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Cuando llega la MENOPAUSIA

La vida de la mujer continúa y puede ser plenamente satisfactoria, aunque hay que tomar una serie de medidas de precaución y desarrollarse pruebas y controles médicos para evitar riesgos, así como mejorar los hábitos saludables de vida.

La menopausia

La menopausia

Llega la menopausia, como todo lo que tiene que llagar.

Sin embargo, más allá de la constatación del paso del tiempo, todos los expertos en la materia están de acuerdo que la mujer no deja de ser menos persona ni menos mujer por el hecho de entrar en esta nueva etapa. No en vano la famosa frase “la vida de la mujer comienza a los 50”.

Con la ciencia médica en la mano, la menopausia es el tiempo en la vida de una mujer en que sus periodos (menstruación) cesan. Se trata de un cambio corporal normal y natural que casi siempre ocurre entre los 45 y 55 años de edad.

Después de la menopausia, una mujer ya no puede concebir hijos, aunque así mantener relaciones sexuales.

Durante la menopausia, los ovarios de una mujer dejan de producir óvulos y el cuerpo produce menos hormonas estrógeno y progesterona. Los niveles bajos de estas hormonas causan los síntomas de menopausia. La mujer, en ese momento queda desprotegida contra las cardiopatías –como el hombre lo está toda su vida –por las hormonas que producía.

La sintomatología es sencilla, aunque a veces llama a confusión y ha sido visto por algunas mujeres como un aviso de embarazo, cuando es todo lo contrario: Los períodos (la regla) se presentan con menos frecuencia y finalmente cesan. Algunas veces, esto sucede de repente, pero casi siempre los períodos cesan lentamente con el tiempo.

El climaterio es ese periodo de transición que se prolonga durante años, antes y después de la menopausia, como consecuencia del agotamiento ovárico, asociado a una disminución en la producción de estrógenos1 y que pierde con los años la capacidad para producir hormonas, folículos y ovocitos.

En la mujer, se suele confundir con menopausia, que es la última menstruación. Durante el climaterio finaliza la cadena de procesos que, desde el mes siguiente a la pubertad, han preparado a la mujer para el embarazo. Hacia el comienzo del climaterio ya se han utilizado todos los folículos ováricos y no se producen las hormonas que regulan el ciclo mensual. En muchos casos, se prolonga cada vez más el ciclo menstrual.

La menopausia se da por completada cuando la mujer no ha tenido el período durante un año (y no por causa de un embarazo tardío), a lo cual se le denomina posmenopausia.

La menopausia quirúrgica sucede cuando los tratamientos quirúrgicos ocasionan una baja de estrógenos.

Esto puede suceder cuando se extirpan los ovarios.

La menopausia puede algunas veces ser causada por fármacos utilizados para quimioterapia u hormonoterapia para el cáncer de mama. Los síntomas de la menopausia normal varían de una mujer a otra y pueden ser peores o más livianos; pueden durar 5 o más años y en el caso de la menopausia quirúrgica pueden ser más intensos y repentinos.

Primero, los periodos empiezan a cambiar. Pueden presentarse con mayor o con menor frecuencia. Algunas mujeres podrían tener su periodo cada tres semanas antes de que comiencen a ser salteados.

Una mujer puede tener periodos irregulares durante uno a tres años antes de que cesen por completo.

Los síntomas comunes de la menopausia abarcan, pues, periodos menstruales menos frecuentes y que finalmente cesan (síntoma característico); latidos cardíacos fuertes o acelerados; sofocos, usualmente peores durante el primero y segundo año; sudores fríos; enrojecimiento de la piel; insomnio.

Otros síntomas de menopausia pueden incluir una disminución del interés sexual o cambios en la respuesta sexual; olvidos; dolores de cabeza; cambios en el estado de ánimo; escapes de orina. También, sequedad vaginal y relaciones sexuales dolorosas, infecciones vaginales, dolores articulares, latidos cardíacos irregulares (palpitaciones).

