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Hablemos de musicoterapia

musicoterapiaGabriela Guaglione. Cuando se habla de musicoterapia se dice, ¿qué música se escucha para relajar?, ¿qué música puedo utilizar para estimular el desarrollo de los bebes? Se piensa en recetas mágicas para resultados rápidos. La realidad es diferente, comencemos definiéndola. La musicoterapia utiliza la música – sonido/silencio – cuerpo como medio clave en su abordaje, dentro de un proceso terapéutico, donde se construye un vínculo entre paciente/es y terapeuta que permite descubrir sus potencialidades, facilitando y promoviendo la comunicación, favoreciendo la socialización y mejorando la calidad de vida.

Sus orígenes se remontan a tiempos antiguos, donde los chamanes utilizaban la melodía por sus “poderes mágicos”. En los papiros egipcios se le adjudicaba a la música una suerte de “gracias divina” que favorecía la fertilidad. A partir de la segunda guerra mundial, el concepto comienza a transformarse en una terapia científica, donde los médicos observaron los beneficios que se producían en los pacientes con trastornos físicos y mentales, cuando los soldados aficionados a la música tocaban sus instrumentos en las enfermerías de las batallas.

En el año 1950 se crea la primera Asociación de Musicoterapia y hasta hoy, diferentes investigaciones confirman los beneficios del abordaje musicoterapéutico.

Un concepto importante con el cual trabajamos, es el desarrollado por el psiquiatra Rolando Benenzon, que establece que cada ser humano “tiene una identidad sonora y de movimientos que lo caracteriza y lo diferencia del otro” y al que denomina Principio de ISO. Esta historia córporosonoro- musical se va desarrollando a lo largo de la vida, desde lo vivido intrauterinamente, la cultura donde se inserta el individuo, las características familiares y sobre todo los estados de ánimo y las relaciones. Conocerlo implica respeto hacia el otro y permitirá crear un vínculo efectivo.

Sabiendo esto, podemos comenzar a explicar que no hay mejor o peor música. Emplearemos aquella con la cual el paciente se identifique y nosotros como profesionales seleccionamos para propósitos concretos. No hace falta saber música para recibir tratamiento, ni la enseñaremos, por lo tanto no hacemos hincapié en la estética, sino en la intención comunicativa, en relacionar las experiencias musicales de las personas con sus procesos de salud.

Utilizaremos los componentes musicales (ritmo, melodía, armonía) para desarrollar, junto a otras herramientas, los objetivos propuestos que pueden ser a nivel físico, psíquico, social o cognitivo.

Estos componentes se reciben en distintas partes del cerebro. El Ritmo se recibe en el cerebro inferior, donde se encuentra el encéfalo y donde se regula nuestro sistema fisiológico.

Nuestro sistema vegetativo responde inconscientemente a los ritmos que nos llegan tanto por vía táctil como auditiva (Es importante tener en cuenta que no es lo mismo el tempo de un adulto al de un niño, y este hay que respetarlo).

La melodía, se recibe en el cerebro medio, donde se encuentra la amígdala, encargada de la memoria emotiva, los formantes de la voz materna y la melodía del lenguaje (cuando estamos tristes tendemos a escuchar canciones, que pareciera, que nos entristecen más, pero lo que hacemos inconscientemente, es regular nuestro estado emocional). La armonía la asociamos al intelecto y se recibe en la corteza cerebral, donde entran en juego el pensamiento y la decodificación del lenguaje.

Al trabajar, tenemos en cuentas técnicas y recurso que ponemos en juego de acuerdo a las posibilidades y necesidades de la persona asistida. Por ejemplo, en personas con Alzheimer, sabemos que la memoria que mantienen por más tiempo es la memoria musical y emotiva, con lo cual utilizaremos este recurso para estimular su relación con el medio.

El vínculo y conocer sus preferencias sonoras nos servirán para despertar la motivación, que despertará a su vez la iniciativa, dándole seguridad, elevando su autoestima y podrá de esta manera ser en la medida de lo posible, partícipe activo de su vida.

Concluyendo, la música es comunicación, actuando como un lenguaje no verbal. Es justamente el significado sin palabras de la música, el vínculo que se establece, el proceso en el tiempo y el acompañamiento del musicoterapeuta, lo que le otorga su poder y su valor.

Alguien dijo: “El que sabe escuchar el silencio, puede ver el sonido y oír el movimiento”

La Mta. Gabriela Guaglione es Musicoterapeuta Acreditada en España con más de 20 años de experiencia en Neurorehabilitación Pediátrica y Geriátrica, Discapacidad mental y Autismo. Actualmente musicoterapeuta en la Llars dels Ancians General Riera, Residencia Bonanova y Centro Mente.

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