran cuestiones fundamentales.

Hay mucho que averiguar aún sobre el origen molecular e inmunológico de las alergias.

Muchos estudios han tratado de encontrar soluciones a un antiguo enigma: por qué algunas proteínas causan alergia a pesar de ser muy parecidas a otras que son inofensivas. Se ha conseguido identificar qué proteínas son los alérgenos habituales en polen, ácaros, animales domésticos, alimentos… Pero aún no se han encontrado características de esas proteínas que se puedan asociar a su alergenicidad.

Sin embargo, en los últimos años ha cobrado importancia una hipótesis a la que el grupo de alérgenos del CBGP ha contribuido con su trabajo: ciertos compuestos transportados por las proteínas alergénicas –conocidos como ligandos– actuarían como agentes colaboradores necesarios en la fase de sensibilización alérgica. La proteína Pru p 3, que es la causante de la alergia al melocotón –una alergia alimentaria muy prevalente en los países mediterráneos–, ha sido estudiada como modelo.

El equipo del CBGP identificó en un estudio realizado recientemente el ligando natural de Pru p 3 como un compuesto formado por un alcaloide unido a una cola hidrocarbonada.

En el trabajo actual, el equipo ha encontrado pruebas directas de la participación del ligando de Pru p 3 en los procesos de reconocimiento del sistema inmunitario en la fase de sensibilización alérgica. Los resultados han sido publicados en Clinical and Experimental Allergy.

Los científicos revelan que el ligando es reconocido por un tipo de receptor celular llamado CD1d en la superficie de células en las que aparecen antígenos, es decir, sustancias capaces de provocar una respuesta del sistema inmunitario para producir anticuerpos.

Los receptores CD1d se encargan de presentar antígenos lipídicos (grasos) activando unas células del sistema inmunitario llamadas iNKT (invariant natural killer T-cells).

Una vez activadas, estas células iNKT producen grandes cantidades de sustancias que provocan los síntomas característicos de los trastornos alérgicos. Puesto que muchos alérgenos transportan compuestos variados, el descubrimiento de la participación del ligando de Pru p 3 como un ayudante para promover la sensibilización alérgica zD1d abre nuevas perspectivas. Este nuevo descubrimiento podría ser una característica esencial del mecanismo que subyace al fenómeno de la alergenicidad.

Las alergias son un problema de salud pública de primer orden por los elevados costes sociales y económicos. Su prevalencia se ha multiplicado por 4 en los últimos 30 años y afecta a unos 150 millones de ciudadanos en la Unión Europea, con especial incidencia en la población infantil en la que se ha multiplicado por 7 en los últimos 10 años. Por ello, los resultados obtenidos en este trabajo cobran una especial relevancia de cara a desarrollar nuevas terapias.

Una de las alergias más marcadas en Europa es al polen del olivo. Un equipo de investigadores, liderados por la Universidad de Córdoba, ha estudiado cómo afectan las intrusiones africanas de gran altitud al transporte de polen del olivo en Andalucía. El polen del olivo es uno de los más presentes en el aire del sur de Europa y, combinado con un intenso régimen de floración, genera una marcada alergia. Las condiciones de la concentración del polen en el aire son determinantes.

Las investigadoras de la Universidad de Córdoba, Carmen Galán y Herminia García Mozo decidieron analizar el efecto de las masas de aire procedentes del Sáhara sobre el transporte del polen en el sur de la península ibérica, junto a Mª del Mar Trigo de la Universidad de Málaga y Miguel Ángel Hernández Ceballos del Joint Research Centre de la Comisión Europea, según informa también la Agencia SINC.

EL AIRE AFRICANO

Las intrusiones africanas a gran altitud son uno de los fenómenos que dominan la dinámica atmosférica en la zona occidental del Mediterráneo durante la primavera, especialmente desde mayo a principios de julio; coincidiendo con la época de floración del olivo y asumiendo un importante papel en el transporte de los granos de polen y, por tanto, en la incidencia de alergias. Sin embargo, los efectos de estas intrusiones son diferentes dependiendo del enclave geográfico.

Mientras que en Málaga se suelen detectar granos de polen transportados a larga distancia, desde cultivos alejados del noreste, como Granada, en Córdoba se detecta polen de cultivares localizados en zonas más cercanas, coincidiendo con la floración de olivares del centro de Andalucía, tanto desde la provincia de Jaén como de Córdoba.

Estos resultados ponen, además, de manifiesto el papel que juegan las brisas mar-costa en la ciudad de Málaga.

Esta investigación, ha sido posible gracias al análisis combinado sobre el contenido de polen en el aire, las masas de aire a 3.000 metros de altitud que determinan las intrusiones africanas y las dinámicas del viento en superficie (a 300m), que nacen como respuesta al comportamiento de masas de aire superior. El estudio ha mostrado que las masas de aire africanas, al llegar a la península ibérica, están sujetas a una serie de turbulencias que permiten el transporte del polen desde áreas lejanas.

