Luis Fernando Manzanero ocupa, actualmente, el cargo de subdirector de la Oficina de Tecnología de la Información y Comunicaciones (OTIC), perteneciente al Ib Salut. Desde esta responsabilidad, Manzanero ha tomado parte en buena parte de los proyectos que han convertido la sanidad balear en un punto de referencia nacional y europeo en el ámbito de la introducción de las nuevas tecnologías en la asistencia médica.
P.- Ante todo, ¿qué es la Oficina de Tecnología y Comunicaciones y qué función desempeña dentro de la estructura del Ib Salut?
R.- Su misión, básicamente, es la de coordinar las actuaciones que, a lo largo de estos años, se están llevando a cabo en la sanidad pública de las islas con el objetivo de incorporar a las nuevas tecnologías como elemento de mejora y optimización de los recursos sanitarios. Gracias a iniciativas como la Historia de Salud o la receta electrónica, los ciudadanos de Baleares cuentan, hoy en día, con una asistencia médica más próxima, inmediata y eficaz, y ello redunda, por supuesto, en la mejora general de los niveles de salud de la población.
P.- Cabe suponer que una de las tareas en que más intensamente ha debido involucrarse la OTIC es la formación de los profesionales para que aprendieran a manejar y dominar estos recursos tecnológicos…
R.- Por supuesto. La labor formativa ha ocupado buena parte de nuestro tiempo y, por qué no decirlo, también de nuestras preocupaciones. Para que estos instrumentos tuvieran la repercusión que se esperaba y respondieran a las expectativas que habían generado resultaba primordial que, en primer lugar, los profesionales, tanto los médicos como el resto del personal sanitario, se involucraran en un efectivo proceso de formación. El balance ha sido realmente satisfactorio. En primer lugar, lógicamente, por la actitud positiva de los profesionales, pero también porque desde la OTIC hemos procurado cumplir con una máxima que, por lo general, proporciona buenos resultados.
P.- ¿Y cuál es?
R.- Muy sencillo: no permitir que los informáticos expliquen la informática. E intentaré hacerme entender. Por supuesto, nadie sabe más de informática que un profesional de este ámbito, pero cuando un médico o una enfermera acuden a una sesión formativa para, por ejemplo, aprender cómo funciona la gestión cibernética de un determinado servicio hospitalario, es importante que se les enseñe desde el punto de vista clínico o asistencial. En otras palabras, que sea otro profesional sanitario que conozca previamente el sistema quien se encargue de esta labor de formación. Créame: soy informático, y sé perfectamente de lo que hablo.
P.- Baleares ha sido una Comunidad Autónoma pionera en iniciativas como la Historia de Salud o la receta electrónica. ¿Por qué en las islas ha obtenido tanta repercusión la incorporación de las nuevas tecnologías en la sanidad?
R.- En efecto, Baleares ha sido la primera autonomía en poner en marcha la Historia de Salud, juntamente con la Comunidad Valenciana, y, de hecho, ambos territorios fuimos elegidos zonas piloto para la implantación de este recurso por parte del Ministerio de Sanidad. En cuanto a la receta electrónica, somos casi pioneros, porque nos antecedió Andalucía. Sin embargo, Baleares logró culminar la implantación de este sistema con anterioridad a la Comunidad andaluza. Evidentemente, todo ello no obedece, ni mucho menos, a la casualidad. Si el archipiélago se ha convertido en un referente internacional en las nuevas tecnologías sanitarias es porque ya existía, previamente, unos antecedentes históricos que han favorecido estos éxitos.
P.- ¿A qué antecedentes se refiere?
R.- Tenga en cuenta que ya en 2002 Son Llàtzer se convirtió en el primer hospital sin papeles de todo el Estado. Y no fue la única experiencia: en el ámbito de la Atención Primaria, la cultura informática ya había empezado a instalarse desde incluso antes de la década anterior. Posteriormente, siguieron las aportaciones realizadas en los hospitales de Inca, Menorca y, por supuesto, Son Espases. Hoy podemos proclamar con orgullo que la implantación de las nuevas tecnologías en la sanidad pública balear constituye una realidad plenamente consolidada, gracias a que, en su momento, se apostó al cien por cien por este objetivo.
P.- ¿Y qué beneficios ha supuesto esta apuesta para los pacientes?
R.- No puede ni hacerse una idea. ¡Muchísimos! Tantos, que sería imposible enumerarlos. Una estructura sanitaria en la que, sin ir más lejos, los usuarios ya no deben de acudir, necesariamente, a la consulta de Atención Primaria para que el médico cumplimente sus recetas es una sanidad que gana en tiempo y eficiencia y que reduce de manera extraordinaria los plazos de espera y las listas de demora. Y esa es, tan solo, una de las ventajas. Existen muchas más. Baleares lleva años de adelanto en la creación de los hospitales sin papeles, por no hablar de la mejora asistencial que implica una iniciativa como la Historia de Salud, en la que profesionales de diversos ámbitos asistenciales tienen acceso, paralelamente, a toda la información sobre las enfermedades y los tratamientos de sus pacientes.
