Perdón

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz Médico- Forense Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz. Médico-
Forense. Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense

Me disculpo por no pedir perdón, aunque el resultado sea el mismo. Ahora que vivimos en ese tiempo en el que el perdón sirve para mantenerse a flote en un cargo político, ahora que cuando la has liao y te crecen los enanos sales ante los medios de comunicación y pides perdón como algo definitivo, es cuando no debe pedirse, es cuando yo no voy a pedirlo. Ahora que el perdón te ensalza hasta la posibilidad de no perder tu negocio es cuando debemos hablar del perdón. Ahora que hemos superado la barrera psicológica que anunciaba la despedida sin esperar a que te la aceptaran, llegamos hasta la peor de nuestras miserias.

Llegamos incluso a ese punto en el que pedir perdón degrada al que lo hace, no restituye al ofendido, y –además- la gente te identifica como uno de esos zafios que siguen la moda del gesto, la moda del perdón. Podríamos decir que la inercia de pedir perdón te permite seguir cobrando tu sueldo público, una costumbre que se está implantando para que puedas seguir haciendo las cosas necesarias para que sigas pidiendo perdón. El Rey Juan Carlos, por ejemplo, pide perdón y dispara a la vez.

Mi disculpa entonces es definitiva. Nada que ver con todo eso dicho. Que alguien se sienta ofendido cuando el ofensor no pretendía ofender es una maldad que no puedo permitirme. No podría volver a conciliar el sueño si pensara que las ofensas que procuro no se toman como tales. De ahí que no pueda permitirme que no habiendo querido ofender la memoria de Vicente Planas, alguna de las muchas personas que lo quisieron pudieran sentirse ofendidas.

Disculparse no es reconocer un defecto, es simplemente una forma de aclararle al ofendido que ese no era el objetivo de la letra, que ese no era el sentido de lo escrito ni el problema de lo querido. Que alguien se sienta ofendido es inevitable en esta columna, sobre todo porque cuando quien escribe se ofende a sí mismo es difícil que eso no se propague, pero siempre he tenido al compañero Planas como un hombre de honor, emprendedor, alguien respetable y un molde de espíritu en el que encajan las cualidades que propagó su ingenio: trabajo, distinción y ese perfume que en su conocimiento ha servido (en presente) para hacernos mejores.

Nada que ver mis disculpas con el perdón de Rajoy del otro día, ese perdón que no venía a cuento de la dimisión de nuestra ministra sanitaria Ana Mato. No me molesta el perdón de Rajoy. Es más, le permito que siga dirigiendo el ejecutivo mientras le perdono, pero no puedo perdonarle que no coincida con el momento exacto en el que debiera haberlo pronunciado. El perdón de Rajoy no debiera ser porque un juez que no cumple con el artículo 1 de la Constitución (el derecho al juez ordinario predeterminado por la ley), haya citado a miss Mato a sentarse en el banquillo a los efectos de haber disfrutado del dinero presuntamente delictivo que había distraído su marido. El perdón de Rajoy debiera venir por la gestión nefasta de la propia Mato, de pasar a la historia como una gestora deficiente y de no haber estado a la altura mínima de lo que pudiera exigirse a una dirigente de su rango. La excusa de la bazofia en la gestión de muchos de sus predecesores Ministros de Sanidad (La Trini la primera) no quita un ápice de importancia a las disculpas de Rajoy, pero cada uno pedimos perdón por lo nuestro, y a cada cual el suyo.

Perdón pidió también aquel Presidente socialista que tuvimos aquí llamado Antich. Le dolía el “cor” por construír el hospital de Son Espases que prometió que no construíria para que le votaran todos aquellos a los que luego engañó. Su perdón era más cardíaco, más de insuficiencia, más de mentira, pero fue un perdón a su Manera. Ahora, estos días, viene todo ese perdón a la comisión parlamentaria que investigará a los unos y a los otros para no decidir finalmente nada, o sea, servirá para que aparezcan los mismos figuras que llevamos viendo desde hace 12 años y que seguramente nos pedirán perdón por haber hecho lo que ninguno finalmente habrá terminado de hacer.

No sé si no pedir perdón les exime de algo que no sea que nosotros no les perdonemos, pero desde luego les ayuda a descojonarte un rato a costa de nuestros impuestos. Esos que precisamente ni nos perdonan ni mucho menos nos disculpan. Esos sirven para que ellos nos pidan perdón.

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