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Patología valvular cardíaca: riesgo de sangrado o de estenosis

JUAN RIERA ROCA / Las patologías valvulares cardíacas son un grupo de enfermedades que derivan de un mal funcionamiento de estas válvulas, desde el momento en que sufren problemas que generan pérdidas de sangre (lo que se conoce como regurgitación o insuficiencia valvular) o a que no se abran correctamente (estenosis valvular).

Cada uno de estos trastornos puede alterar gravemente la capacidad de bombeo del corazón, llegando a comprometerlo y hacer necesaria la cirugía.

La cosa se agrava o se complica cuando una válvula tiene ambos problemas. La insuficiencia de la válvula mitral es el flujo retrógrado de sangre por esa válvula mitral.

Este problema se produce cuando la válvula mitral no cierra bien, cada vez que el ventrículo izquierdo se contrae.

Al bombearse sangre desde ese ventrículo del corazón hacia dentro de la aorta, una parte de la sangre retrocede a la aurícula izquierda, aumentando su volumen y la presión que soporta.

Esto genera también una mayor presión en los vasos que llevan la sangre de los pulmones al corazón y se produce una congestión en los pulmones, fruto del aumento de la presencia de líquido en esos órganos.

Hace años, la fiebre reumática solía ser la causa más frecuente de insuficiencia mitral.

Sin embargo, en la actualidad, la fiebre reumática es rara en los países avanzados, donde se da un uso adecuado de antibióticos. Hoy la fiebre reumática sólo genera insuficiencia mitral entre los ancianos que recibieron tratamientos antibióticos durante su juventud.

En países atrasados el problema aún persiste.

Hoy una de las nuevas causas de insuficiencia mitral es el infarto de miocardio cuando lesiona gravemente las estructuras de soporte de la válvula.

Otra causa es la degenerac ión mixomatosa, una enfermedad debilita la válvula va progresivamente hasta convertirse en algo d ema s i a d o blando para desarrollar su función.

La insuficiencia mitral moderada puede no presentar síntomas y detectarse solo si el médico “oye” un soplo cardíaco causado por el retroceso de la sangre hacia el interior de la aurícula izquierda cuando el ventrículo izquierdo se contrae. La aurícula izquierda, se dilata gradualmente para incrementar la fuerza de cada latido.

El ventrículo dilatado puede generar palpitaciones sobre todo cuando el paciente está acostado sobre el lado izquierdo. La aurícula izquierda también tiende a dilatarse para alojar el flujo retrógrado del ventrículo.

Una aurícula muy dilatada puede presentar un latido rápido, desorganizado e irregular (fibrilación auricular).

En el corazón enfermo se generan coágulos sanguíneos. Si un coágulo se desprende puede obstruir una arteria más pequeña y causar un ictus u otras lesiones. La insuficiencia mitral grave reduce el flujo sanguíneo hacia la aorta causando insuficiencia cardíaca, tos, disnea de esfuerzo e hinchazón en las piernas.

La insuficiencia mitral suele detectarse por un soplo característico.

Un electrocardiograma y una radiografía de tórax muestran la dilatación del ventrículo izquierdo. El ecocardiograma es el mejor procedimiento de diagnóstico para determinar la tipología y gravedad, de modo que probablemente el médico lo indicará.

Ante un caso grave de insuficiencia la válvula necesita ser reparada o sustituida antes de que el trastorno del ventrículo no pueda ser corregido. La intervención reparadora se denomina valvuloplastia. Otra posibilidad es sustituirla con una válvula mecánica o con una de cerdo o también de tejido de origen bovino.

La fibrilación auricular es otra patología que puede hacer necesario un tratamiento farmacológico a base de betabloqueadores que retarden la frecuencia cardíaca y controlen la fibrilación. Estos medicamentos han de ser prescritos tras un diagnóstico del facultativo especialista que se ha hecho cargo del paciente.

Las superficies de las válvulas lesionadas pueden ser objetos de endocarditis infecciosas, por lo que se aconseja ? aunque cada médico, en cada caso, debe decidir ?que una persona con una válvula artificial o dañada debería tomar antibióticos antes de ir al dentista o al quirófano para prevenir una eventual infección.

Otro problema de esta índole, explica los especialistas cardiólogos, es el prolapso de la válvula mitral, una protrusión de las valvas de la válvula hacia el interior de la aurícula izquierda durante la contracción ventricular, con riesgo de regurgitación de pequeñas cantidades de sangre hacia el interior de la aurícula.

