Son Espases implementa el trasplante de médula ósea ambulatorio con recuperación en el domicilio


JUAN RIERA ROCA / El Servicio de Hematología del Hospital Universitario de Son Espases (HUSE) ha implementado el programa de trasplante de médula ósea de forma ambulatoria, una verdadera revolución en este ámbito en lo que supone de mejoría de la calidad de vida y de evitación de las temidas infecciones hospitalarias.

El equipo de profesionales que hace posible este nuevo enfoque terapéutico ya va por el cuarto paciente beneficiado de este tratamiento. ¿Pero cómo se llega a este punto? La doctora Antonia Sampol, hematóloga del HUSE, recuerda que hay pacientes de cánceres líquidos o sólidos que han perdido médula ósea.

Esta pérdida, motivada por la quimioterapia, obliga a una restitución mediante un trasplante, dado que el organismo es inviable sin médula ósea, por ejemplo, por la caída de las defensas que esta carencia generaría y el exponencial riesgo de la exposición a infecciones. Especialmente a las hospitalarias.

Los hospitales ―tal como la ciencia médica sabe desde hace tiempo― son lugares de alta infectabilidad, por la acumulación de decenas de pacientes que son portadores de diferentes gérmenes patógenos. Los trasplantados de médula tenían que pasar los primeros días aislados en burbujas especiales.

De ahí la importancia de desarrollar un programa de trasplante de médula ósea de forma ambulatoria y con la posibilidad de pasar esos días de recuperación de la acción de la médula en casa, donde en determinadas condiciones, monitorizadas desde el hospital, la infectabilidad es mucho menor que en el hospital.

Los trasplantes de médula ósea ―explica la doctora Sampol― son autólogos o alogénicos (de un donante) En los primeros, se han extraído del propio paciente las célula madre de médula ósea (siempre que éstas no estuvieran afectadas por la enfermedad, previamente a la quimioterapia, y se han reimplantado luego.

Estos trasplantes ―que dentro del nuevo programa del HUSE se hacen de modo ambultorio y domiciliario― son la posibilidad de curación «de muchas leucemias, linfomas y también del mieloma múltiple, que son actualmente las principales indicaciones del trasplante autólogo», explica la doctora Sampol.

En el trasplante autólogo, las células madre del paciente se recogen de la sangre y se separan por un procedimiento muy similar al de la diálisis, que procesa la sangre, recoge las células madre y las devuelve al paciente, lo que «requiere ―explica la doctora― que la enfermedad esté previamente controlada.»

Estas células se recogen cuando la enfermedad se ha controlado ya y se reinfunden cuando el paciente, como fase final de la terapia contra su cáncer, ha sido sometido a quimioterapia a altas dosis, que como efecto secundario habrá afectado a su médula ósea, haciendo necesario, como se ha explicado el trasplante.

«En el trasplante autólogo ―explica la doctora Sampol― lo que se pretende es rescatar al paciente de una aplasia, es decir, de los efectos de que las células de la médula hayan quedado arrasadas por una quimioterapia a altas dosis. Con ese trasplante, en unos 10 o 15 días la médula se recupera».

El problema se da en esos 10 a 15 días, en los que las complicaciones por infecciones son un problema grave. «En los últimos tiempos estos tratamientos han evolucionado mucho en función de la disponibilidad de nuevos antibióticos. El trasplante se hace en unidades de aislamiento, las famosas ‘burbujas’».

En ese periodo, además del control de las infecciones, el paciente «necesita trasfusiones para mantener buenas cifras de hemoglobina y de plaquetas y de ese modo no correr riesgo hemorrágico», dice la doctora. Y añade: «Este periodo es el que normalmente se transcurría con el paciente hospitalizado.»

Recientemente se ha visto que este procedimiento, en el trasplante autólogo, se puede simplificar: «Con los antibióticos de los que disponemos hoy y las medidas de soporte podemos evitar que el paciente se infecte. Pero en el hospital hay muchos gérmenes y muchos de ellos son además multirresistentes.»

En ese entorno, continúa la hematóloga, «el paciente inmunodeprimido tiene mayor riesgo en el hospital que en un ambiente limpio como pueda ser su casa, donde no hay otros enfermos y donde con unas condiciones adecuadas de higiene, el paciente puede estar más seguro que en el entorno hospitalario.»

El centro hospitalario que mayor experiencia tiene en este proceso es el Hospital Clínc de Barcelona, y con otros centros de Canadá y EEUU ha publicado resultados que indican que hay un índice de infecciones de menos del 50% cuando el paciente pasa el periodo de bajada de defensas en su casa que en un hospital.

El fundamento del programa de trasplante ambulatorio «es éste y que el paciente se implique en el procedimiento, conozca su enfermedad y lo que se le va a hacer y tras ser seleccionado de acuerdo a una serie de criterios que garantizan que es un buen candidato, se le hace un proceso de educación sanitaria.»

En esta formación es importante también la implicación del cuidador, cuya presencia es una de las exigencias para la inclusión del paciente en el programa, «con unas condiciones higiénicas adecuadas y con unos protocolos que el paciente conoce sobre cómo tomar la medicación, instruido por una enfermera».

Para controlar la evolución del paciente y sustituir las visitas que se le harían durante la hospitalización «lo que hacemos son consultas telemáticas a través del teléfono, de videoconferencia si es posible, en la que el paciente nos cuenta cómo ha estado, sus constantes vitales, si tiene algún problema…»

El paciente está aleccionado a efectuar comidas con baja carga bacteriana y con unas condiciones sencillas, en su domicilio «vive mejor su proceso de enfermedad, acude a una unidad de soporte en el hospital, donde se le realizan análisis, se le cambia la medicación y se efectúan una serie de comprobaciones.

Este proceso es la culminación hasta el momento del Proyecto Integral para la ambulatorización de los pacientes oncohematológicos del HUSE, que se inició, hace tres años, tal y como explica la doctora Salom, con tratamientos más sencillos, con la administración domiciliaria de quimioterapia.

Esto se hacía especialmente con pacientes mayores, para evitarles el traslado al hospital, programa desarrollado de forma conjunta con el servicio de hospitalización a domicilio, «con un gran resultado en forma de calidad de vida percibida por el paciente y de satisfacción por parte de sus familiares.»

«Por otro lado ―añade la doctora Sampol― para un hospital de tercer nivel como Son Espases, en donde estamos siempre saturados y con falta de camas, estos programas suponen una mejor optimización de los recursos hospitalarios, porque podemos dedicar las camas del hospital a pacientes agudos».

Para que el paciente esté en condiciones de seguridad se le pone a su alcance un teléfono de contacto durante las 24 horas, desde el hospital se le hace la llamada telemática por la mañana y por la tarde los días que no se desplaza al centro sanitario, lo que sucede dos o tres veces por semana en un área especial.

En esa zona especial del hospital, más aislada para preservar su fragilidad ante las infecciones, el paciente es sometido a análisis, se le chequea en general para conocer su evolución y se le hacen las transfusiones de sangre necesarias, pudiendo luego volver a casa continuar con la recuperación.

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