Gripe: otra vez el enemigo a las puertas

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No es un resfriado y no se cura con antibióticos (el resfriado tampoco). La gripe es una infección vírica aguda que se transmite fácilmente de una persona a otra. Llega todos los años con el frío (aunque aún faltan una semanas, tranquilos) y solo se cura cuando el cuerpo vence al invasor. Por eso, lo mejor, si se es anciano, enfermo crónico o mujer embarazada, lo mejor es vacunarse.

De la gripe no es probable que muera una persona relativamente sana y joven (dejando a parte el caso de las super gripes que llegan cada 30 o 40 años, como la que en 1919, bajo el erróneo nombre de Gripe Española mató a millones de personas, muchas de ellas «jóvenes y sanas») pero en las personas frágiles puede ocasionar graves complicaciones y, sí, también la muerte.

Los virus de la gripe circulan por todo el mundo y pueden afectar a cualquier persona de cualquier edad, recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS). La gripe causa epidemias anuales que en las regiones templadas alcanzan su auge en invierno, un problema grave de salud pública que puede ser causa de enfermedad grave y muerte en poblaciones de alto riesgo.

Las epidemias pueden ejercer gran presión sobre los servicios de salud y tener importantes repercusiones económicas debido a la reducción de la productividad laboral, advierten los expertos de la OMS, y añaden: La vacunación es la forma más eficaz de prevenirla. Ademá, aunque hay antivíricos para la gripe, los virus pueden volverse resistentes a estos fármacos.

La OMS señala que hay tres tipos de gripe estacional: A, B y C. Los virus gripales de tipo A se clasifican en subtipos en función de las diferentes combinaciones de dos proteínas de la superficie del virus (H y N).

Entre los muchos subtipos de virus gripales A, en la actualidad están circulando en el ser humano virus de los subtipos A (H1N1) y A (H3N2).

VIRUS TROTAMUNDOS

Los virus de la gripe circulan por todo el mundo. Los casos de gripe C son mucho menos frecuentes que los de gripe A o B, y es por ello que en las vacunas contra la gripe estacional sólo se incluyen virus de los tipos A y B. Mención a parte merecen casos extraordinarios como la que fue famosa «gripe aviar», finalmente mucho menos peligrosa y pandémica de lo sospechado.

La gripe estacional se caracteriza por el inicio súbito de fiebre alta, tos (generalmente seca), dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. La fiebre y los demás síntomas suelen desaparecer en la mayoría de los casos en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica.

No obstante, en personas con alto riesgo, los llamados «frágiles», como enfermos crónicos, mayores de 65 años, inmundeprimidos, embarazadas, la gripe puede causar enfermedad grave, e incluso la muerte. El tiempo transcurrido entre la infección y la aparición de la enfermedad (el llamado periodo de incubación) es de aproximadamente 2 días.

Las epidemias de gripe pueden afectar gravemente a todas las edades, pero quienes que corren mayor riesgo de complicaciones son los menores de 2 años, los mayores de 65 y de todas las edades con determinadas afecciones, tales como inmunodepresión o enfermedades crónicas cardíacas, pulmonares, renales, hepáticas, sanguíneas o metabólicas (por ejemplo, la diabetes).

La gripe estacional -recuerdan los especialistas médicos epidemiólogos de la OMS- se propaga fácilmente y puede extenderse con rapidez en escuelas, residencias asistidas o lugares de trabajo y ciudades.

Las gotículas infectadas que expulsa el paciente al toser pueden ser inspiradas por otras personas que quedan así expuestas al virus.

CUIDADO CON LAS MANOS

El virus también puede propagarse a través de las manos infectadas. Para evitar la transmisión hay que lavarse las manos regularmente y cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo de papel al toser o estornudar.

Algunos médicos destacan el riesgo de compartir objetos como cubiertos de mesa, e incluso picaportes de determinados servicios (WC) en zonas muy frecuentadas.

En los climas templados las epidemias estacionales se producen sobre todo durante el invierno, mientras que en las regiones tropicales pueden aparecer durante todo el año, produciendo brotes más irregulares.

La tasa de ataque anual de la gripe a nivel mundial es del 5% a 10% en adultos, y del 20% a 30% en niños, siempre según datos de la OMS.

La enfermedad es causa de hospitalización y muerte, sobre todo en los grupos de alto riesgo (niños muy pequeños, ancianos y enfermos crónicos).

Estas epidemias anuales causan en todo el mundo unos 3 a 5 millones de casos de enfermedad grave y unas 250 000 a 500 000 muertes, por la vacunación y la evitación del contagio no son consejos desdeñables.

En los países industrializados la mayoría de las muertes relacionadas con la gripe corresponden a mayores de 65 años, informa la OMS. Las epidemias pueden causar gran absentismo laboral y escolar, y pérdidas de productividad.

Las clínicas y los hospitales pueden verse abrumados por el gran número de enfermos que acuden a ellos durante los periodos de máxima actividad.

Los conocimientos sobre los efectos de las epidemias estacionales de gripe en los países en desarrollo son escasos, pero las investigaciones indican que un gran porcentaje de las muertes infantiles relacionadas con la gripe se producen en esos países. Muchos pequeños sufrirán además en invierno la bronquiolitis, afección vírica conocida como «la gripe de los niños».