La mayoría de prolapsos de la válvula mitral no presentan síntomas, que cuando aparecen son dolor torácico, palpitaciones, migraña, fatiga y vértigo.

Es posible que la presión arterial descienda al incorporarse. O que haya palpitaciones. Se diagnostica tras auscultar un ‘clic’ en el proceso exploratorio.

El prolapso de la válvula mitral normalmente no necesita tratamiento. La dispensación de un betabloqueador, si el médico lo considera necesario, puede reducir las palpitaciones y otros de síntomas.

Ante una regurgitación, los antibióticos previenen infecciones si hay que pasar por el quirófano.

Otra patología valvular es la estenosis de la válvula mitral, cuando se estrecha la abertura de la válvula mitral que aumenta la resistencia al flujo de la corriente sanguínea desde la aurícula izquierda al ventrículo izquierdo. Es casi siempre consecuencia de una fiebre reumática que agrava la situación del paciente.

La estenosis mitral también puede ser congénita. Los niños que nacen con este trastorno rara vez viven más de 2 años si no se les realiza una intervención quirúrgica. Si la estenosis es grave, el aumento de presión en la aurícula izquierda y en las venas de los pulmones provoca insuficiencia cardíaca.

El diagnóstico de esta patología en particular, que inicialmente suele revelar un soplo en el corazón perceptible al examen con el fonendoscopio, se confirma con una serie de pruebas como el electrocardiograma, una radiografía de tórax que muestra una aurícula ensanchada o con un ecocardiograma.

Ante un caso de esta enfermedad, los fármacos que prescribirá el especialista controlan la fibrilación auricular. Si aparece insuficiencia cardíaca, la digoxina también fortalece los latidos. Los diuréticos reducen la presión de la sangre en los pulmones al disminuir el volumen de sangre en circulación.

La degeneración mixoide es un trastorno hereditario del tejido conjuntivo que debilita el tejido valvular del corazón, lo que hace que se ablande y en raras ocasiones incluso se produce su rotura. Otras causas son una infección bacteriana o una lesión, la detección de las cuales depende del examen médico.

Para que el médico determine si un paciente sufre una enfermedad valvular suele utilizar la vieja, pero aún fiable técnica, de auscultar el corazón mediante el uso de un estetoscopio.

El objeto de este examen preliminar será el de detectar los chasquidos y soplos característicos de la enfermedad valvular.

Tras ese examen y ante la sospecha de que el paciente podría estar sufriendo este tipo de patología, suelen indicarse otras pruebas para finar más en el diagnóstico. Una de estas pruebas es la radiografía de tórax, a través de la cual puede verse si el corazón está agrandado, consecuencia de una válvula enferma.

Otra prueba que puede ser indicada es la realización de una ecocardiografía, con la que examinar el grosor de las paredes del corazón, la forma y el movimiento de las válvulas, y el tamaño de las aberturas de las válvulas. La ecocardiografía con ultrasonido valora el estrechamiento o del reflujo de sangre.

La electrocardiografía permitirá al especialista detectar si los ventrículos o las aurículas están agrandados y averiguar la presencia de alguna. La angiografía coronaria examina el corazón mientras bombea. La angiografía puede ayudar a identificar una válvula estrechada o un reflujo de sangre.

Un examen de este tipo puede ayudar a los médicos a determinar si el paciente necesita una intervención quirúrgica. E indicar la presencia de una enfermedad arterial coronaria. Otra prueba posiblemente recomendada será la resonancia magnética de tórax, imagen tridimensional del corazón y las válvulas.

Una vez establecido el diagnóstico por parte del especialista se impone un tratamiento. En aquellos pacientes de patologías valvulares con síntomas ausentes o mínimos el tratamiento puede no ser necesario. Para otros casos existen medicamentos que alivian el dolor, aunque no pueden curar la enfermedad valvular.

Si la enfermedad se agrava, se vuelve difícil de controlar o los medicamentos dejan de hacer efecto, puede ser necesario realizar una intervención mediante un cataterismo o una intervención quirúrgica. En cualquier caso, estas prescripciones no son frecuentes más que en los casos más graves.

Un estilo de vida cardio saludable y el control de los factores de riesgo son factores positivos que pueden ayudar a la persona a prevenir este tipo de enfermedades.

Es importante prevenir una infección que genere fiebre reumática, causada por una infección bacteriana como la amigdalitis estreptocócica.

Para mejor prevenir, las infecciones de la garganta deben diagnosticarse lo antes posible y cumplir el tratamiento farmacológico que el médico determine para evitar una recurrencia de la infección. El buen uso de los antibióticos, siempre prescritos por el médico, cumplirá con este propósito.

