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“Pere Riutort: Si tras las reticencias a la Facultad de Medicina de Baleares existe la intención de crear una Universidad privada, seremos el hazmerreír de todos”

Pere Riutord, ex presidente del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos
y profesor asociado de la UIB, defiende los beneficios sociales del proyecto
que el presidente del Govern anunció meses atrás en el Parlament

P.- Desde el primer momento
ha participado usted activamente
en el debate social suscitado
en torno a la conveniencia
o no de que Baleares
cuente con una Facultad de
Medicina. ¿Por qué le interesa
tanto este tema?

R.- Supongo que por mi vinculación
al mundo de la docencia
universitaria. Tenga en cuenta
que ejercí esa actividad en la Facultad
de Odontología de la
Universitat Autònoma de Barcelona
entre 1989 y 1999, y desde hace
otros diez años formo parte de la
Facultat de Ciències de la Universitat
de les Illes Balears y, de hecho,
soy el miembro más antiguo de mi
departamento actualmente. La experiencia
acumulada me permite
llegar a la conclusión de que la
apertura de una Facultad de Medicina
redundaría en un incalculable
beneficio social para las islas.

P.- ¿Por qué?

R.- Pues porque gracias a mi actividad
docente he podido comprobar
hasta qué punto la simple
existencia de una Facultad de
Odontología ha facilitado la puesta
en marcha de numerosos proyectos
y actuaciones que han dinamizado
extraordinariamente este
campo asistencial. Solo por exponerle
un ejemplo, la UIB sacó adelante
en su momento la patente de
un blanqueador dental en cuya
elaboración tuve la oportunidad y
el privilegio de participar. ¿Hubiera
sido ello posible sin la actividad
docente e investigativa generada
desde la Facultad de Odontología?
Francamente, pienso que no.
Eso mismo, solo que a una escala
muy superior, ocurriría si Baleares
acogiera una Facultad de Medicina.
Sin ella, claro que se llevan
a cabo algunas iniciativas, pero
son claramente insuficientes.

P.- Sin embargo, el proyecto no
acaba de contar con el consenso
social, sectorial y político
que debería. La propia rectora
de la UIB, por ejemplo, ha manifestado
públicamente sus reticencias…

R.- Sí, estos recelos se han manifestado
tanto por su parte como
desde otras instancias, y luego trataré
de replicar esos argumentos.
Ante todo, permítame que le exponga
un dato que, a mi juicio,
avala sobradamente la necesidad
de que Baleares disponga de su
propia Facultad de Medicina.
¿Sabe cuántos estudiantes del archipiélago
cursan esta carrera en
las diversas universidades de otros
puntos de la geografía del Estado?
Concretamente, la media es de 24
por curso. Pues bien, según los estudios
estimativos, absolutamente
científicos y rigurosos, realizados
a tal efecto, esa cifra debería ser
de cien alumnos. ¿Por qué no se alcanza
ese registro? Es evidente:
porque los jóvenes de Baleares que
desean estudiar Medicina no pueden
hacerlo en su propia tierra y
deben desplazarse a otros lugares.
Y no se trata solo de defender el
derecho de estos jóvenes. Seguro
que le resultará familiar la preocupación
que existe en la sanidad
de las islas por el déficit de médicos,
una cuestión muy de actualidad
últimamente.

P.- Sí, desde luego

R.- Entonces, preguntémonos
por qué arrastramos esa carencia.
Yla respuesta es obvia: si hay pocos
estudiantes autóctonos de
Medicina, inevitablemente tiene
que haber pocos médicos originarios
de Baleares, y la única alternativa
es que profesionales de
otros territorios ejerzan en los hospitales
y centros sanitarios del archipiélago,
con todas las dificultades
que ello implica, ya que no
siempre resulta sencillo atraer a
estos médicos foráneos.

P.- Aun así, los críticos con el
proyecto de la Facultad de Medicina
argumentan que no todos
los estudiantes que se matriculasen
en la misma serían
jóvenes nacidos en las islas

R.- En efecto, pero tomando
como ejemplo la recientemente
creada Facultad de Medicina de
Girona, que por circunstancias
demográficas y sociales creo que
debe constituir nuestro modelo
de referencia más próximo, las estadísticas
ponen de manifiesto
que el 66 por ciento de los estudiantes
inscritos en esa facultad
proceden de Cataluña, y el resto,
principalmente, de otras Comunidades
Autónomas y de Portugal.
En Baleares, probablemente, ese
porcentaje sería incluso superior,
dado que debe tenerse presente el
factor de la insularidad y, en este
sentido, la complicación añadida
que supone captar a alumnos
de otros territorios. Como verá,
desde esta perspectiva, la creación
de una Facultad de Medicina generaría
beneficios cuantiosos para
nuestra Comunidad. Ahora bien,
debemos darnos prisa.

P.- ¿Quiere decir que el proyecto
ya llega tarde?

