Ama y dividirás

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz
Médico-Forense Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense

Anda divertido el panorama sanitario de nuestra comunidad con la denuncia de mi amiga Carmen Flores -la forastera que gobierna la asociación El defensor del paciente- a la Consellera Patriciamor. El motivo, el tiempo en que la sanidad soluciona nuestros males junto a otros desastres varios.

Y lejos de llamar la atención la lógica denuncia ante la lista de espera, sorprende que tengan que venir de fuera a hacerlo, que sean los forasters los que tengan que bajar la cuesta Urdangarín para denunciar una realidad silenciada por quienes deberían jalearla.

Sorprende que ninguno de los salvadores destinados a hacerlo, que ninguno de nuestros defensores financiados con dinero público lo hayan hecho ni mucho menos se lo hayan propuesto.

Si hubiera que coleccionar los grandes momentos de las reuniones Govern-asociaciones-sindicatos en esta legislatura -esa horterada que llaman “paz social”- sabríamos que vivimos en la casa de la pradera, una orgía amorosa de favores donde siempre culean los mismos. Debe ser que el amor público se contagia con mayor avidez a través del dinero público.

Si dudas de unos cargos públicos enamorados, cómo no vas a dudar de periodistas enamorados que succionan sus mejores momentos. Si dudas de periodistas enamorados cómo no vas a dudar de sindicalistas amorosos jaboneando sable. Las relaciones se nos han prostituido sin opuestos. La sanidad balear anda huérfana de hinduismo.

La grandeza de la consellería era tener un contrario en la ejecución de sus propuestas en el servicio de salud, por ejemplo, lo opuesto a comerse la boca entre reuniones. La grandeza periodística era denunciar antes de que vinieran a denunciarte, no confundir lavado con alabado. La grandiosidad del sindicalista era morder el polvo que querían pegarte, el afán inconformista de alcanzar el utópico bienestar de los tuyos.

Sindicalista no es el que te da clases sobre cómo hacer las cosas. El sindicalismo es lucha, no es halago. El sindicato no se redime en las iglesias ni en los despachos tortolares, se redime en las calles. Si un sindicalista habla bien de ti y eres político, ya sabes que sois dos.

Confundir libertad con liberación es la enfermedad sindical a la que nos enfrentamos. Podríamos preguntarnos cuántas denuncias han presentado sindicatos o asociaciones contra la pareja de enamorados que se besa sobre un colchón gestor de 1584 millones de euros durante esta legislatura, pero no lo haremos porque seguimos en horario infantil.

De la ley del amor ejecutivo entre sábanas mañaneras hemos pasado a la ley del silencio con nocturnidad.

Pero aquí nos conocemos todos y sabemos que donde hay amor no manda marinero. Ni querellas por el desastre del negociado de Recursos Humanos, ni denuncias por los desastres de la adjudicación de plazas y jefaturas de servicios en hospitales públicos; ni demandas por la malévola imposición de una lengua excluyente como el catalán desdicha permanentemente en el BOIB, ni mucho menos reclamaciones por el informe reciente de la sindicatura de cuentas donde advierte de contratos ilegales en el Ib-Salut por importe de 283 millones de euros.

Del ama y vencerás hemos terminado en el ama y dividirás. Una pena.

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