VACUNARSE, VACUNARSE Y VACUNARSE

La forma más eficaz de prevenir la enfermedad y sus consecuencias graves -se insiste desde la OMS- es la vacunación.

Hace más de 60 años que se vienen utilizando vacunas seguras y eficaces. En los adultos sanos la vacunación antigripal puede proporcionar una protección razonable. En los ancianos puede ser menos efectiva pero aún así reduce su gravedad, complicaciones y muertes.

La vacunación es especialmente importante en las personas que corren mayor riesgo de sufrir complicaciones de la gripe y en aquéllas que viven con pacientes de alto riesgo o que cuidan de ellos. La OMS recomienda la vacunación anual (por orden de prioridad) en las mujeres embarazadas en cualquier etapa del embarazo; los niños de 6 meses a 5 años.

Le siguen en este listado de pacientes prioritarios los ancianos (=65 años); las personas con enfermedades crónicas; los trabajadores de la salud (que al igual que otros servidores públicos como policías, bomberos o docentes, deben vacunarse tanto para evitar contagios con las múltiples personas a las que atienden como para que sus plantillas no queden peligrosamente mermadas).

La vacunación antigripal es más eficaz cuando hay una buena concordancia entre los virus vacunales y los virus circulantes.

Los virus de la gripe sufren cambios constantes, y la Red Mundial de Vigilancia de la Gripe, una alianza de Centros Nacionales de Gripe de todo el mundo, vigila los virus gripales circulantes en el ser humano.

La OMS recomienda cada año una vacuna cuya composición va dirigida hacia las tres cepas más representativas que estén circulando entonces. Durante muchos años la OMS ha actualizado dos veces al año sus recomendaciones sobre la composición de las vacunas para que cubran los tres tipos (vacunas trivalentes) más representativos de virus en circulación.

VACUNAS Y ANTIVIRALES

Esto ha sido en base a dos subtipos de virus de gripales A y uno de virus gripales B. A partir de la estación gripal de 2013-2014 en el hemisferio norte se recomienda desde la OMS una vacuna tetravalente a la que se añade un segundo virus gripal B. Se espera que estas vacunas tetravalentes proporcionen una protección más amplia frente a los virus B.

Segun explican los expertos de la Organización Mundial de la Salud algunos países disponen de antivíricos para la gripe, que pueden reducir las complicaciones graves y las muertes. Lo ideal es que se administren en las fases iniciales de la enfermedad (en las 48 horas siguientes a la aparición de los síntomas.

Sin embargo, advierten, al gunos virus de la gripe se vuelven resistentes a estos antivíricos, con la consiguiente reducción de la efectividad del tratamiento. La OMS efectúa un seguimiento de la sensibilidad de los virus gripales circulantes a los antivíricos para poder proporcionar orientaciones oportunas sobre su uso terapéutico y su posible uso quimioprofiláctico.

La OMS y sus asociados vigilan la gripe a escala mundial, recomiendan la composición de la vacuna contra la gripe estacional dos veces al año, para los hemisferios norte y sur, y prestan apoyo a los Estados Miembros en la elaboración de estrategias de prevención y control. La red de médicos centinela detecta en cada punto del mundo la llegada del virus estacional y lo tipifica.

El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSI) del Estado español conoce la capacidad de los virus de la gripe para producir epidemias deriva de su facilidad para sufrir variaciones en las proteínas H y N. Estas variaciones pueden ser de dos tipos: ANTE LA PANDEMIA Ha de tenerse clara la emergencia o aparición de un virus gripal tipo A «nuevo o diferente», en los antígenos hemaglutinina y/o neuraminidasa, a las cepas humanas previamente circulantes. Elevada proporción de la población mundial desprotegida, sin inmunidad previa porque nunca ha sufrido la enfermedad por esa cepa de virus.

También, debe darse una elevada capacidad de la cepa emergente para trasmitirse persona a persona y para producir enfermedad clínica. Actualmente no es posible saber cuándo se producirá la próxima pandemia, dónde se originará y cual será el subtipo que la ocasione, lo que imposibilita disponer de vacunas anticipadamente e incide en la necesidad de disponer de sistemas centinela.

La fuente de la infección está constituida por las personas enfermas. La transmisión se produce fundamentalmente por vía aérea mediante gotitas que son originadas al hablar, toser o estornudar por la persona enferma y que alcanzan a una persona sin gripe pero capaz de padecerla, por ello hay que llevar especial cuidado en geriátricos, hospitales, y otros entornos cerrados.

El virus entra en la nariz, garganta o pulmones de una persona y comienza a multiplicarse causando los síntomas de la gripe. También puede transmitirse, con mucha menos frecuencia, por contacto directo, por ejemplo cuando una persona toca una superficie que contiene virus de la gripe -por ejemplo la mano de un enfermo- y posteriormente se toca su nariz ó su boca.

