“El desarrollo de las nuevas tecnologías ha favorecido el aumento de casos de adicción al sexo”

Dr. José María Vázquez Roel, director general de la Clínica Capistrano

Dr. José María Vázquez Roel, director general de la Clínica Capistrano

De entre el vasto y diverso conjunto de adicciones, posiblemente una de las que menos se habla es la del sexo, entre otras razones porque existe una cierta frivolización acerca de su alcance, su incidencia y sus devastadoras consecuencias para la salud mental y emocional de las personas afectadas. Al igual que en otras dependencias, también en estos casos la ayuda profesional es la mejor arma para superar la adicción, tal como afirma el doctor José María Vázquez Roel, médico, psiquiatra y director general de Clínica Capistrano.

P.- Doctor, ¿qué es la adicción al sexo?

R.- En realidad, la adicción al sexo comparte, en buena medida, los parámetros de conducta y dependencia que también se ponen de manifiesto en otras adicciones. Básicamente, el individuo afectado se convierte en esclavo de un hábito compulsivo, sobre el que no decide libremente ni autónomamente y que, en gran medida, gobierna y rige su vida. En otros casos, ese hábito compulsivo es el juego, o las compras, o la bebida, mientras que para un adicto al sexo su cadena emocional y mental procede de su fijación obsesiva por todo aquello que tenga que ver con la experiencia sexual.

P.- Dice usted ‘por todo aquello que tenga que ver…”. Entendemos, por tanto, que se trata de una vivencia obsesiva del sexo que no se limita al hecho de mantener relaciones sexuales con otra persona.

R.- Le diré más. En muchos casos de adicción al sexo el elemento menos predominante es, precisamente, la relación con un compañero o compañera sexual, entre otras razones porque cuando se enfoca el sexo de esta manera compulsiva y enfermiza resulta complicado encontrar una pareja con la que compartir esta experiencia. De hecho, muchos adictos al sexo son gente solitaria, sin pareja estable, y a veces sin ni siquiera una pareja ocasional. Más bien son personas que necesitan de forma acuciante tener el sexo presente en sus vidas en todo momento, sea la hora que sea, y aunque se hallen en un escenario poco propicio para ello, como, por ejemplo, el lugar donde trabajan. Su fijación ocupa todo su tiempo, todo su escenario vital, y buscan satisfacer esa dependencia cuando sea y como sea. Naturalmente, este tipo de situaciones es poco compatible con una vivencia normal de pareja.

P.- ¿La pornografía suele ser una válvula de escape importante para estas personas?

R.- Generalmente, la más importante, hasta tal punto que su adicción al sexo se transforma, en un buen número de casos, en una adicción a la pornografía. El desarrollo de las nuevas tecnologías de Internet ha facilitado considerablemente el acceso a este tipo de imágenes o de contenidos, y no tengo ninguna duda que ha favorecido el aumento de casos de adicción sexual. Tenga en cuenta que en un solo click el adicto tiene a su disposición las más diversas y variadas escenas sexuales, de todos los tipos y modalidades. Internet es una fuente inagotable de provisión de estas imágenes, y casi sin darse cuenta el adicto se convierte en un esclavo de estos productos hasta el punto de que, en los casos más extremos, dejan de interesarse por mantener relaciones sexuales con otras personas y prefieren el anonimato, la disponibilidad, la cercanía y yo me atrevería a decir que el individualismo de esta oferta de pornografía.

P.- Por tanto, contrariamente a la idea preconcebida que mucha gente tiene, el adicto al sexo no es alguien que está manteniendo relaciones sexuales durante todo el día…

R.- Ni mucho menos. Es alguien que está pensando en el sexo durante todo el día, que es muy diferente. Y, precisamente, es esa dependencia, por otro lado cada vez más cerebral y abstracta, respecto al sexo, el factor que les impide disfrutar de las relaciones con sus parejas. Cuando el sexo adquiere una determinada dimensión en la escala de valores de cada uno, y esa dimensión es absolutamente desproporcionada y no guarda ningún tipo de equilibrio con la estructura vital y emocional del individuo, resulta poco o nada factible que una experiencia sexual real, de carne y hueso por así decirlo, produzca satisfacción. El adicto ha pensado tanto en el sexo, lo ha idealizado tanto, lo ha imaginado hasta tal punto, que difícilmente podrá luego concretar esa idealización en la realidad. De ahí que una adicción al sexo es sinónimo de insatisfacción y de frustración. Y de nuevo he de referirme al paralelismo con otras adicciones. El ludópata, sin ir más lejos, no disfruta con el juego. Por más que apueste, por más que juegue, de cada vez se siente más insatisfecho, porque esa dependencia es imposible de compensar en su totalidad. Como mucho, obtendrá algún mínimo y breve momento de placer, pero nada más, y, desde luego, esa efímera satisfacción no contrarresta el sufrimiento que, por otro lado, ha de soportar.

P.- ¿Cuál ha de ser el comportamiento de la pareja de una persona con adicción al sexo? ¿Cómo debe actuar para apoyarle y ayudarle?

R.- En primer lugar, como ya he apuntado anteriormente, resulta extraordinariamente difícil que un adicto al sexo mantenga una relación estable de pareja. Quizás sea factible por algún tiempo, pero de una manera prolongada. Por supuesto, una adicción de esta naturaleza constituye un veneno sumamente nocivo para una relación que, hipotéticamente, debe basarse en el equilibrio, el respeto, la confianza recíprocas. En cierta manera, el adicto al sexo emprende un viaje en un tren con un único compartimento y en el que no hay lugar para nadie más. Con ello no quiero decir que su pareja, en caso de tenerla, deba abandonarle, como tampoco le diré a la pareja de un alcohólico que se desentienda de él. Claro que está bien que trate de ayudarle. La incógnita es saber si podrá hacerlo, si tendrá las fuerzas suficientes para resistir una situación que le involucra personalmente y que es extraordinariamente compleja y difícil.

P.- En ese caso, por tanto, la mejor opción es buscar la ayuda del terapeuta profesional…

R.- Por supuesto, al igual que en cualquier otra adicción. La buena voluntad está muy bien, pero cuando una adicción llega a un determinado nivel de dependencia y de falta de autonomía por parte del afectado, ya no sirven las palabras de ánimo o la oreja amiga que escucha todo cuanto queramos decirle. Eso está muy bien, pero no es suficiente. Ha llegado el momento de que intervenga el profesional para que con sus métodos técnicos y expertos pueda echar una mano a la persona adicta. En la adicción al sexo el proceso es exactamente el mismo. Resulta importante, además, no frivolizar con este tipo de problemas. Por desgracia, vivimos en una sociedad donde los vestigios del machismo todavía se hallan presentes, de una u otra manera. Ojalá esto cambie en futuras generaciones, pero de momento todavía hay gente, y más concretamente hombres, que piensan que si piensan en el sexo todo el día es porque son muy machos y varoniles, e incluso presumen de ello. Más que presumir, deberían buscar urgentemente la ayuda de un terapeuta, porque tienen un problema y cuanto antes se den cuenta de ello, antes podrán superarlo y curarse para que, en el futuro, tengan la oportunidad de disfrutar de una experiencia saludable, equilibrada y verdaderamente placentera del sexo.

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