Sordera: La discapacidad sensorial que aísla de un mundo de sonidos

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Sobre sordos (y gordos) se han hecho chistes desde que el mundo existe. La discapacidad (o la fealdad) han sido siempre blanco de burlas. Lo que nos diferencia nos aísla. Y es cierto que la sordera aísla. Casi incluso más que la ceguera, ya que imposibilita la comunicación con los otros.

Los sordos, cuando el nivel de pérdida de audición en total, no pueden hablar con otras personas, no pueden ver la televisión, escuchar música o la radio. No se les puede avisar a gritos de un peligro. Pierden progresivamente la capacidad de hablar, porque no se oyen a sí mismos.

La sordera es tal vez una de las discapacidades sensoriales más incapacitantes, ya que si bien un sordo no corre el riesgo de golpearse contra un obstáculo que no ve, si bien el sordo ve el mundo que lo rodea, sufre el riesgo de dejar de comprenderlo, de aislarse en su propio mundo.

La sordera es la dificultad o la imposibilidad de oír a causa de una pérdida de la capacidad auditiva que puede ser parcial, llamada hipoacusia o total, que se denomina cofosis. Además, esa pérdida puede ser unilateral o bilateral.

La sordera puede ser hereditaria o adquirida. La sordera adquirida puede ser consecuencia de una enfermedad, de un traumatismo, de una exposición a largo plazo al ruido excesivo, o a determinados medicamentos que sn agresivos para el nervio auditivo. Algunos niños nacen sordos parcial o totalmente.

Una persona con sordera parcial conserva una leve capacidad auditiva y puede al menos beneficiarse de un aparato auditivo para que ésta mejore. En la sordera total o completa la persona no oye absolutamente nada. En esos casos el problema es más complejo.

Para comprobar el grado de sordera se realiza una audiometría para detectar problemas en la percepción correcta de la intensidad (decibelios) o de la frecuencia (hertzios) de sonidos relacionados con el lenguaje oral. Es frecuente que se den resultados diferentes para cada oído.

La pérdida de la capacidad auditiva generalmente se describe como leve, benigna, moderada, severa o profunda.

Generalmente, cuando un niño cuya pérdida de la capacidad auditiva supere a los 90 dB, se considera entonces que necesita un método educativo específico para sordos.

Pérdida auditiva

La pérdida auditiva conductiva o de transmisión es la que viene causada por enfermedades u obstrucciones en el oído exterior. Las pérdidas auditivas conductivas normalmente afectan a todas las frecuencias del oído de manera uniforme, aunque no resulten pérdidas severas.

Una persona con una pérdida de la capacidad auditiva conductiva bien puede usar audífonos o puede recibir ayuda por médicos o intervenciones quirúrgicas. Es por ello necesario acudir al especialista para que detecte la causa de la sordera y prescriba el medio más adecuado.

La pérdida auditiva sensorial, neurosensorial o de percepción es aquel conjunto de casos en los que las células capilares del oído interno, o los nervios que lo abastecen, se encuentran dañados. Esta pérdida auditiva puede abarcar desde pérdidas leves a profundas.

Normalmente afecta a la habilidad de la persona para escuchar ciertas frecuencias más que otras, de manera que escucha de forma distorsionada el sonido, aunque utilice un audífono amplificador, al menos hasta hace poco, ya que los audífonos modernos corrigen estos problemas.

La pérdida auditiva mixta es la patología en la que existen aspectos de pérdida conductiva y sensorial, de manera que existen problemas tanto en el oído externo o medio y el interno. Puede deberse a daños en el núcleo del sistema nervioso central, en las vías al cerebro o en el mismo cerebro.

Los especialistas advierten que todo tipo de golpes fuertes en la zona auditiva son peligrosos, ya que este tipo de lesiones son las principales causantes de este tipo de sordera. Es por ello necesario acudir a un especialista que valore complicaciones si se ha sufrido uno de estos golpes.

Algunos autores diferencian un cuarto modelo, la pérdida auditiva central, que hace referencia exclusivamente a lesiones en los centros auditivos del cerebro. Todo ello hace necesario un abordaje multidisciplinar del problema, desde una perspectiva que incluye a la neurología.

Hay audición normal por debajo de los 20 dB. Deficiencia leve cuando el umbral se sitúa entre 20 y 40 dB. En la deficiencia auditiva media el umbral auditivo se sitúa entre 40 y 70 dB y en la severa el umbral se encuentra entre 70 y 90 dB. La pérdida profunda es superior a 90 dB.

