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El Parkinson, mucho más que un ‘temblor de viejo’

El pasado 9 de abril fue el Día Mundial del Parkinson de 2025, una fecha que se conmemora anualmente con el objetivo de dar visibilidad a este trastorno degenerativo del sistema nervioso central que, de alguna manera, sufren tanto los enfermos que la padecen como las personas de su entorno afectivo y familiar.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve con este día las estrategias y políticas públicas para el mejor conocimiento y atención a esta enfermedad. En los últimos 25 años —según la OMS— los casos de Parkinson se han duplicado y se espera que en 2050 sea la enfermedad neurodegenerativa más prevalente.

Esta concienciación es vital, dado que aún muchos creen que el Parkinson es «una enfermedad de viejos que tiemblan», cuando es mucho más y, por supuesto, no es una condición exclusiva de personas mayores, dado que llega a iniciarse a edades no muy avanzadas, e incluso en momentos aún considerados de juventud.

El Parkinson puede afectar a los no tan viejos con los conocidos temblores de manos y síntomas aún más invalidantes como los agarrotamientos de extremidades y estructuras del cuerpo, menos conocidos, pero que generan incapacidades y deterioros de la calidad que han llevado a desarrollar neurocirugía para aliviarlos.

Según han señalado los expertos de la Federación Española contra el Parkinson, esta afección consiste en una enfermedad que afecta al sistema nervioso y que dificulta coordinar la actividad, el tono muscular y los movimientos. Fue descrita por primera vez en 1817 por el médico inglés James Parkinson.

«La Enfermedad de Parkinson —recuerdan esos expertos-– es un proceso crónico dentro de un grupo de trastornos que tienen su origen en la degeneración y muerte progresiva de las neuronas dopaminérgicas, cuyo neurotransmisor primario es la dopamina, activa en el sistema nervioso central».

Los síntomas de la enfermedad de Parkinson se manifiestan una vez se produce una importante pérdida de esas neuronas encargadas de controlar y coordinar los movimientos y el tono muscular, localizada en la unión entre el cerebro y la médula espinal, es decir, en el tronco del encéfalo.

Se trata de las neuronas que se hallan en un núcleo llamado ‘sustancia negra’ y, más concretamente, en una porción de este núcleo que se denomina ‘parte compacta’. La sustancia negra recibe este nombre debido a que algunas neuronas de este núcleo producen melanina, que le confiere una coloración oscura.

Continuando con las fuentes de la Federación Española contra el Parkinson, «en la Enfermedad de Parkinson se pierden dichas neuronas, por lo cual el núcleo palidece. A medida que las neuronas pigmentadas desaparecen, se deja de producir dopamina y la enfermedad progresa, aumentando los síntomas».

La dopamina es un aminoácido que actúa en el cerebro como neurotransmisor, transportando información desde un grupo de neuronas a otro, a través de mecanismos químicos y eléctricos. La dopamina se encarga de transmitir información desde la sustancia negra a otras zonas del cerebro.

Como consecuencia de la degeneración de la sustancia negra disminuyen los niveles de dopamina y aparecen los trastornos característicos de la enfermedad. Estos síntomas son, en primer lugar, el conocido y característico temblor en reposo, que afecta sobre todo a las extremidades superiores.

También afecta, aunque con menor frecuencia, a las extremidades inferiores, labios, lengua o mentón. Este temblor aumenta con el cansancio y disminuye con la movilización. Aunque se advierte que hay muchas causas que lo provocan y que no todas las personas con temblor padecen Párkinson.

Otro síntoma de esta enfermedad neurológica es la lentitud de movimientos o bradicinesia: Se nota al principio del desarrollo de la enfermedad con una reducción de la habilidad al escribir, de afeitarse… y llega a afectar a actividades de menos precisión como abrocharse un botón o pelar una fruta.

Es también característica la rigidez o aumento del tono muscular, del mismo modo que la resistencia a la realización del movimiento pasivo, tanto flexor como extensor de las extremidades. Esta rigidez suele ser más evidente en tobillo y muñeca, aunque también se observa en zonas intermedias, como codos o rodillas.

Los trastornos posturales que genera esta enfermedad consisten en que el paciente tiende a generar una cada vez mayor flexión del tronco, de la cabeza y de las cuatro extremidades en su postura habitual. La marcha también se altera, con tendencia a la propulsión y a dar pasos cortos, que son muy invalidantes.

Los tratamientos contra el Parkinson pueden ser farmacológicos o quirúrgicos, según, en esta ocasión, los especialistas de la prestigiosa Clínica Mayo (EEUU), quienes recuerdan, ante todo, que los tratamientos médicos, es decir, a base de determinados fármacos, pueden ayudar a controlar los síntomas.

Según estos expertos de la Clínica Mayo, el médico puede recomendar además por cambios en el estilo de vida, en especial, la realización de ejercicio aeróbico continuo y la fisioterapia, en busca del equilibrio y la elongación. Un logopeda puede ayudar con los problemas del habla, que aumentan con la evolución.

Los medicamentos indicados —informan desde la Clínica Mayo— pueden ayudar al paciente de Parkinson a controlar los problemas al andar y al moverse, así como con los temblores, aumentando o sustituyendo la dopamina, neurotransmisor afectado en esta enfermedad, que reduce sus concentraciones en los pacientes.

La levodopa es el medicamento más eficaz contra la enfermedad de Parkinson, una sustancia química que ingresa al cerebro y se convierte en dopamina, aunque con resultados irregulares. Recientemente se ha desarrollado una bomba subcutánea de administración continúa, que mejora los efectos y la calidad de vida.

