El contagio social

Joan Carles March
Profesor de la Escuela
Andaluza de Salud Pública

El cambio genera frecuentemente emociones negativas: inseguridad, incertidumbre, duelo,… Y las emociones negativas son muy contagiosas. Más que las positivas. Y es que las emociones son contagiosas y la negatividad se contagia como un virus y crea rechazo y resistencia.

Los líderes son creadores de esperanza creando, a veces, en algunos casos, emociones positivas frente el cambio. El contagio social es una herramienta muy potente, digna de tener en cuenta. Unos investigadores afirmaron que la felicidad de una persona depende de la felicidad de las personas con las que está conectada. Pero, ¿qué ocurre en los equipos de trabajo? ¿Hay un contagio social del estado de ánimo entre las diferentes personas que conforman el equipo? Por un lado, tenemos el contagio dentro del equipo.

La evidencia es clara: el estado de ánimo en el trabajo está relacionado con el estado de ánimo del resto de compañeros. En otro estudio, sobre la influencia del «afecto» en las organizaciones, entendido como toda la parte emocional de las relaciones humanas (inteligencia emocional, estado de ánimo, entusiasmo, etc), se indicaba que los elementos afectivos positivos se relacionaban con indicadores positivos de liderazgo, resolución de problemas y conflictos, de desempeño, etc. Los elementos negativos tenían una elevada influencia en procesos de estrés y burnout.

Pero no solo existe el contagio social entre las personas del equipo, ya que el estado de ánimo de los líderes también influye en el equipo. Hay un contagio del estado de ánimo de las personas que ejercen el liderazgo y además éste impacta en la coordinación del equipo. Por ello, es esencial que los líderes y jefes tengan muy en cuenta el papel de su estado de ánimo y sus emociones y el impacto que tiene éste en el desempeño y el clima laboral.

Al final es un círculo vicioso, y todo influye en los resultados. Y muchas veces nos centramos en los proyectos, las teorías, los nuevos modelos de atención, y no nos damos cuenta que sin un clima emocional positivo, con un buen modelo de liderazgo y un equipo bien coordinado y cohesionado, poner en marcha esos proyectos o modelos no tiene sentido. Por eso, cuando se lanzan proyectos globales para su puesta en marcha a nivel local, requieren de una adaptación previa a la situación de cada unidad o centro. Si no se hace así, va a costar mucho implantarlo, y al final solo queda la solución del liderazgo estilo capataz (y volvemos al dilema de conseguir resultados a costa de tener equipos que no se creen lo que hacen).

Y en ese sentido es fundamental contagiar respeto. El respeto por los que arriesgan en sus proyectos, arriesgan de su bolsillo o arriesgan sus trayectorias. Necesitamos una sociedad que respete más a los que arriesgan y que ignore mucho más a los mediocres que solamente saben bloquear y destruir.

Y aunque el cambio venga de la tecnología siempre se sustancia a través de las personas. Las máquinas no tienen consciencia de cambio, las personas, sí. La consciencia hace la diferencia. El cambio es crear valor para las personas. Contagiar respeto y compromiso. Todo junto, con unclntagio social adecuado, es fundamental para mejorar el trabajo de los equipos. Lo importante es hacerlo, no solo decirlo.

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