El suspense de Castillo

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz Médico- Forense Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz. Médico-
Forense. Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense

El Pp dice que suspende a Aina Castillo, y hace muy mal. Dice que la suspende de militancia, que debe ser algo así como que un día ya lejano la suspendió de vigilancia. El Pp suspende de militar a Aina Castillo, como si alguien pudiera suspenderte de eso y pudiera retirarte todas las medallas, todos los “se sienten coño” y todas las órdenes que la vieja consellera le daba con soltura a toda su tropa, incluido yo.

Sorprende que suspendan a Castillo una vez ya suspendida de empleo y sueldo hace ya mucho tiempo, cuando el Pp o el pepero de turno perdiera la confianza en ella y le dijera que no a todo excepto precisamente al empleo y al gran sueldo aquel que tuvo y retuvo como consellera.

No consta en la nota de Europa Press que le hayan pedido el empleo aquel al que se dedicó afanosamente para pasar a la Historia, como tampoco constan las muchas horas que dedicó a aconsejar, no constando tampoco que le hayan solicitado el dinero, la mucha pasta que ingresó por ir en la lista de la formación que la puso y que le otorgó la confianza suficiente para no tener que defenderla jamás.

Y mientras el Pp suspendía a Castillo en este examen lluvioso de Septiembre en Son Espases, hete que Castillo suspende al Pp de haberle suspendido por precisamente suspender a Matas desde el mismo patíbulo en el que ella misma parece haberse suspendido.

Este juego de misivas nos encantaría en este inicio otoñal sino fuera porque desde aquí nunca hemos creído en las letras que intentan librarse de la cárcel, que aquí cuando nos vamos acercando a la casilla de la cárcel, que has contado no se cuántos y el dado dice que cuentas más de la cuenta, entonces es cuando empieza a desvanecerse la realidad y empieza a desvelarse la intimidad, esto es como es uno.

Si el Pp y Castillo, dos entes en suspenso y en matizado suspense, se defienden cuando son atacados y amenazados de presidio, entonces no nos sirven ni el uno ni la otra en sus suspensos y es cuando definitivamente queremos que nos enseñen las notas y sus calificaciones.

Se ve a Castillo yendo a recoger las notas en todas las crónicas judiciales. Unas notas que el profe Castro y sobre todo el bedel Horrach le han dado el visto para que declare apuntando, para que no yerre en la dirección adecuada y que suele ser la que va precisamente en la dirección contraria a la del trullo. Va Castillo, la vemos en la foto, con los suspensos, con su abogado y con una amiga suspendida de esa cordada, amiga letrada y que no sabemos en calidad de que va de acompañante a ese principio de curso judicial. Todo sea que a Castro no le de por preguntar, no sea que algún día en vez de perseguir al delincuente les de por perseguir el delito y nos encontremos ahí con más de una casualidad. Dejemos para más tarde eso de que los letrados entierren a los letrados, una vez muertos todos, digo.

Castillo ha ido a cantarle los temas a Castro parece que con las cosas ya pactadas y bien pactadas, porque sólo una declaración en el aire, suspendida, holgada de palabras hacen que nos demos cuenta de que realmente no ha contado nada de nada, o mejor, lo justo para salvarse del laberinto al treinta.

Castillo dice que Matas le dio un sobre que no abrió ni olió ni saboreó, un sobre sin cualidades organolépticas. Nada leyó pero algo muy grave le dijo Matas sobre si no ganaba una de las opciones: que “podían tener problemas políticos”. Joder con la gravedad. Miedo me da un día tener problemas políticos.

Dice Castillo que ese sobre es la prueba del delito, la pregunta en blanco que no se atrevió a abrir y que por eso ella no pinta nada, no sea que nueve años después alguien le viniera con el cuento de la complicidad, del interés mutuo o de cómo se diga no haber dicho nada desde el siete de Diciembre del año dos mil seis. Quizá la tardanza se debiera a que nadie le preguntó la lección durante todo ese tiempo como acaba de hacerle su partido. Quizá fue porque debería haber devueltos todos aquellos honores y todos aquellos sueldos de cuarenta y ocho meses de diputada de antes, de cuarenta y ocho meses de consejera de durante y de cuarenta y ocho meses de diputada de después, tiempo exacto en miles de euros que le supuso la confianza del uno en el otro. Así sí que nos hubiéramos creído algo.

Castillo no abrió el sobre, pero debe haber pactado con la fiscalía que debió leer algo al trasluz y que se lo pasó a su lugarteniente Bertrán para que tampoco lo leyera, que no hay mejor pacto que el del secreto al trasluz.

No ha trascendido si puede perderse la militancia por mirar por las cerraduras de las puertas o por olisquear por debajo de las puertas del Consolat.

Sólo ha trascendido -visto lo visto- la posibilidad de que ni tan siquiera Matas abriera el sobre, que no abriera la cama para acostarse o que incluso se equivocara de sobre y adjudicara un hospital a la empresa que precisamente él había decidido que no ganara.

¿Suspenderá Matas a los suspendidos de todo este suspense?+

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