En la pérdida total y cofosis el umbral se encuentra por encima de 120 dB o se determina que existe una imposibilidad auditiva total. Puede ser debido a malformaciones internas del canal auditivo o a la pérdida total de los restos auditivos por motivos genéticos.

Entre todas las personas sordas, el porcentaje de personas que padecen cofosis es muy pequeño, casi insignificante, ya que se trata de una malformación (ausencia de cóclea, por ejemplo). La etiología de la discapacidad auditiva puede ser por causas exógenas.

Es el caso de la rubeola materna durante el embarazo, incompatibilidad del factor Rh y otros elementos que suelen provocar otros problemas asociados (dificultades visuales, motoras, cognitivas).O bien puede ser una sordera hereditaria recesiva que no suele conllevar trastornos asociados.

El momento en el que aparece la discapacidad auditiva es determinante para el desarrollo del lenguaje del individuo, por lo que se pueden distinguir 3 grupos. Prelocutivos: si la discapacidad sobrevino antes de adquirir el lenguaje oral (antes de 2 años). Perilocutivos: si la discapacidad sobrevino mientras se adquiría el lenguaje oral (2-3 años). Poslocutivos: si la discapacidad sobrevino después de adquirir el lenguaje oral (después de 3 años). Cada una de estas fases tiene un tratamiento diferente, tanto médico como pedagógico.

Sordera verdadera

Sordera verdadera o pérdida del umbral de intensidad de audición, clasificada como sordera de transmisión puede derivar de lesiones del oído externo, malformaciones, estenosis del conducto, infección del conducto, lesiones obstructivas, lesiones del oído medio, obstrucalción tubárica.

También de otitis medias y sus secuelas, tumores, malformaciones de los huesecillos, lesiones de la cápsula ótica, infecciones como la sífilis, distrofias del oído como la otosclerosis. La sordera de percepción puede derivar de lesiones del oído interno, malformaciones.

También, de intoxicaciones medicamentosas, infecciones de vecindad como la otitis media; primarias como la laberintitis; víricas como la parotiditis, virus neurotropos, etc.

O de alteraciones vasculotensionales del laberinto como la enfermedad de Memiere.

Puede ser originada por traumatismos, tumores, herencia como la presbiacusia, lesiones retrolaberínticas o radiculares, infecciones como la meningitis o secuelas peripetrosas de otitis, víricas, neuríticas, tumorales como el neurinoma del acústico. Lesiones centrales bulbares bajas.

La sordera neurosensorial es la pérdida auditiva que ocurre por daño al oído interno, al nervio que va del oído al cerebro (nervio auditivo) o al cerebro.

Los síntomas pueden abarcar sensaciones como el hecho de que ciertos sonidos parezcan demasiado fuertes, dificultad para seguir conversaciones cuando dos o más personas están hablando.

También es común sufrir una dificultad para escuchar en áreas ruidosas, una mayor facilidad para oír las voces de hombres que las voces de mujeres, dificultad para diferenciar sonidos chillones (como «s» o «th») entre si.

También es común que las de otras personas suenen como murmullos o estén mal articuladas.
Otro de los síntomas son los problemas para oír cuando hay un ruido de fondo. Además, sensación de estar perdiendo el equilibrio o mareado. Sonido de campaneo o zumbido (tinnitus).

Causas

Las causas de esta sordera derivan de que se produzca una patológica la parte interna del oído contiene células pilosas diminutas (terminaciones nerviosas), las cuales transforman los sonidos en señales eléctricas. Los nervios llevan luego estas señales al cerebro.

La hipoacusia neurosensorial es causada por el daño a estas células especiales o a las fibras nerviosas en el oído interno.

Algunas veces, la hipoacusia es causada por el daño al nervio que lleva las señales al cerebro. La sordera neurosensorial puede estar presente en el nacimiento.

Esta aparición congénita puede ser debida a síndromes genéticos, infecciones prenatales que la madre le transmite a su bebé en el útero (toxoplasmosis, rubéola, herpes).

La hipoacusia neurosensorial puede desarrollarse en niños o adultos posteriormente en la vida.

Por las causas puede hablarse de hipoacusia relacionada con la edad (presbiacusia), enfermedad de los vasos sanguíneos (enfermedad vascular), enfermedad inmunitaria, infecciones, tales como meningitis, paperas, escarlatina y sarampión, lesiones por ruidos o sonidos fuertes.

También viene causada por la enfermedad de Meniere, un tumor, como el neuroma acústico y el uso de ciertos medicamentos, según explican los especialistas que recomiendan que se atienda a las posibles complicaciones. Hay sorderas cuya causa se desconoce.

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