Las personas enfermas son capaces de transmitir la enfermedad desde un día antes del comienzo de los síntomas hasta unos 3 a 7 días después del comienzo de la enfermedad, de modo que no se puede sospechar siempre a priori de quien se tiene delante. Los niños pueden transmitir la gripe incluso durante más de 7 días tras el comienzo de los síntomas.

COMIENZAN LOS SÍNTOMAS

Los síntomas de la enfermedad comienzan de 1 a 4 días después de que el virus entra en el organismo, con frecuencia de golpe, el conocido «trancazo».

Algunas personas son infectadas por el virus de la gripe pero no desarrollan síntomas de la enfermedad, sin embargo estas personas sí que pueden transmitir la enfermedad a otros.

La fuente de la gripe en las infecciones humanas es fundamentalmente el hombre; sin embargo los virus gripales infectan frecuentemente a animales como aves, caballos ó cerdos que pueden ser fuente de nuevos subtipos para el hombre. Esta capacidad de saltar la barrera interespecie y afectar a los seres humanos hace que la gripe no pueda ser considerada erradicable.

La infección causada por los virus gripales ocasiona una alteración de la mucosa respiratoria. La gripe es diferente de los catarros (pese a lo cual la confusión es frecuente), la alteración es mucho más severa que la provocada por virus catarrales. A las pocas horas de la infección el tracto respiratorio está inflamado y congestivo.

El cuadro clínico inicial suele comenzar de forma brusca con fiebre y escalofríos, dolor de cabeza, congestión nasal, molestias de garganta, malestar general, dolores musculares, pérdida de apetito y tos seca. La fiebre y los dolores musculares suelen durar de 3 a 5 días y la congestión y la falta de energía puede durar hasta 2 semanas.

Algunos síntomas de la gripe son comunes a todas las edades, sin embargo otros son más específicos de determinados grupos de edad. Por ejemplo, en ancianos es frecuente la aparición de dificultad respiratoria o la producción de esputo, mientras que en niños son síntomas frecuentes la otitis media o las molestias abdominales.

DISTINTOS ENFERMOS, DISTINTAS MOLESTIAS

Estas molestias abdominales (nauseas, vómitos o diarreas) son infrecuentes en adultos. Los pacientes con alteraciones del sistema inmunitario no presentan unas manifestaciones clínicas de la gripe significativamente distintas de los sujetos sanos. Sí se ha demostrado que en este grupo la enfermedad puede tener una mayor duración y que el virus puede replicarse semanas o meses.

La mayoría de las personas se recuperan en una o dos semanas, pero en algunos casos pueden desarrollarse complicaciones. La gripe puede revestir más gravedad en personas mayores, sobre todo a partir de los 65 años y en personas que padecen enfermedades crónicas. Las complicaciones de la gripe son predominantemente respiratorias: neumonías, bronquitis, sinusitis u otitis.

Puede haber también deshidratación y empeoramiento de enfermedades crónicas preexistentes como diabetes, asma o problemas cardíacos.

La gripe puede ocasionar reagudización de su patología en pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o fibrosis quística y también provocar la exacerbación aguda de su enfermedad en asmáticos.

Complicaciones neurológicas muy raras de la gripe incluyen el síndrome de Reye y el síndrome de Guillain-Barré. Por todas estas posibildades, en este caso entresacadas de un informe elaborado por expertos del Ministerio de Sanidad, se recomienda a los pacientes -especialmente a los pertenecientes a grupos de riesgo- solicitar ayuda médica ante las primeras sospechas o síntomas.

El tratamiento de la gripe – señalan los especialistas del MSSI- suele ir enfocado a tratar los síntomas que la enfermedad produce. Sin embargo actualmente existen cuatro antivirales frente a los virus gripales (amantadina, rimantadina, zanamivir y oseltamivir) aunque su utilización es muy limitada. Si se dan en los primeros días tras los síntomas pueden reducir la duración de la enfermedad.

MÉDICOS VIGILANTES

Estos medicamentos deben ser recetados por un médico ya que pueden tener efectos adversos importantes. Hay que tener en cuenta que estos fármacos no son efectivos para tratar infecciones bacterianas ni otros virus que pueden darse como complicaciones de la gripe, del mismo modo que los antibióticos no son efectivos para tratar la gripe, ocasionada por un virus (no por una bacteria).

En caso de padecer gripe se aconseja descansar, beber abundantes líquidos, evitar el consumo de alcohol o tabaco, tomar medicación que mejore los síntomas de la gripe (como medicamentos para bajar la fiebre). No se aconseja dar aspirina a niños ni adolescentes (podría provocar un síndrome raro pero grave que se denomina Síndrome de Reye).

Los especialistas insisten en la necesidad de vigilar la gripe desde una perspectiva mundial. En España la vigilancia de la gripe se realiza a través de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, en la que la información es suministrada por las Comunidades Autónomas mediante el Sistema de Enfermedades de Declaración Obligatoria.

Según este sistema todos los médicos en ejercicio tienen obligación de declarar determinadas enfermedades, entre ellas la gripe, a su Comunidad Autónoma, y posteriormente las Comunidades declaran las enfermedades a nivel central, al Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III que recoge y gestiona toda la información a nivel nacional.

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