The News Prosas Lazarianas

Miguel Lázaro Ferreruela

Miguel Lázaro Ferreruela
Psiquiatra HUSE
Coordinador del Centro de Atención Integral de la Depresión.

¿Cómo aprendemos a angustiarnos?

La angustia como decia Perls “es la brecha entre el ahora y después. No se tiene ansiedad del pasado. La ansiedad siempre es una anticipación del futuro.

Es producto de nuestra mente y ya saben ustedes el poder de la fantasía y de la imaginación. Si usted está aquí y ahora, conscientemente no puede tener ansiedad”. Solo los muertos y los anestesiados no tienen ansiedad. La ansiedad que forma parte de la naturaleza humana y de nuestra vida es muy útil: tiene una gran función adaptativa, si no es desproporcionada, intensa, de larga duración o compromete nuestra funcionalidad y nuestra calidad de vida. Es decir si no es patológica. Los trastornos de ansiedad son muy frecuentes y hoy responden muy bien a tratamiento psicofarmacológico y psicoterápico.

Generalmente las personas confunden estrés con ansiedad, que aunque están muy emparentados no es lo mismo. Con mucha frecuencia el estrés malo, que es un gran depredador, es el factor precipitante y el gatillo de muchos trastornos de ansiedad. Por supuesto sin olvidar que existen factores genéticos, biológicos, psicológicos y psicosociales implicados.

Nuestra ansiedad aparece en múltiples escenarios vitales: ante peligros objetivos reales, ante peligros subjetivamente valorados (fobias) y ante situaciones que son un riesgo o un peligro a nuestras expectativas e imagen de nosotros mismos:por ejemplo cuandoexisten acontecimientos en los que hay una expectativa positiva de alto nivel en peligro, cuando hay riesgo que provoquen dudas sobre la imagen de uno, cuando pueden darse cualquier forma de comportamiento que consideremos como inútil y sobre todo cuando hay cualquier expectativa negativa . Esta última circunstancia producirá automáticamente una cierta cantidad de angustia. Igualmente que aprendemos también podemos des-aprender.

Siempre es posible el cambio. Podemos si sabemos y sobre todo queremos Nuestra neuroplasticidad nos permite generar nuevos mapas mentales más adaptativos. No basta con crecer hay que progresar.

Con ayuda podemos cambiar nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar. Hay muchos métodos. Ahora está triunfando el mindfulness o la atención consciente sin juzgarse, que es muy fácil de aprender y practicar. El miedo paraliza nuestras vidas, pero el miedo no es un visón de este muerdo. Si usted no es como los demás esperan, el problema lo tiene ellos no usted. Nunca olviden: aun, aquí y ahora que ni estamos en derrota y mucho menos en doma.

Reflexiones ajenas

Quiero compartir con ustedes las reflexiones sabias de Joaquín Fuster, un experto en neuroconciencia cognitiva. Le preguntaban a Fuster. ¿Qué hemos hecho mal por el camino?: Idealizar el yo. Somos una colección de egoístas codiciosos que no tenemos en cuenta las necesidades de los demás, entre las cuales las esenciales son el amor y la filiación.

Entonces en muchos sentidos nos estamos suicidando evolutivamente. Las virtudes evolutivas son, entre otras, la confianza y la cohesión del grupo. ¿Qué le sigue sorprendiendo?: La capacidad prácticamente infinita del ser humano para superar la desgracia, adaptarse a ella, y la capacidad casi infinita del hombre y la mujer para diseñar el futuro, para imaginar lo que ha de ser; y para las dos cosas se necesita la inteligencia emocional, que es el entusiasmo. Sin entusiasmo, no hay ciencia ni avance posible. ¿Qué les parece? Son unas perlas que debemos de interiorizar, porque son cuñas de autoayuda que nos vendrán muy bien en los momentos de confusión y de inseguridad que tendremos en nuestra vida. Al fin y al cabo de eso se trata la vida de gestionar la incertidumbre con prudencia y con la ansiedad necesaria y justa.

Ya ven todo un alegato contra la ombligopatia y el narcisismo imperante. Hay mucho “psicopatoncillo de medio pelo” suelto que cree que mea colonia y caga perlas. Su principal enemigo la adicción a su espejo. Por otra parte una lección sobre los valores y sobre uno de los motores de la vida: la esperanza que nos permite proyectarnos en el futuro.

Nos convendría ser más empáticos y no olvidar aquella frase del gurú tibetano “no debería juzgar a nadie sin haber caminado 25.000 kilómetros en sus mocasines”

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