P.- Si le parece bien, vayamos por partes y hablemos, en primer lugar, de la receta electrónica. ¿Su implantación es ya absoluta en Baleares?
R.- Sí, desde hace dos años. La receta electrónica comenzó a implantarse en Eivissa hace cuatro. En la isla pitiusa el proceso ha sido culminado al cien por cien, y en el resto del archipiélago falta, únicamente, su introducción en servicios muy específicos de centros hospitalarios, pero la implantación es total en Atención Primaria y en la red de oficinas de farmacia. De esta manera, ya en la actualidad, el cincuenta por ciento de los pacientes dispone de la tarjeta electrónica que da acceso a la dispensación de las medicinas directamente en la oficina de farmacia y sin necesidad de acudir al médico.
P.- Entonces, ¿no todos los usuarios cuentan con la tarjeta?
R.- La idea es que, en un futuro próximo, sea así. Pero, claro, para ello es necesario pasar consulta con el facultativo de Atención Primaria, y, afortunadamente para estas personas, hay ciudadanos que se pasan años enteros sin precisar de servicios médicos. En otras palabras, los médicos del primer nivel asistencial ofrecen a los pacientes la tramitación de la tarjeta, que es, además, muy sencilla y no genera ningún tipo de complicación burocrática. Evidentemente, por razones obvias, la distribución de la tarjeta se ha culminado más rápidamente en los enfermos crónicos, que son los que mayor uso hacen de ella y quienes más frecuentemente acuden a la consulta médica. En cualquier caso, le facilitaré un dato relevante sobre la gran implantación de la receta electrónica en Baleares: ya hoy en día, el 71 por ciento de la dispensación farmacológica se lleva a cabo mediante este sistema.
P.- Centrémonos seguidamente en la otra joya de la corona de la OTIC: la Historia de Salud. Sus ventajas son incontables…
R.- Desde luego, y más que lo serán cuando, desde cualquier lugar del mundo, desde cualquier hospital o centro de salud, e incluso desde el 061, se pueda consultar el historial médico de un paciente, como, de hecho, ya sucede ahora en el caso de todos los equipamientos sanitarios de Baleares y la Comunitat Valenciana. Es decir, un ciudadano balear que acude a un hospital valenciano cuenta con la ventaja de que el profesional que le atiende tiene su historial a su disposición. Lo mismo ocurre a la inversa, claro. En La Rioja también existe esa posibilidad, pero tan solo a nivel de consulta. ¿Se imagina usted cuántos trámites, traslados y esperas farragosas se puede ahorrar el usuario gracias a este sistema? Ello al margen de que se gana un tiempo precioso que resulta primordial a la hora de facilitar una asistencia de calidad y combatir con más posibilidades una determinada dolencia.
P.- ¿Y los enfermos? ¿Puede también ellos consultar su propio historial?
R.- Sí, ya que no es un recurso al alcance únicamente de los profesionales. Únicamente existe la limitación de que el usuario no puede acceder a anotaciones subjetivas o informativas que haya consignado el médico en su expediente. Todos los demás datos, como días u horas de consulta, equipamientos a los que debe acudir, tratamientos que ha de seguir o diagnósticos de sus dolencias, pueden ser supervisados también por el interesado. Para que ello sea posible existe una página informática denominada Portal del Usuario, que forma parte de la web del Ib Salut. Simplemente, el paciente ha de darse de alta y ya tiene la posibilidad de acceder a su Historia de Salud.
P.- Quizás algún lector tenga una objeción a efectuar: la seguridad. ¿Es seguro este sistema? ¿No pueden ocurrir interferencias malintencionadas o que la información caiga en manos no deseadas?
R.- En absoluto. De hecho, el objetivo de garantizar la seguridad es uno de los pilares que ha guiado la labor efectuada desde la OTIC. No existe ningún temor al respecto, porque la totalidad de mecanismos y protocolos preventivos se hallan plenamente activados y consolidados.
P.- Finalicemos, si le parece, incidiendo en otro de los terrenos en los que la OTIC ha desarrollado su actuación: la agilización del sistema de citas previas en Atención Primaria….
R.- También en este campo las mejoras resultan más que apreciables. En la actualidad, el usuario dispone de tres sistemas para requerir la cita: personarse en el centro de salud de referencia, que es la menos aconsejable y la que tratamos de descartar en la medida de nuestras posibilidades; el teléfono del ‘call service’, que, según los últimos datos, recibió 2’5 millones de llamadas telefónicas; y la solicitud de consulta mediante la web. Esta última opción se activa mediante la tarjeta sanitaria y es la fórmula más sencilla y conveniente, ya que el usuario puede seleccionar el día y la hora directamente y sin ningún tipo de intermediario.
P.- Bienvenidos, pues, a la sanidad del futuro…
R.- No, ahí se equivoca. No es la sanidad del futuro, sino la del presente. La de nuestro presente.