R.- Llegará tarde si no nos apresuramos.
Verá, en España, se están
jubilando anualmente siete mil
médicos, y en cambio el número
de estudiantes que finalizan la carrera
es de cinco mil. En otras palabras,
se acumula un déficit de
dos mil profesionales cada año.
Para contrarrestar este problema,
el Gobierno español ha aprobado
un plan de actuación que contempla
el incremento de dos mil nuevas
plazas docentes en la carrera
de Medicina. De estas plazas, un
total de 1.200 ya se hallan adjudicadas
a nuevas facultades, como la
de Girona, y además, actualmente,
hay otros cinco proyectos en
marcha, algunos de carácter público
y otros de titularidad privada,
en el conjunto de la geografía española.
La Rioja, sin ir más lejos, que
es la única Comunidad Autónoma,
además de Baleares, que no
dispone de Facultad de Medicina
propia, ya ha iniciado los trámites
para contar con una de cara al
futuro. Quedan 800 plazas por
otorgar, y por ese motivo le comentaba
que debemos apresurarnos.

P.- ¿De qué organismo depende
la concesión de estas plazas?

R.- Concretamente, de la Agencia
Nacional de Evaluación de la
Calidad y Acreditación (ANECA).
Aesta instancia corresponde
acreditar tanto a las nuevas facultades
como a los profesionales
que impartirán su labor docente
en ellas. Por consiguiente, el primer
paso que debería propiciarse
desde Baleares consistiría en presentar
la documentación pertinente
ante ANECA, y hacerlo sin
mayor dilación. En cambio, no
solo no se ha hecho, sino que seguimos
mareando la perdiz discutiendo
si son galgos o podencos,
mientras en otros territorios
ya se han puesto manos a la obra.

P.- En cualquier caso, habrá
que lograr, ante todo, el consenso
necesario, y este parece
no existir todavía…

R.- Es verdad, ese consenso no
existe, pero le hablaré claro al respecto:
la decisión última depende
de dos niveles de responsabilidad:
el presidente del Govern y la
junta de gobierno de la Universitat
de les Illes Balears. Aellos les corresponde
decidir si el proyecto de
la Facultad de Medicina ha de seguir
adelante, o ha de quedarse
inevitablemente por el camino. Las
otras instancias, es decir, los colegios
profesionales, las formaciones
políticas o incluso las diversas consellerias
del Govern no son quienes
tienen en su mano esa determinación.
Tal como yo veo las cosas,
el presidente Antich asumió, en
el reciente debate sobre el Estado
de la Comunidad, el mandato parlamentario
de crear una Facultad
de Medicina en Baleares. Y, por
tanto, lo que debe hacer es ser consecuente
con esa directriz. Sin embargo,
hasta ahora, Antich se ha limitado
a dar un ‘sí’ seco a la facultad,
un ‘sí’ sin más, y ya es hora
de que dé un puñetazo sobre la
mesa y ordene a las consellerias
implicadas que se pongan a trabajar
para elaborar el proyecto que se
deberá presentar a ANECA.

P.- El ‘sí’ de Antich quizás sea
seco, pero al menos es un
‘sí’….

R.- Tiene razón. No todo el mundo
concede su aprobación al proyecto.
Ni siquiera todas las consellerias
del Govern reman en el mismo
sentido. Tan solo la Conselleria
de Salut ha demostrado su compromiso
firme con la creación de la
facultad. Desde otros departamentos,
por ejemplo el de Hisenda, hay
más reticencias que otra cosa. En
cuanto al Colegio de Médicos, si
bien es cierto que ha manifestado
su adhesión pública muy recientemente,
también lo es que ha sido
un ‘sí’ con reservas y condiciones,
y su postura no deja de ser altamente
ambigua. También cabe destacar
la posición de la Real Academia
de Medicina y Ciencia, que
ha expresado a la Conselleria de
Salut su apoyo al proyecto, pero
lo ha hecho privadamente, procurando
que esa adhesión no trascendiera
más allá. Luego tenemos el
caso de la UIB, cuya rectora parece
estar preocupada tan solo en
buscar pegas y problemas al proyecto.
Y, finalmente, debemos subrayar
la posición de la patronal
hospitalaria, que se opone frontalmente
a la facultad.

P.- ¿Y a qué motivos cree que
obedecen las dificultades para
alcanzar el consenso?

R.- No tengo ninguna prueba
concreta de cuanto voy a comentarle
seguidamente, pero permítame
que lo exprese, al menos a nivel
de sospecha o, si se quiere, de
intuición o de posibilidad. Hace
unos diez años, un grupo empresarial,
concretamente el Centro de
Estudios Europeos (CES) adquirió
unos terrenos en la Marina de
Llucmajor para llevar a cabo la creación
de una universidad privada.
El Govern de entonces denegó la
autorización para ejecutar ese proyecto,
pero una década después la
parcela sigue ahí, dispuesta para
acoger actuaciones futuras. ¿Quiere
ello decir que las reticencias a
crear una Facultad de Medicina de
titularidad pública tienen que ver
con el deseo de favorecer un equipamiento
privado? Cada cual es libre
de extraer sus propias conclusiones.
Ahora bien, si ello fuera así
Baleares se convertiría en el hazmerreír
del resto de España y de
Europa. Por una parte, habríamos
renunciado al derecho de contar
con una infraestructura pública
que proporcionara estudios de
Medicina, con todos los beneficios
sociales que ello conllevaría, y por
la otra permitiríamos que un grupo
privado ajeno a las islas sacara
partido de esta situación. Quiero
pensar que esto no sucederá,
pero es bueno lanzar un aviso a navegantes
para que hipotéticos
acontecimientos no nos cojan desprevenidos.