La pérdida ósea se incrementa durante los primeros años después del último periodo.

El médico puede ordenar un examen de densidad ósea para buscar pérdida ósea relacionada con osteoporosis.

Se recomienda esta prueba de densidad ósea en todas las mujeres de edades entre los 60 y 65 años.

Dado que la menopausia es un proceso natural no deberían ponerse en marcha tratamientos destinados a ‘curarla’ más allá de los que tengan por objeto paliar síntomas adversos o incómodos. Algunos médicos, en algunos casos, aconsejan hormonoterapia para compensar la protección que se tenía antes con la producción de hormonas.

El tratamiento puede incluir cambios del estilo de vida u hormonoterapia y depende muchos factores como la gravedad de los síntomas, la salud en general de la mujer, las preferencias de cada mujer, que debe ser aconsejada por el médico, sin olvidar nunca que se ve inmersa en un proceso natural por intimidante que le resulte.

La hormonoterapia puede ayudar a paliar determinados, como por ejemplo en el caso de que la mujer presente sofocos intensos, sudoración nocturna, problemas con el estado de ánimo o resequedad vaginal. La hormonoterapia es un tratamiento con estrógenos y, algunas veces, con progesterona.

La mujer debe consultar con el médico sobre los beneficios y los riesgos de la hormonoterapia.

El médico debe conocer toda la historia clínica y antecedentes familiares antes de recetarle hormonoterapia ya que hay estudios que cuestionan riesgos posibles, como el de cáncer de mama, ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y coágulos de sangre.

Los especialistas parecen de acuerdo en que la hormonoterapia se puede iniciar en mujeres que hayan entrado recientemente en la menopausia, aunque no en aquellas que hayan comenzado la menopausia hace muchos años, excepto en lo que se refiere a los tratamientos vaginales con estrógenos.

El medicamento no se debe utilizar por más de 5 años. Las mujeres que toman hormonoterapia deben tener un riesgo bajo de accidente cerebrovascular, cardiopatía, coágulos de sangre o cáncer de mama.

Para reducir los riesgos de una terapia con estrógenos, el médico puede hacer una serie de recomendaciones.

Entre éstas destacan, utilizar una dosis más baja de estrógeno o una preparación diferente de estrógeno (por ejemplo una crema vaginal o un parche en la piel); someterse a exámenes mamarios, pélvicos y vaginales regulares y frecuentes para detección precoz de problemas.

Las mujeres que todavía tienen el útero (es decir, no han tenido cirugía para que se lo extirpen por alguna razón) deben tomar estrógenos combinados con progesterona para prevenir el cáncer del revestimiento del útero (cáncer del endometrio), aunque siempre de acuerdo al examen que haga su médico de su caso y de su historia clínica.

Otros medicamentos pueden ayudar con los cambios del estado de ánimo, los sofocos y otros síntomas. Estos medicamentos son, entre otros, algunos antidepresivos y anticonvulsivo que también ayuda a reducir los sofocos.

En estos casos, como en cualquier otro, la automedicación está muy contraindicada y puede ser origen de graves riesgos para la salud.

Pero no solo es hora de medicarse –algo que, insisten los especialistas, no ha de ser forzoso y solo aconsejable en algunos casos –sino que la menopausia es otro momento adecuado, uno de los que más, para iniciar una serie de cambios en los estilos de vida (buenos, por otra parte, en cualquier momento) para mejorar y preservar la salud.

Se aconsejan cambios en la dieta, como evitar la cafeína, el alcohol y los alimentos condimentados; consumir alimentos de soja, que contiene estrógenos (y que por ello deben ser consumidos con cierta mesura por los varones).

Consumir bastante calcio y vitamina D de alimentos y suplementos, aconsejados por un dietista.

Se aconseja ejercicio y técnicas de relajación. Parece interesante la realización de los ejercicios de Kegel diariamente, ya que fortalecen los músculos de la vagina y la pelvis.

