Sansaloni necesita un ébola

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz Médico- Forense Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz. Médico-
Forense. Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense

Empiezo por el final diciendo que Sansaloni -el Conseller- va de bó, es decir, no va de Ébola ni tiene intención alguna de cambiarlo por su novia, comadrona de hechos consumados. Repaso lo último que escribí aquí hace ya algún tiempo y entiendo que alguien me llame para preguntarme si Joan Calafat me había echado de la publicación, si me había liquidado del espacio por hablar del Conseller Sansaloni, de su novia y del hijo que algún día tendrán juntos en ese paritorio de “colocaciones las justas” que es cualquier hospital público de nuestra Comunidad de regantes.

Yo mismo había pensado despedirme del Conseller a través del propio Conseller, pero como es un filón inagotable he decidido no hacerlo. Por eso sigo aquí, aún estando seguro de que que Calafat me vende al mejor postor vendiéndole la moto de que retoca estas columnas para que salga más guapo y más alto, sabiendo que mi editor me vende mediante la fórmula clásica del “ya sabes cómo es”. Por eso he decidido quedarme aquí sin moverme un milímetro de donde estaba, al pie de este paritorio de todos.

Llega el verano y llega el Ébola a la Consellería de Salut. Llega el virus sangriento e imagino que esa república bananera del Ib-Salut sigue a salvo de cualquier infección que no sea la de sus propios gestores, reste contadas excepciones. Podríamos preguntarnos si no es posible que el Conseller haga una evacuación sanitaria de ese epicentro de complicaciones que es el Ib- Salut, y que se lleve a inmunizar a Costa y a cuatro más ahora que los tiene en cuarentena para ponerles un bozal de esos que están tan de moda y que parecen mascarillas quirúrgicas que evitan la propagación de malos rollos con los sindicatos.

Parece que esté viendo al Conseller y a sus secuaces del Ib-Salut en el avión evacuador, con sus trajes naranjas hasta el cuello y sus corbatas regias por fuera, camino de Sierra Leona, yendo a depositar los huevos infectados de esta epidemia de cargos. Mientras vuela, puede Sansaloni ir haciendo análisis de todos sus males. Verá que muchos de los no evacuados llevan escritas en el aliento las siglas del PP, que es la única forma de que no se vean ni se noten los virus de las verdaderas siglas que llevan tatuadas en su sangre de tinta roja.

Mientras dura el vuelo para deportar infectados, que el Conseller se eche una cabezadita, descanse y reflexione, por ejemplo, sobre lo que hubiera sido de su gestión los últimos meses si se hubiera negociado en condiciones con los sindicatos. Puede reflexionar sobre lo que hubiera supuesto no cabrear al sindicato SATSE, aunque sólo hubiera sido por la representación de trabajadores que ostenta.

Viendo las noticias que ha fomentado estos meses ese sindicato y la torpeza de quien no supo hacerlo, no se vería en el fregao de ir camino hacia Liberia Dios sabe a apagar qué nueva enfermedad de evasiones.

Mientras el viaje se organiza, al Ministerio de Sanidad le da por traerse a misioneros españoles infectados por esa enfermedad. Aquí nos preguntamos por qué no se trae también a los enfermos baleares de SIDAdel territorio nacional, por poner un ejemplo; o por qué no nos traen a todos los españoles que alimentan el bacilo de la tuberculosis sin rifampicina fuera de nuestras fronteras, o –sobre todo- porque no llevan a sus casas a todos los enfermos que siendo extranjeros en la nuestra quieren volver enfermos a las suyas. Los paletos de la anti-derecha, del pro-podemos facilón, se recrean con lo exagerado del coste de la repatriación. Pero quién prefiere hablar de dinero pudiendo hablar simplemente de igualdad, de por qué traemos a unos y no pueden irse otros que tienen derecho a las mismas prestaciones. Ya sé que no hay español que no sea moldavo en Ecuador, que todos somos gitanos del mundo, pero no termino de entender los viajes de regreso sin ida.

Por ejemplo, me pregunta mi amigo Alberto que cuándo sale el avión a Uruguay que su falta de recursos le impide coger para pasar los últimos días de vida que le quedan con su familia.

Me pregunta si es caro coger el Ébola, y sólo se me ocurre contestarle que es más caro llegar a Uruguay con un pijama de madera de roble, la razón más armada que se me ocurre para darle por lo menos algo de ánimo en estos momentos de crisis. No te me mueras por dinero, y si lo haces, cuéstales caro.

Hay que ser un Ébola de muchos quilates para que la Organización Mundial de la Salud te mueva la silla pudiendo darte simplemente un meneo estadístico en una tabla Excel epidemiológica.

Eres Ébola y te quieren nuestros regentes sanitarios hasta que desfilas por la pasarela de la moda del Carlos III, te desmantelan entero, te asedian por no aislarte y pasas a la Historia infecciosa de nuestros achaques hasta hacerte olvido.

No sé qué haces que no andas buscando un Ébola de medio pelo para vendérselo a un Sansaloni que ya es padre de todos los hijos que traiga al mundo la comadrona de su novia.

No sé a qué esperas sin un contagio decente, sin un enfermo sin muerto y sin ser la alarma de una muerte que te abra hoy por hoy las puertas de la gloria de esa desorganización mundial sanitaria en la que hay menos negocio que en nuestro propio Ib-Salut, que ya es decir.

Ha vuelto el Ébola, y ha vuelto Sansaloni y la calentura febril que le espera en el inicio de Septiembre si no lo remedia. Ya sabe Sansa por dónde debe empezar la evacuación. Aver si va a ser por sus propios hijos.

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