Un aviso importante. Un paciente que padezca una enfermedad valvular es muy aconsejable que informe siempre al dentista, que con toda probabilidad la prescribirá la toma de un antibiótico antes de someterse a un procedimiento dental, con una finalidad preventiva, evitar infecciones peligrosas.

Siempre que se den a un médico los antecedentes sanitarios hay que informarle en el caso de que se sufra de una enfermedad valvular ya que ante determinadas enfermedades, ajenas tal vez a las valvulares, posiblemente deba tomar algún medicamento antes de someterse al quirófano o otros procedimientos.

Todas estas precauciones derivan del hecho de que si el paciente sufre una enfermedad valvular y no toma antibióticos antes de un procedimiento dental o quirúrgico, podría aumentar su riesgo de sufrir una endocarditis infecciosa, con consecuencias que hay que prever y evitar en la medida de lo posible.

Los medicamentos prescritos contra las enfermedades valvulares alivian el dolor, reducen el esfuerzo del corazón y normalizan su ritmo del corazón.

Concretamente, los digitálicos reducen el esfuerzo del corazón y alivian algunos de los síntomas de la enfermedad valvular, por lo que el médico los prescribe.

Los diuréticos reducen los niveles de sal y líquido en el organismo, así como la hinchazón, y alivian el esfuerzo del corazón. Los antiplaquetarios evitan la formación de coágulos.

Los anticoagulantes evitan la formación de coágulos, especialmente en quienes tienen una prótesis valvular de material sintético implantada.

Los betabloqueantes controlan la frecuencia cardíaca y reducen la presión arterial. Los bloqueantes cálcicos controlan las contracciones del tejido muscular del corazón, reducen la presión arterial y el esfuerzo del corazón. Por ello pueden retrasar la necesidad de una intervención quirúrgica valvular.

Dentro de las soluciones con intervención para enfermedades valvulares la valvuloplastia con balón se emplea para dilatar las válvulas tricúspide, pulmonar o mitral e incluso, aunque en casos excepcionales, la válvula aórtica. Tiene el mismo efecto que la angioplastia con balón tiene en las arterias.

Un catéter con un globo en la punta se introduce en la válvula.

Cuando se infla el globo comprime las acumulaciones que haya en el borde de la válvula, agrandando la zona central de la válvula, ampliando su luz. A continuación se retira todo el equipo de la válvula, tras deshinchar el globo.

Puede darse el caso de que sea necesaria la cirugía para reparar a o sustituir válvulas muy deterioradas.

La reparación serviría para dilatar una válvula estrechada eliminando acumulaciones de calcio, reforzar una válvula que no cierra bien o tratar defectos congénitos y de la válvula mitral, explican los especialistas.

Jaume Orfila
Asesor Científico
de Salut i Força

De la cirugía abierta al catéter

Cuando las válvulas se deterioran, la función del corazón se debilita. Lo hace más pronto que tarde. El miocardio pierde fuerza y las cavidades se dilatan. Cuando esto sucede, los tejidos nobles reciben menos sangre de la que necesitan. El cerebro, el hígado y los riñones muestran, de forma progresiva, manifiestos signos de disfunción. El corazón les ha arrastrado en su deterioro.

En la misma dirección, pero en sentido inverso, la sangre se acumula, congestiona el pulmón, el hígado y las piernas se hinchan.

Afecta a todas las partes declives. La respiración se vuelve dificultosa y el paciente puede encharcarse en sus líquidos.

En este ámbito, el desarrollo de la técnica y del conocimiento ha dado un paso de gigante. Han conseguido que, en un número significativo de casos, la sustitución valvular, antes realizada a cielo abierto, pueda se sustituida por un dispositivo colocado a través de un catéter desde la ingle.

Se aplican a personas que antes no tenían posibilidad de afrontar una intervención compleja sin grandes riesgos. Cosas de la medicina.

Pero los avances no se paran aquí. Un proyecto europeo liderado por Simon P. Hoerstrup, del Instituto de Medicina Regenerativa de la Universidad de Zurich (UZH), ya está creando válvulas cardiacas nuevas, cultivadas a partir de células humanas. Desarrolla implantes personalizados para su uso en los enfermos. Un paso adelante de la medicina regenerativa hacia la aplicación rutinaria de la tecnología de ingeniería de tejidos en el tratamiento de las enfermedades.

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  • Se considera entonces a la persona que padece un PROLAPSO de válvula mitral en un paciente de riesgo por el Coronavieus..???

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