Aunque estas concentraciones no son las más representativas del polen detectado en Andalucía, las intrusiones africanas analizadas mantienen los niveles de polen en concentraciones elevadas, no llegando éstos a disminuir, como podría pensarse. Con el conocimiento de estos datos, tanto las previsiones de cosechas como los pronósticos de alergia por zona y época serán mucho más certeros. Esta acción se enmarca en la línea de innovación en el olivar de la Universidad de Córdoba.

Volviendo a la inmunoterapia como tratamiento de las alergias y refiriendo datos de la web Portalfarma, del Consejo Superior de Colegios Farmacéuticos, cabe señalar que esta técnica habitualmente consiste en la administración de cantidades crecientes de un alérgeno a un paciente hipersensible, con el propósito de modificar la respuesta a la exposición natural al mismo. Se persigue la disminución de la sintomatología por un fenómeno de acostumbramiento.

INMUNOGLOBULINA E

Las reacciones susceptibles de ser tratadas con inmunoterapia son las mediadas por inmunoglobulina E. Aunque el mecanismo de acción no es bien conocido, la teoría más extendida es que la inmunoterapia induce la producción de Inmunoglobulina G o “anticuerpos bloqueantes”, la cual a diferencia de la Ig E, es un anticuerpo libre, es decir, no ligado a células inmunitarias, y no ocasiona la liberación de mediadores de respuestas alérgicas como histamina, prostaglandinas o leucotrienos.

La Ig G actúa compitiendo con la Ig E para neutralizar los antígenos y por tanto, cuando existe un nivel plasmático alto de Ig G, la proporción de antígeno que reacciona con Ig E en la exposición natural disminuye, produciendo una menor respuesta alérgica. ¿De qué factores depende el tratamiento inmunoterápico? La reacción debe ser mediada por la inmunoglobulina E: esto excluye reacciones del tipo de rechazo a trasplantes, por ejemplo.

Las vacunas son altamente específicas. Deben de ser preparadas individualmente atendiendo a la respuesta alérgica.

Las vacunas monocomponentes bien ajustadas al alérgeno son mucho más eficaces que las vacunas múltiples que pretenden cubrir varias posibilidades de reacción. Estas no son sustitutivas de un diagnóstico preciso y sólo están justificadas en casos de alergia múltiple comprobada. No cabe esperar el mismo grado de eficacia porque se diluyen los antígenos.

La inmunoterapia subcutánea es un tratamiento gradual que debe comenzar con dosis muy pequeñas e ir aumentando progresivamente hasta una dosis de mantenimiento que coincide con la que proporciona los niveles máximos plasmáticos de Ig G. Es decir, el efecto terapéutico se consigue al llegar a la dosis de mantenimiento, que puede tardar hasta 12 meses. Para mantener el estado de hiposensibilidad, es necesaria la administración periódica de la vacuna.

La inmunoterapia es un tratamiento crónico y el problema de cuándo y cómo suspenderlo no tiene solución definida en estos momentos. Por lo general se suele evaluar la posibilidad de suspensión tras cuatro o cinco años de tratamiento continuado.

Son buenos candidatos los pacientes que no den ya reacción cutánea positiva al alérgeno, especialmente niños, y los que hayan permanecido sin sintomatología durante uno o dos años.

INMUNOTERAPIA SUBLINGUAL

En el caso de la inmunoterapia sublingual, la obtención de resultados clínicamente relevantes requiere comenzar el tratamiento varios meses antes de la exposición al antígeno.

Esto supone, en el caso de alergia a pólenes, anticipar el tratamiento en varios meses a la temporada polínica específica del área geográfica donde reside el paciente. Asimismo, los resultados adquieren relevancia clínica solo con tratamientos continuados de dos o más años.

El riesgo de reacción grave es muy pequeño —siguiendo con los datos de Portalfarma— si se respeta escrupulosamente el aumento progresivo de dosis, aunque se debe reservar la inmunoterapia a especialistas experimentados y dotados de los medios necesarios para el tratamiento de urgencia del posible cuadro anafiláctico. Los pacientes deben mantenerse en observación los 30 minutos siguientes a la inyección.

Jaume Orfila
Asesor Científico
de Salut i Força

Alergias que no son alérgicas

La alergia se manifiesta de múltiples formas según sea el órgano afectado e independientemente de la sustancia u organismo que la provoca. La piel, la nariz y los pulmones son, de largo, las estructuras que se afectan con más frecuencia.

Las manifestaciones, tan molestas y fastidiosas como benignas, en ocasiones, se comportan con inusitada intensidad, en forma de shock anafiláctico. El cuadro a menudo es irreversible y puede provocar la muerte.

La labor de identificación de un alérgeno es cuasi policial. La respuesta, en muchas ocasiones hay que buscarla en la anamnesis y en la propia capacidad del afectado en interrogarse y reconocerse. Las pruebas de laboratorio, ayudan a despejar el porcentaje que no se clarifica con la observación y la exploración clínica.

Sin embargo, muchas enfermedades se presentan con lesiones cutáneas pruriginosas y dificultad respiratoria, con sibilancias “pitos”, indistinguibles de las alérgicas. Son entidades de naturaleza variopinta, entre las que destacan las infecciones, las intoxicaciones y las enfermedades sistémicas autoinmunes.

Estos cuadros precisan de un diagnóstico riguroso y de un tratamiento específico.

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