Otro posible medicamento es con agonistas de la dopamina, que actúan de otro modo, no transformándose en esta sustancia, pero imitando sus efectos en el cerebro. Los agonistas de la dopamina no son tan eficaces como la levodopa para tratar los síntomas, pero duran más tiempo y pueden usarse con ésta.

Para el caso de que se dé un proceso muy avanzado de enfermedad de Parkinson, se han desarrollado técnicas de neurocirugía para aliviar los efectos de la patología. Esta cirugía, considerada un gran avance en su momento, se basa en la implantación de un electrodo en la zona del cerebro que controla el movimiento.

Esta zona es la afectada en los enfermos de Parkinson, hasta el punto que ese control se torna en todo lo contrario y aparecen los problemas de temblores, agarrotamientos, etcétera. La intervención quirúrgica se realiza mediante técnicas de estimulación cerebral profunda con electrodos.

La operación dura entre 6 y 8 horas y consiste en la implantación de un electrodo que realiza una estimulación eléctrica de pequeños grupos de neuronas en zonas profundas o cerca del tronco cerebral, áreas del cerebro que hacen las funciones del cuerpo automáticas y coordinadas.

Pese a lo complejo de la intervención, el paciente está despierto, aunque sedado. Esa consciencia es necesaria porque el enfermo deberá atender a instrucciones como la de mover un brazo; por este motivo, permanece despierto y consciente durante algunas partes de la operación, aunque sin sentir dolor en el proceso.

Según explicó la neurocirujana del Hospital Universitario de Son Espases, la Dra. Mónica Lara, en declaraciones a esta revista realizadas hace algún tiempo, «los avances recientes en esta cirugía se están dando en el ámbito de los electrodos que se emplean para la realización de este tipo de intervenciones»

«Algunos de los últimos modelos —señaló esta misma especialista en Neurocirugía— los electrodos direccionales, nos permiten realizar un tratamiento más “a la carta” de la sintomatología con un mejor control de los posibles efectos adversos derivados de la estimulación eléctrica».

No son éstos los únicos avances esperanzadores. Investigadores españoles publicaron sus descubrimientos sobre fármacos basados en la melatonina contra el Párkinson, según la Agencia SINC.Los resultados indican que la neuroinflamación y el daño mitocondrial son dos procesos independientes en la enfermedad.

Precisamente, la melatonina es capaz de prevenir todos esos procesos neurodegenerativos porque su acción principal es actuar dentro de la mitocondria. Lo cierto es que aún se desconoce la causa de la patología, por lo que también se desconoce cómo prevenirla.

Un equipo liderado por Darío Acuña-Castroviejo, catedrático de la Universidad de Granada, ha avanzado en los mecanismos moleculares de la actividad antiparkinsoniana de la melatonina. La investigación se enfocó hacia el papel de las óxido nítrico sintasas, enzimas productoras de óxido nítrico (NO).

El NO es un neurotransmisor y neuromodulador que cuando se produce en exceso participa en el proceso de daño mitocondrial y neurodegeneración. Con esta investigación se cerró uno de los aspectos más controvertidos de la fisiopatología del párkinson y se identificaron dianas moleculares altamente específicas.

Este descubrimiento abrió la puerta al diseño de nuevos fármacos con los que tratar la enfermedad, cuya fisiopatología presenta tres aspectos fundamentales: neuroinflamación, pérdida de dopamina, y disfunción mitocondrial, que llevan a la muerte de las neuronas dopaminérgicas y a la aparición de la sintomatología.

En este estudio los científicos han podido demostrar que, al contrario de lo que se pensaba, el fallo mitocondrial que condiciona la muerte neuronal dopaminérgica durante el desarrollo de la enfermedad es independiente de dos enzimas que se creía que tenían un papel más determinante.

«La secuencia de eventos que da lugar a la muerte neuronal dopaminérgica en el Parkinson comienza por el daño mitocondrial, continúa con un proceso de daño neuronal, que sigue con la respuesta inflamatoria o neuroinflamación, y culmina en la muerte neuronal y pérdida de dopamina», manifestaron las fuentes científicas.

Eso explica que «a su vez, la muerte neuronal favorece el daño mitocondrial, entrando en un círculo vicioso crónico de estrés oxidativo que acelera la neurodegeneración», según este equipo de investigadores. Precisamente, la melatonina es capaz de prevenir todos esos procesos neurodegenerativos.

Jaume Orfila
Asesor Científico
de Salut i Força

El temblor le delataEl temblor en reposo delata la enfermedad. Pero no es la primera manifestación, ni la más frecuente, ni la más importante, ni viene sola; de hecho, el Parkinson que empieza con temblor acostumbra a tener una progresión más lenta, se acompaña de menor deterioro cognitivo. Es más benigno. La enfermedad de Parkinson más temible es la que cursa con falta de movimiento -acinesia – y con rigidez. El que se ensaña en dificultar la marcha, hasta impedirla.

El diagnóstico del Parkinson es clínico. No existe una prueba que por sí sola sea suficiente para confirmar la enfermedad. Además, el temblor acompaña a otras muchas enfermedades que nada tienen que con la falta de dopamina en determinados centros neurálgicos del cerebro.

La disfunción cerebelosa es una de ellas. Como lo es el temblor postraumático. O el que acompaña a las neuropatías periféricas, al consumo de determinados tóxicos o incluso fármacos y el que se produce al incorporarse bruscamente.

Aunque la enfermedad de Parkinson es el paradigma de las enfermedades que cursan con temblor, el más frecuente es el idiopático o esencial, el de causa desconocida. Del que si sabemos que se acentúa con el movimiento, que llega afectar a la cabeza, la voz, las piernas, la mandíbula y el propio tronco. Del que, si sabemos, que en siete de cada diez casos tiene algún familiar afecto, y que a diferencia de cualquier otra enfermedad, puede mejorar con el alcohol. Cruel paradoja.

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