¿Cómo proteger a los niños de la exposición solar en pleno mes de agosto?


Estamos en agosto y el sol aprieta. Por este motivo, esté uno donde esté, hay que proteger a los niños del sol, incluso para salir por la calle a dar un paseo. En el caso de los adolescentes, también hay que recordarles en que se protejan de la exposición solar, e insistirles en que, aunque ya no son niños, es igualmente importante prevenir el cáncer de piel.

De hecho, siguiendo unas sencillas indicaciones, los adultos podrán respirar tranquilos en cuanto a la protección solar de niños y adolescentes.

Por una parte, hay que evitar que se expongan al sol en las horas centrales del día, es decir, de las 12 de la mañana a las 4 de la tarde, y no solo si encuentran en la playa, ya que esta precaución es también válida en la piscina, en la montaña o a lo largo de cualquier actividad que se desarrolle al aire libre En segundo lugar, hay que aplicarles crema o, mejor todavía, enseñar a los menores a que se la apliquen por su cuenta. Cuanto antes se acostumbren a hacerlo por sí mismos, mayor será la probabilidad de que mantengan este hábito cuando sean adultos.

Al mismo tiempo, han de acostumbrarse a usar camiseta, gorra o sombrero, e incluso gafas de sol, asegurándose que se trata de una montura homologada. Por otro lado, aunque lleven protector, no es conveniente dejar que los hijos, sobrinos, u otros menores a cargo de los adultos, pasen demasiado tiempo a expensas del sol.

La protección solar ha de ser muy alta (50+), y debe ser aplicada treinta minutos antes de salir de casa para repetir la dosis a las dos horas. Si el lugar escogido es la playa o piscina, es recomendable emplear fotoprotectores resistentes al agua y aplicar de nuevo la crema después de cada baño, el cual no debe durar más de veinte minutos.

Para los adultos, no siempre resulta fácil poner en práctica estos consejos, porque la actividad desbordada de los niños supera en muchas ocasiones la capacidad de las familias para controlar que adoptan los hábitos correctos. En este sentido, resulta muy práctico invitar al pequeño a que participe activamente en su propia protección, favoreciendo la interiorización de esta práctica y que la misma se prolongue más allá de las edades pediátricas.

De cualquier manera, nunca es conveniente esperar al último momento para aplicar la crema solar al menor. Debe ser antes de iniciar la excursión a la playa, la piscina, o al sitio elegido, en que el adulto ha de insistir en ello, planteándolo, incluso, como una actividad divertida y lúdica que al niño le parezca más un juego que otra cosa.

Por ejemplo, se le puede proponer que unan con sus dedos los puntos que dejan marcados las gotas de la crema en sus cuerpos, aprovechando que se hallan enfrascados en esta tarea para ir aplicando el producto.

En el caso de los niños más reacios a las cremas solares, a quienes les disgusta su textura y les desagrada entrar en contacto con el líquido, suele funcionar la utilización de una esponja de maquillaje, proponiendo al pequeño que jueguen a pintarse el cuerpo, o que hagan eso mismo con el adulto.

También suele deparar buenos resultados estimular la competitividad entre los menores para que entre ellos se disputen el honor de ser quien se ha aplicado la crema con mayor rapidez. Otra buena estrategia es jugar a las adivinanzas, de manera que el niño tenga que adivinar qué letra está dibujando el adulto en su cuerpo mediante la crema, y extendiéndola después por todo el cuerpo para borrarla.

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