Hablemos de la muerte (digna)

Joan Carles March
Profesor de la Escuela
Andaluza de Salud
Pública

Me uní a la iniciativa #hablemosdelamuerte de Death Café de los miembros del Proyecto HU-CI desde la EASP y con Diálisis 24 horas (con la enfermera Ruth Molina) del Hospital Virgen de las Nieves de Granada junto a profesionales de más de 16 ciudades de toda España con el objetivo de conocer más de la muerte y sacarle el máximo partido a la vida.

La Escuela Andaluza de Salud Pública y Diálisis 24h celebramos el Death Café, para hablar sobre la muerte siguiendo el modelo Death Café, que es un grupo organizado de discusión sobre la muerte sin un guion cerrado ni objetivos concretos. El propósito era fomentar la conciencia social de la muerte desde varios puntos de vista para valorar la vida y romper el tabú que supone hablar de todo lo relacionado con la muerte.

El modelo Death Cafe fue desarrollado por Jon Underwood y Sue Barsky Reid, basado en las ideas de Bernard Crettaz. Desde 2011 se han llevado a cabo casi 4000 sesiones en más de 40 países. En el Death Cafe tan sólo se pretende hablar libremente de la muerte mientras se toma un café y un bizcocho o pastas. No es una ayuda al duelo ni un lugar de apoyo a experiencias personales. No pretende recaudar fondos. Tampoco pretende elaborar conclusiones del encuentro. Es confidencial y respetuoso.

Esta iniciativa que pudo seguirse en Twitter con el hashtag #hablemosdelamuerte que estuvo en el listado de trending topic, se realizó de manera simultánea en, Alcalá de Henares, Alicante, Barcelona, Burgos, Collado Villalba, Elche, Gijón, Granada, Lima (Perú), Madrid, Málaga, Palma de Mallorca, Palencia, Ponferrada, Posadas (Argentina), Reno (Nevada, EE.UU), Santiago de Chile, Talavera de la Reina, Teruel, Vitoria y Zarautz.

Como dice Salvador Casado @doctorcadado, en este mundo hipertecnificado donde cada vez se muere peor, más en soledad, en ambientes hospitalarios alejados del domicilio, tras procesos que abundan en intervencionismo sanitario y escasez de comunicación de calidad, parece que recordar que los demás albergan pozos de conocimiento y sabiduría sobre el tema de la muerte esperando ser abiertos es una buena noticia.

Y es que todos, llegados a una edad, hemos vivido muchas muertes tanto ajenas como propias. Hemos asistido a muertes y despedidas de seres queridos y amigos, de mascotas, de pérdidas de salud, trabajo, propiedades, dinero o dignidad, de duelos sencillos y complejos. Hemos quizá muerto alguna vez al ser abandonados de adolescentes por la persona que adorábamos o tras ver como todo lo que constituía un mundo aparentemente inexpugnable se hundía como un castillo de naipes bajo una suave brisa.

Una reflexión leída en eldiario.es.es de Alejandro Montoro decía que la noticia de una muerte o de que un familiar, un amigo está por enfermedad en sus proximidades no es algo grato. Y todavía es peor cuando hemos tenido la experiencia de que la muerte de un familiar haya sido poco digna por las circunstancias que le han rodeado. No solemos argumentar en la conversación ordinaria que tenemos derecho a una muerte digna, pero sí somos conscientes y deseamos morir cerca de los nuestros, hacerlo en paz y serenidad y a poder ser sin dolores. Por eso a veces decimos con cierta satisfacción que el enfermo, el anciano “se apagó con suavidad”. Y, aunque no lo digamos con esas palabras, sabemos en la práctica que tenemos derecho a un muerte digna y deseamos que tal derecho se cumpla.

En la ley de Autonomía del Paciente promulgada en 2002 se dice claramente que todo acto médico ha de tener el consentimiento del paciente sobre el que se actúa ya que el paciente es dueño de su vida y de su salud. Pero esta autonomía que la ley reconoce en la práctica la retira cuando el enfermo llega a la fase del morir y ya no es libre para determinar a su vida el tiempo y el modo de acabar; para morir y tendrá que atenerse al ritmo que marque la naturaleza de su organismo que es la que marcará el momento y el modo de morir. Y terminaba diciendo: no solo es ley de vida que tenemos que morir sino que es importante que como ciudadanos/as consideremos que la muerte es un asunto que merece nuestra atención y que no podemos dejarla en manos de otros si es que queremos una muerte digna.

Quitemos hierro a la muerte. Hablemos de la muerte, para que sea digna.

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