P.- Otra cuestión fundamental
es la del profesorado que impartiría
clases en la facultad.
¿Hay ‘cantera’ suficiente, por
así decirlo?

R.- En realidad, las dificultades
son menores de las que se pretende
hacer ver. Mire, hay dos grandes
grupos de asignaturas en la
carrera de Medicina. El primero
corresponde a las asignaturas denominadas
básicas, es decir, las
que se imparten en los primeros
cursos, y en función de una Directiva
del Espacio Europeo de Educación
Superior (EEES) se favorece
la posibilidad de que puedan
correr a cargo de profesores vinculados
a otros estudios en los que
también se enseñan estas materias,
como biología, bioquímica o
fisiología. Ello significa que durante
los tres primeros años de
funcionamiento de la nueva facultad
se podría aprovechar la estructura
de profesorado ya existente,
y únicamente habría que contratar
a profesores que impartieran
los contenidos relativos a las Ciencias
Morfológicas. Lógicamente,
sería necesario aumentar la nómina
de profesores, porque de lo
contrario la UIB no podría dar
abasto, pero una buena parte del
camino estaría ya recorrido.

P.- ¿Y en cuanto al segundo ciclo?

R.- Los cursos más elevados de
la carrera han de ser impartidos
por médicos en ejercicio agrupados
en un único departamento
Médico-Quirúrgico. Si la Facultad
de Medicina comenzara a funcionar
mañana eso sería un problema,
pero contamos con unos años de
margen para garantizar la formación
de profesorado competente.
De hecho, estas actuaciones ya están
en marcha. En concreto, se ha
activado en Baleares la convocatoria
de unos talleres de acreditación
destinados a médicos de la red
hospitalaria y sanitaria de las islas
cuyo seguimiento permitirá obtener
de ANECAla preceptiva autorización
para impartir estas asignaturas
superiores. Por otro lado,
aunque la acreditación de los profesores
depende de ANECA, no es
así en todos los casos, ya que la
legislación contempla la opción de
contratar a profesores doctores que
reciben el visto bueno de una
agencia de ámbito autonómico encargada
de valorar los méritos atesorados
en un contexto más local.

P.- Los talleres de acreditación
a los que usted se refería, ¿ya
existen?

R.- Sí, y yo mismo he participado
en dos de ellos, que tuvieron lugar
en Son Dureta. La iniciativa de
crearlos correspondió a la IUNICS,
que preside el profesor Fèlix Grases,
y a la dirección general de Avaluació
i Acreditació de la Conselleria
de Salut, a cuyo cargo se halla
Joan Llobera. Su coordinación corresponde
a Marta Couces, de Son
Dureta, y también es importante
remarcar la aportación del profesor
Toni Aguiló, adscrito a la Escuela
Universitaria de Enfermería.
Como ve, los profesionales de Baleares
nos estamos preparando
para participar activamente en el
reto que supone la creación de la
Facultad de Medicina.

P.- Otro de los argumentos expuestos
por quienes no ven
con buenos ojos el proyecto es
el alto coste que supondría:
nada menos que 12.000 euros
por alumno y curso, según la
rectora de la UIB…

R.- Ignoro de dónde extrae la
UIB esta estimación, pero según
la Conselleria de Salut el ratio de
gasto no iría más allá de los 9.000
euros por alumno y curso. Por otra
parte, retomando el modelo de la
Universitat de Girona, el coste estimado
cuando la Facultad de Medicina
de esta ciudad catalana lleve
ocho años en funcionamiento será
de seis millones de euros. Si aplicáramos
esa cantidad económica en
Baleares, representaría el 0’4 por
ciento del presupuesto del Ib-Salut
y el 5’6 por ciento de las partidas
económicas de que dispone la UIB.
Creo que no estamos hablando de
presupuestos inasumibles.

P.- También desde la UIB se
argumenta que hasta dentro
de diez años, cuando la primera
promoción de estudiantes
formados en Baleares acabe
sus estudios, no se empezará a
resolver el déficit de médicos
en las islas…

R.- No deja de sorprenderme
que la UIB halle tantos defectos en
un proyecto que, necesariamente,
precisará de un tiempo para ser
amortizado. Esto es así en cualquier
actuación que se acometa.
En parte, entiendo su postura. A
la UIB, la incorporación de la carrera
de Medicina le complicará la
vida, ya que le obligará a modificar
su actual estructura y buscar
nuevas fuentes de financiación,
que ha sido siempre su principal
caballo de batalla. Pero la conveniencia
de crear una Facultad de
Medicina no ha de depender de
los intereses y las expectativas de
la UIB o del Colegio de Médicos,
sino de los intereses y las expectativas
de la sociedad balear. Es a
este objetivo al que se debe remitir
el presidente del Govern para,
de una vez por todas, acatar el
mandato del Parlament y ponerse
manos a la obra.

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