Se aconsejan las respiraciones lentas y profundas cada vez que comience un sofoco. Actividades como yoga, tai chi o meditación son muy adecuadas a este periodo de la vida.

Para ayudar a controlar los sofocos se aconseja vestirse con ropa ligera y en capas. Se aconseja encarecidamente –si esa es la voluntad de la mujer –permanecer sexualmente activa, para lo cual puede ayudar utilizar lubricantes a base de agua o un humectante vaginal durante la relación sexual.

Algunas mujeres presentan sangrado vaginal después de la menopausia, pero a menudo no es nada de qué preocuparse.

Sin embargo, cada mujer debe informar al médico si esto ocurre. Puede ser un signo temprano de otros problemas de salud, como el cáncer, aunque se trata normalmente de un síntoma banal.

La disminución en los niveles de estrógeno ha sido asociada con algunos efectos secundarios a largo plazo, como pérdida ósea y osteoporosis en algunas mujeres; cambios en los niveles de colesterol y mayor riesgo de cardiopatía. Por ello es necesario tenerlo presente y entender que se entra en un periodo en el que hay que estar mucho más vigilante.

En este periodo se puede reducir el riesgo de problemas a largo plazo, como osteoporosis y cardiopatía controlando la presión arterial, el colesterol y otros factores de riesgo de cardiopatía con una serie de medidas básicas: no fumar, ya que el consumo de cigarrillo puede causar menopausia temprana.

Consumir una alimentación baja en grasa. Hacer ejercicio regularmente. Los ejercicios de resistencia ayudan a fortalecer los huesos y mejorar el equilibrio. Si se muestran signos iniciales de pérdida ósea o hay antecedentes familiares de osteoporosis, hay que consultar al médico. Se aconseja el calcio y la vitamina D, pero con consejo médico.

En el proceso de la menopausia, los cambios se van dando en distintas edades dependiendo el sexo, circunstancias sociales y de personalidad de cada ser humano. Los cambios en el rol parental dependen de la perspectiva de cada padre dentro de su familia, en muchos casos en las mujeres mayores se produce un cambio cuando los hijos crecen.

Los hijos se hacen mayores de edad y se vuelven más independientes de la familia o tienen hijos y eso hace que ellas se den cuenta que están entrando a una etapa distinta y de mayor madurez. Los varones no toman en cuenta las valoraciones sociales como en el caso de la mujer y van aceptando los cambios tanto en ellos mismos como en la familia.

Así, cuando los hijos empiezan a crecer los padres pierden su función educativa, se reduce el número de miembros en la unidad familiar y eso modifica el sistema de relaciones y decrecen las tareas domésticas produciendo cambios dentro de los roles familiares y además se pierde el movimiento social dentro de la casa ya que los padres se sienten solos.

Además, aparecen situaciones de déficit en las relaciones como por ejemplo en la soledad y la pérdida de redes sociales porque los hijos se han ido de la casa, por los divorcios, por la muerte de algunos familiares, porque se quedaron viudos o pasan a ser abuelos. A todo esto, se le ha denominado ‘síndrome del nido vacío’ y afecta en diferentes grados.

Durante el rol conyugal la conducta sexual ha tenido una variabilidad interindividual, esta consiste en que las personas tienen un nivel de actividad distinto y tienen la necesidad de reconocer diferentes dimensiones dentro de las actividades coitales por ejemplo tienen un cambio en las capacidades de enamoramiento y en el deseo.

En este proceso, también se toma en cuenta la conciencia de lo que ha sido el trabajo profesional, se empiezan a producir sentimientos de autorrealización o de frustración ya que las personas buscan darle sentido a su presente, pero en la vejez el futuro no puede dar sentido al presente y se les hace difícil ver el pasado y el presente como lo único que han logrado. El objetivo de esta etapa frente al trabajo es que haya un balance positivo sobre el presente para llegar a la aceptación de haber cumplido con las metas propuestas.

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