El cerebro envejecido puede oxidarse y ‘tener réuma’; un estudio del IUNICS descubre cómo frenarlo

Juan Riera Roca /
Hoy se sabe que dos son las causas principales del envejecimiento cerebral a medida que la edad avanza: el estrés oxidativo y la activación de procesos inflamatorios. Con perdón de los ortodoxos, podría decirse que cuando se envejece, el cerebro corre el riesgo de oxidarse y desarrollar ‘reuma’. ¿Cómo paliarlo?

Las investigaciones de una científica de la Universitat de les Illes Balears (UIB) a través del Programa de Doctorado en Neurociencias del IUNICS reivindica la utilidad de los polifenoles (probablemente el más conocido sea el tanino del vino tinto) para frenar este proceso, tal como lo ha revelado un estudio en ratas envejecidas.

Hasta hace pocas décadas, en momentos históricos casi contemporáneos, el fallecimiento de las personas no mucho más allá de los 70 años llevaba a no haber focalizado el interés de la Medicina sobre el deterioro cerebral de los ancianos, siendo las demencias menos frecuentes en mayores no demasiado ancianos.

La persona que fallecía a una edad a la que se ya se le consideraba ‘mayor’ pero que no era tan avanzada como la expectativa de vida de la actualidad (más de 80 años, en muchas ocasiones más de 90) no solía sufrir episodios de lo que se denominaba bajo el paraguas genérico de las demencias seniles.

Por contra, en quienes alcanzaban edades avanzabas se veía hasta casi normal que la cabeza le fallara, como algo propio de la edad. Hoy la Medicina quiere llegar más allá. Son muchas las personas que alcanzan largos periodos de vida y se sabe que no ‘siempre’ ni ‘por sistema’ el cerebro tiene que debilitarse.

El control cada vez más avanzado de los casos de cáncer, de las enfermedades cardíacas o pulmonares, como principales causas de muerte, gracias a una Medicina y a una tecnología cada vez más desarrolladas ha favorecido el incremento de la proporción de población longeva a escala mundial.

Y ello ha abierto a la ciencia el campo de estudio –la necesidad de estudio –de los cambios que ocurren en el cerebro durante el envejecimiento al objeto de, ante el alargamiento de la vida, hallar procedimientos y estrategias para retrasar y atenuar las consecuencias cerebrales del envejecimiento.

Volviendo, pues, a las causas descubiertas como determinantes del envejecimiento cerebral –la oxidación y el desarrollo o activación de procesos inflamatorios –los últimos avances desarrollados por científicos de la UIB se basan en el estudio de moléculas con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

Se trata de los denominados polifenoles, presentes en frutas y verduras, fundamentales para contribuir a la prevención del envejecimiento cerebral. El estudio de estas moléculas ha sido el objetivo de la tesis de María Fiorella Sarubbo, realizada en el Instituto Universitario de Investigación en en Ciencias de la Salud (IUNICS).

La investigadora ha trabajado en la determinación de los efectos protectores de los tratamientos con polifenoles sobre los cambios que ocurren durante el envejecimiento cerebral, así como analizar los mecanismos de acción que están implicados, al objeto de comprenderlos y establecer estrategias preventivas.

La investigadora aplicó tratamientos crónicos con los polifenoles resveratrol, silimarina, quercetina y naringenina en ratas de edades avanzadas, analizando los efectos desde el punto de vista cognitivo y motor; y se analizó la síntesis y acumulación de neurotransmisores implicados en los procesos cognitivos y motores.

También se midieron los niveles de diferentes proteínas implicadas en envejecimiento y/o desarrollo de procesos de inflamación. Sarubbo comprobó que el envejecimiento genera deterioro cognitivo y motor, ocasionados estos fenómenos en una parte significativa por un declive en los sistemas de neurotransmisión.

Estos procesos de deterioro tienen también su origen en cambios en los niveles de proteínas también relacionadas con el envejecimiento y la inflamación. Llamó especialmente la atención de la investigación que estos cambios son contrarrestados por los tratamientos crónicos con los polifenoles utilizados.

Los resultados de este estudio sugieren que los polifenoles actúan como antioxidantes y antiinflamatorios, y regulan los niveles de los neurotransmisores y los de las proteínas claves en el proceso de envejecimiento y neuroinflamación.

Ello además sucede en regiones cerebrales fundamentales para el correcto funcionamiento de los procesos cognitivos y motores. Los polifenoles fueron durante un breve período conocidos como vitamina P. Sin embargo rápidamente se creyó que no eran esenciales y fueron reclasificados. La investigación de María Fiorella Sarubbo servirá para volver a revalorizar estas moléculas.

Las principales fuentes de polifenoles son bayas, té, cerveza, uvas/vino, aceite de oliva, chocolate/cacao, nueces, maníes, granadas, yerba mate, y otras frutas y vegetales. Estudios posteriores ofrecerán protocolos para incorporarlos de un modo protocolizado a la dieta y/o como medicación o complemento.

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